La "vuelta al cole" ha sido una de las noticias más comentadas de
la semana, de hecho se ha convertido en todo un acontecimiento. ¿Qué
tendrá de maravilloso esa vuelta anunciada desde hace al menos un
mes por todo tipo de medios de comunicación y por casi la mayoría de
centros comerciales? Pues depende de los ojos desde los que dicho
acontecimiento sea contemplado.
Los (verdaderos) protagonistas, es decir los escolares, en la
mayoría de los casos toman la noticia con cierta ilusión; vuelven,
pero en mejores condiciones, ya son estudiantes de un curso
superior, tienen nueva clase, profesores y libros. Pero sobre todo
estos últimos: libros que huelen a nuevos y que entre dibujos,
láminas y pocas letras, les prometen nueva sabiduría y, con suerte,
diversión. Los padres tenemos otro punto de vista de la vuelta.
Desde luego no nos viene mal, así los niños nos dejan en paz por
ratos y además aprenden con los libros. Pero sobre todo estos
últimos: libros que cuestan una fortuna y que hay que comprar todos
los años a todos los hijos, lo que hunde el presupuesto familiar.
También los editores y libreros --y quienes tras ellos están--
tienen su especial punto de vista. A éstos la "vuelta al cole" les
viene mejor que a nadie, ven cómo sus negocios se lucran, es el
momento de vender material escolar y libros. Pero sobre todo éstos
últimos: libros cuya edición hay que modificar todos los años, para
que así se vendan millones de ellos a precios desorbitados y poder
mantener el negocio de los grupos de poder que manejan las
editoriales de siempre. Y tanto les agrada la "vuelta al cole" a los
señores editores que ni siquiera quieren permitir ese pequeño
descuento de última hora que endulza tan amargo evento a los
progenitores. ¡Que no se escape nada! Mientras tanto en la escuela
de Beslán, desgraciadamente, poco han importado estas menudencias
para regresar al colegio.
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