La solidaridad ha sido una característica siempre presumida a la
izquierda, mientras que el nacionalismo y el particularismo
financiero ha sido la peculiaridad que ha caracterizado
habitualmente a la derecha. Lo característico del comunismo y del
socialismo (al menos desde tesis socio-marxistas) fue siempre la
liga internacional del proletariado (¡Proletarios del mundo uníos y
gobernaréis la tierra!), la solidaridad (sobre todo económica) entre
las gentes del mundo, siendo indiferentes para conseguirla los
credos, castas o nacionalidades.
Pues bien, parece que el "bellotari" (como cariñosamente se le
conoce a Ibarra en Extremadura) sigue pensando que el socialismo
debe ser eso. Así al menos parece deducirse de su irritación hacia
las pretensiones económicas planteadas desde Comunidades como
Cataluña o el País Vasco y por las declaraciones que, "sin temblarle
el pulso", ha hecho el Día de Extremadura. Sugiere Ibarra que no
parece demasiado solidario, ni concorde con el principio de
igualdad, el que --en virtud de un mero accidente territorial (como
lo son las fronteras autonómicas) y al amparo de una reforma
legislativa del modelo político territorial-- unas comunidades
puedan tener unos tratamientos fiscales y económicos mucho más
favorecedores que otras. Parece que Ibarra desea recordar a sus
correligionarios que el tiempo de los "privilegios" ya pasó a la
historia y que el socialismo siempre luchó (y debería seguir
luchando) por la igualdad de todos los hombres.
Mientras tanto Zapatero y su séquito parecen ignorar tal
mensaje, y no quieren admitir (no interesa) que los príncipes y
reyezuelos (nuevos señores feudales) de los "modernos principados"
hispánicos gobernados por el PSOE, como ha insinuado Francisco
Vázquez, "traten, cada uno, de arrimar el ascua a su sardina" o
"feudo".
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