Ya es Navidad. Un año más ha llegado el frío intenso y con él las
luminarias, la decoración en rojos y verdes, los puestos de churros
y de belenes, los vendedores de artículos de broma, el mercado de la
Victoria y tantos otros símbolos emblemáticos que todos los años
cíclicamente se dan cita por esta época. La ciudad se ha ido
vistiendo para la ocasión y mientras tanto todos nosotros hemos ido
preparando el clima para celebrar la tradicional reunión familiar de
Nochebuena, una reunión en torno a una mesa y a una cena muy
especial. Previamente ya hemos tenido ocasión de compartir mesa
durante estos días con compañeros y amigos del trabajo, con jefes y
colegas, y también esas comidas han tenido algo especial. El
espíritu de la Navidad.
La Navidad, aparte del importantísimo significado de religiosidad
que supone, como lo demuestran las continuas alegorías al nacimiento
de Dios que acompañan a estos días, y tal vez precisamente por ello,
significa fraternidad, solidaridad y cooperación entre los hombres.
En Navidad todos nos sentimos más unidos, o lo que es lo mismo
nos sentimos más amigos, más compañeros, más padres, más esposos,
mas hijos, en pocas palabras, más solidarios con las comunidades
"naturales" a las que pertenecemos y a las que nos debemos.
Dejamos, por unos días, el ejercicio de nuestros derechos
individuales para asumir en su lugar, y con mayor responsabilidad,
nuestras obligaciones o "deberes naturales". Abandonamos la posición
de acreedores para pasar a la posición de deudores de "los nuestros"
y con esta conducta convertimos, por unos días, nuestra sociedad
competitiva en una sociedad cooperativa, en donde no cabe el
conflicto social, ni es concebible el abandono, el olvido, la
violencia o la soledad individual.
Por eso, y mientras así sea, la paz está asegurada.
Ojalá siempre fuese Navidad. Feliz Navidad a todos!
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