|
|
|
|
|
Biblioteca Universitaria
|
|
Biblioteca General
|
|
|
Página
principal > Especiales
> Alberto Manguel
Día del
libro 2007: Cómo definir al lector ideal, de Alberto
Manguel
El
lector ideal es el escritor en el instante anterior a la escritura.
El lector ideal no reconstruye un texto: lo recrea. El lector
ideal no sigue el hilo de la narración: avanza con
él.
Un célebre programa de radio para niños en la
BBC siempre comenzaba con la pregunta: “¿Estáis
sentados cómodamente? Entonces podemos empezar”.
El lector ideal sabe sentarse cómodamente.
Imágenes de San Jerónimo lo muestran detenido
en su traducción de la Biblia, escuchando la palabra
de Dios. El lector ideal debe aprender a escuchar.
El lector ideal es un traductor. Es capaz de desmenuzar un
texto, retirarle la piel, cortarlo hasta la médula,
seguir cada arteria y cada vena, y luego poner en pie a un
nuevo ser viviente. El lector ideal no es un taxidermista.
El lector ideal existe en el momento que precede a la creación.
Para el lector ideal todos los recursos literarios son familiares.
Para el lector ideal, toda anécdota es novedosa.
“Uno debe ser algo inventor para leer bien”. Ralph
Waldo Emerson.
El lector ideal tiene una ilimitada capacidad de olvido. Puede
borrar de su memoria el hecho que el Dr. Jekyll y Mr. Hyde
son la misma persona, que Julién Sorel será
decapitado, que el nombre del asesino de Roger Ackroyd le
es conocido.
El lector ideal no se interesa por los escritos de Michel
Houllebecq.
El lector ideal sabe aquello que el escritor sólo intuye.
El lector ideal subvierte el texto. El lector ideal no se
fía de la palabra del escritor.
El lector ideal procede por acumulación: cada vez que
lee un texto, agrega una nueva capa de memoria al cuento.
Todo lector ideal es un lector asociativo. Lee como si todos
los libros fueran la obra de un único escritor, prolífico
e intemporal.
El lector ideal no puede volcar su conocimiento en palabras.
Al cerrar un libro, el lector ideal siente que, de no haberlo
leído, el mundo sería más pobre.
El lector ideal es como Joseph Joubert que arrancaba de los
libros de su biblioteca las páginas que no le gustaban.
El lector ideal tiene un perverso sentido del humor.
El lector ideal nunca cuenta sus libros.
El lector ideal es a la vez generoso y avaro.
El lector ideal lee toda literatura como si fuera anónima.
EI lector ideal usa con placer el diccionario.
El lector ideal juzga a un libro por su cubierta.
Al leer un libro de hace siglos, el lector ideal se siente
inmortal.
Paolo y Francesca no eran lectores ideales, ya que le confiesan
a Dante que, después del primer beso, ya no leyeron
más. Un lector ideal hubiese dado el beso y seguido
leyendo. Un amor no excluye al otro.
El lector ideal no sabe si es o no el lector ideal hasta después
de acabado el libro.
El lector ideal comparte la ética de Don Quijote, el
deseo de Madame Bovary, el espíritu aventurero de Ulises,
la desfachatez de Zazie, al menos mientras dura la narración.
El lector recorre con placer senderos conocidos. “Un
buen lector, un lector con mayúscula, un lector activo
y creativo es un relector”. Vladimir Nabokov.
El lector ideal es politeísta.
El lector ideal guarda, para un libro, la promesa de la resurrección.
Robinson no es un lector ideal. Lee la Biblia para encontrar
respuestas. Un lector ideal lee para encontrar preguntas.
Todo libro, bueno o malo, tiene su lector ideal.
Para el lector ideal, todo libro es, en cierta medida, su
autobiografía.
El lector ideal no tiene una nacionalidad precisa.
A veces, un escritor debe esperar varios siglos para encontrar
a su lector ideal. Blake necesitó cientocincuenta años
para encontrar a Northrop Frye.
El lector idean según Stendhal: “escribo para
apenas cien lectores, para seres infelices, amables, encantadores,
nunca morales e hipócritas, a quienes me gustaría
complacer. Apenas si conozco a uno o dos".
El lector ideal ha sido infeliz.
El lector ideal cambia con la edad. El lector ideal de los
Veinte poemas de amor, de Neruda, a los catorce años
puede no serlo a los treinta. La experiencia empaña
ciertas lecturas.
Pínochet, al prohibir Don Quijote por temor a que el
libro pudiera leerse como una defensa de la desobediencia
civil, fue su lector ideal.
El lector ideal nunca agota la geografía de un libro.
El lector ideal debe estar dispuesto a no sólo suspender
su incredulidad sino a adoptar una nueva fe.
El lector ideal nunca dice: “Si solamente...".
Escribir en los márgenes de un libro es marca del lector
ideal.
El lector ideal proselitiza.
El lector ideal es veleidoso sin sentirse jamás culpable.
El lector ideal puede enamorarse de al menos uno de los personajes
de un libro.
Al lector ideal no le preocupan los anacronismos, la verdad
documental, la precisión histórica, la exactitud
topográfica. El lector ideal no es un arqueólogo.
El lector ideal exige rigurosamente que se mantengan las leyes
y reglas que cada libro crea para sí mismo.
“Hay tres casos de lectores: la primera, aquellos que
gustan de un libro sin juzgarlo; la tercera aquellos que lo
juzgan sin gustarlo; y otra, entre las dos, que juzgan mientras
gustan de un libro y gustan de un libro mientras lo juzgan.
Estos últimos dan nueva vida a una obra de arte y no
son muchos." Goethe, en una carta a Johann Friedrich
Rochlitz.
Los lectores que se suicidaron después de leer Werther
no eran lectores ideales sino meramente sentimentales.
El lector ideal es pocas veces sentimental.
El lector ideal desea llegar al fin del libro y, al mismo
tiempo, que el libro no acabe.
El lector ideal nunca se impacienta.
Al lector ideal no le interesan los géneros literarios.
El lector ideal es (o parece ser) más inteligente que
el escritor. Pero no por eso de ningún modo lo menoscaba.
Llega un momento en que todo lector se considera un lector
ideal.
Las buenas intenciones no producen lectores ideales.
El Marqués de Sade: “Sólo escribo para
quienes pueden entenderme, y éstos me leerán
sin correr peligro”.
El Marqués de Sade se equivoca: el lector ideal siempre
corre peligro.
El lector ideal es el personaje principal de toda novela.
Valéry: “Un ideal literario: saber por fin no
llenar la página de nada excepto el lector”.
El lector ideal es alguien con quien el escritor podría
pasar la noche, a gusto, con una copa de vino.
No debe confundirse lector ideal con lector virtual.
Un escritor no es nunca su propio lector ideal.
La literatura depende, no de lectores ideales, sino de lectores
suficientes buenos.
|
|
|
|