Las pruebas han sido encontradas y documentadas por Santiago Otero Mondéjar, doctor e investigador del Área de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba, en el Archivo Histórico Nacional y viene a reforzar las investigaciones que prueban la permanencia de los moriscos en España tras su expulsión en 1609, y cómo algunas de las familias que alcanzaron cierta notoriedad en las décadas y siglos posteriores provenían precisamente de esa comunidad morisca. Para Santiago Otero, el de Álvaro Cubillo de Aragón es un nuevo caso de “un individuo de ascendencia morisca cuya transcendencia traspasa la vida cotidiana de la minoría granadina en Castilla”, sumándose de esta manera al reducidísimo grupo de personajes que destacaron en el ámbito político, cultural o intelectual de aquellos tiempos, tales como Francisco Núñez Muley, el traductor Miguel de Luna o el jesuita Ignacio de las Casas, moriscos todos al igual que Álvaro Cubillo de Aragón.
La permanencia de los moriscos fue conocida por la Corona, la misma que decretó su expulsión. Al menos así tratan de probarlo investigaciones como la de Santiago Otero, que subraya el hecho de que fue el propio Felipe IV quien certificase la ascendencia cristiana de Álvaro Cubillo en 1622 y 1623 a través de dos cédulas reales conservadas en el citado archivo. Una “limpieza de sangre” a la que tuvieron que someterse no pocos españoles para poder seguir viviendo en la que fue su tierra durante siglos y cuya permanencia se cuenta por cientos como está siendo probada por el equipo de investigación del profesor Enrique Soria Mesa.
El artículo de Il Confronto Letterario reconstruye minuciosamente la genealogía de la parentela más próxima al dramaturgo granadino, a la que el autor, que continúa sus investigaciones en Liverpool, señala como descendientes de “caballeros moros del reino de Aragón”, naturales de Granada y alistados en el Campo de Calatrava tras la rebelión de las Alpujarras.