La enorme cantidad de hect�reas de suelos salinos no tiene una distribuci�n homog�nea en el planeta. Delgado ha explicado que se concentran en pa�ses en v�as de desarrollo, lo que dificulta, a�n m�s, la situaci�n de estas naciones. En Europa, las mayores extensiones de terrenos salinos se distribuyen en tres zonas: En todo el arco mediterr�neo espa�ol, especialmente en el valle del Ebro; en las regiones fronterizas entre Hungr�a y Ruman�a y en la franja costera alemana en el Mar del Norte.
Seg�n ha explicado Antonio Delgado, las sales solubles, especialmente la m�s conocida, la de sodio, se forman al meteorizar los minerales. Cuando se acumula la sal, generalmente es porque el agua no logra evacuarla de un terreno. Por eso, en climas h�medos es menos probable la formaci�n de suelos salinos respecto a los climas �ridos. La salinidad tiene un doble efecto en un suelo y las plantas que lo habitan. Por un lado, la sal hace comportarse al suelo como si fuese m�s seco, restringiendo el acceso de agua a la vegetaci�n. Por otro, puede producir problemas de toxicidad a las plantas. Los cultivos, por lo tanto, dependen del tipo de salinidad del terreno para poder desarrollarse. Los hay m�s sensibles como las jud�as, y m�s tolerantes como el algod�n o la cebada.
Correcci�n de la salinidad en el Guadalquivir
La correcci�n de los problemas de salinidad pasa por lavar el suelo, ha explicado el especialista. Aunque no siempre es posible, por las condiciones ambientales o hidr�ulicas de esos territorios. No obstante, ha habido casos significativos de lavados de terrenos ganados para la agricultura, como las marismas del Guadalquivir.
Desde los a�os 70, ingenieros agr�nomos han trabajado en la desalinizaci�n de las marismas. �stas se extienden unas 100.000 hect�reas. Actualmente, han entregado a los agricultores unas 40.000 para que desarrollen su actividad productiva. En la zona de Lebrija (Sevilla), por ejemplo, se recuperaron 14.000 hect�reas, lo que ha posibilitado que 12.000 agricultores tengan acceso a parcelas de unas 13 hect�reas y ha derivado en unas connotaciones econ�micas y sociales m�s favorables para esta poblaci�n y su entorno. Esto fue posible gracias a la recuperaci�n del terreno.
Para solucionar el problema de la salinidad, los ingenieros instalaron un sistema de drenaje a partir de tubos que conectaban drenes (piezas cer�micas) de los terrenos con canales de evacuaci�n. Los drenes se instalan con maquinaria pesada a un metro de profundidad. Con el tiempo, estos drenes perd�an eficacia y se instalaron sistemas m�s eficientes con tubos rugosos de pl�stico poroso. Al principio, en Lebrija se cutivaban remolacha o algod�n, tolerantes a la salinidad. Ahora, se pueden cultivar especies como el ma�z, m�s intolerantes. La salinidad, por lo tanto, se sigue reduciendo.
Para conseguir reducir la saturaci�n de sodio, se emple� fosfoyeso de la industria fitosanitaria de Huelva. �Es un producto demonizado y por el que se cerraron estas f�bricas, pero que han permitido recuperar 40.000 hect�reas�, ha lamentado Delgado. Otra de las ventajas del fosfoyeso para Delgado fue que en la fertilizaci�n se ahorraba el abonado con f�sforo. Delgado ha explicado que el fosfoyeso tiene una baja radioactividad, lo que produjo el rechazo de grupos ecologistas y a la postre el cierre de las industrias, pero que ha permitido cultivar estos terrenos.
Historia y futuro
Aunque hay factores ambientales a la hora de producirse la concentraci�n de sales, la actividad humana tambi�n ha ejercido su influencia. �El hombre es un factor salinizante�, ha enfatizado Delgado, que ha puesto como ejemplo de �primer salinizador� a Cat�n el Viejo. Cat�n el Viejo es conocido por proferir la frase �delenda Carthago est� (Cartago debe ser destruida), las legiones vencedoras de la III Guerra P�nica (149-146 a.C) sembraron los campos cartagineses con sal. Veinte a�os despu�s de la destrucci�n de la ciudad, a�n segu�an siendo improductivos.
Otro ejemplo del uso del territorio y de su salinizaci�n es Mesopotamia. Seg�n Delgado, hay una segura asociaci�n con el regad�o desde la �poca sumeria (que comenz� cinco milenios antes de nuestra era) y la infertilidad de las actuales tierras iraqu�es. Las aguas del Tigris y del �ufratres son de buena calidad, pero el uso agr�cola en una zona �rida progresivamente saliniz� los terrenos. Adem�s de los sumerios, los babilonios posteriormente contribuyeron a este proceso.
En la actulidad, vivimos un proceso de cambio global, que produce un mayor incremento del nivel del mar y disminuci�n de las precipitaciones. Tambi�n incremento de la temperatura. Todas estas situaciones pueden afectar a la salinidad del suelo. Desde una perspectiva de cambio global, la agricultura y su capacidad productiva se puede ver afectada por el incremento de la salinidad del suelo, ha resumido Antonio Delgado, y por el consumo de recursos no renovables como el f�sforo.