La historia de Espa�a es una realidad multiforme y multijur�dica, lo que algunos expertos identifican bajo la denominaci�n de �realidad compuesta�, seg�n explic� ayer el catedr�tico de Historia del Derecho de la Universidad de C�rdoba, Manuel Torres. El tambi�n director de la C�tedra Unesco de Resoluci�n de Conflictos abord� la cuesti�n territorial de Espa�a, uno de los asuntos capitales de la pol�tica actual, en el marco de la presentaci�n de su obra Manual de Historia del Derecho en la librer�a La Rep�blica de las Letras.
Torres repas� la historia peninsular de los �ltimos cinco siglos para concluir que, frente a la idea com�n m�s extendida, en Espa�a, tras la conquista cristiana del siglo XV, �no hay unidad pol�tica�, en tanto que los reinos del norte, Arag�n y Navarra, principalmente, mantienen sus fueros hist�ricos intactos. �En el siglo XVI hay dos sistemas pol�ticos b�sicos: Castilla, con un poder absoluto del rey; y Arag�n, cuya monarqu�a, m�s d�bil, se ve obligada a pactar con la nobleza�, subray�, antes de agregar: �Espa�a nunca ha sido una unidad cultural�.
Fue tras el conflicto sucesorio a la muerte de Carlos II, y la regencia de Felipe de Anjou, cuando el rey suprime los derechos forales de la Corona de Arag�n en represalia por haberse levantado en contra de su legitimidad mon�rquica. �Aquella no fue una guerra de independencia, como los nacionalistas catalanes quieren hacernos creer ahora�, precis� Torres. Felipe de Anjou, en cambio, s� respet� el r�gimen foral de vascos y navarros porque ambos reinos aceptaron su derecho soberano.
El acto fue presentado por Miguel Agudo, profesor titular de Derecho Constitucional de la UCO, quien explic� las claves de la Carta Magna de 1978, cuya inicial configuraci�n territorial, que preve�a dos modelos de autonom�as distintos, fue rota por Andaluc�a al exigir la plena igualdad con catalanes, vascos y gallegos.
El catedr�tico Manuel Torres indic� que la cuesti�n territorial de Espa�a es un asunto complejo, m�s enmara�ado, si cabe, tras la escalada secesionista de Catalu�a de los �ltimos a�os. La opci�n federal, argument�, deber�a pasar por el reconocimiento de la singularidad de los territorios hist�ricos preservando los mecanismos comunes de cohesi�n social en torno a la sanidad y la educaci�n. �Ese debe ser el m�nimo denominador com�n�, sostuvo.
En todo caso, admiti� que los derechos hist�ricos de los territorios forales son una �anomal�a�. �Desde el punto de vista racionalista, no se puede estar en contra del antiguo r�gimen y, a la vez, querer preservar los privilegios que emanan de �l�, reflexion�, en relaci�n con los derechos forales.