El escrito hispano-argentino ha reflexionado sobre la poesía de Góngora en relación a su experiencia personal, confesando que conoció al poeta cordobés a los 17 años a través de sus ‘Soledades’, que le hizo leer el profesor Enrique Pezzoni. “Entonces, solo había leído a Pablo Neruda y, casi a la vez, descubrí a Góngora y a Octavio Paz”, ha comentado. Por otra parte, se ha referido a la existencia de dos Góngoras: uno culterano, “difícil, que exige al lector”; y otro más sencillo, “más popular, el de las letrillas”. Sin embargo, no lo ha equiparado a Quevedo, a quien considera “más cruel” en esta última vertiente.
El invitado ha reconocido su querencia por “lo incomprensible” al explicar que tiene a leer a poetas en otros idiomas a pesar de desconocer el significado, como en el caso de Paul Celan, a quien gusta de abordar sus obras en alemán. Barnatán ha justificado su interés por aquello que no entiende en que estudió la cábala debido a sus orígenes. No obstante, ha indicado que “los libros no se dejan acceder siempre”, ya que “hay libros que tienen que esperar a una edad y unos conocimientos”. “A veces, el lector no está preparado para el libro y también puede pasar que el escritor haya fracasado”, ha declarado.
Joaquín Roses ha continuado la entrevista al invitado preguntándole sobre el legado de Góngora en la poesía del siglo XX, a lo que ha respondido que “el gusto por el lenguaje y sus referencias mitológicas”. En cuanto a qué autor en otra lengua podría equipararse a Góngora, ha contestado que Stéphane Ma-llarmé, quien quería “convertir la vida en un libro”. Respecto a la pintura, ha indicado que la pintura del modernista francés Gustave Moreau es la que le evoca la poesía de Luis de Góngora.
La Cátedra Góngora continúa sus actividades el próximo miércoles 25, a las 19.30 horas en la Casa Góngora, con Las tertulias del Dragón, en las que se abordará la letrilla “Aprended, flores, en mí”.
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