Sin embargo, cree que hay valores como la protección y conservación del medio ambiente que son transversales a todos los países, desarrollados o en vías de desarrollo. Los problemas ambientales se han transformado de técnicos en sociales, y diversos desastres ecológicos -Exxon Valdez en 1989, Chernobil en 1986 o Prestige en 2003- han tenido gran relevancia en la opinión pública internacional. Y ahí es donde adquiere una relevancia capital la encíclica del Papa Francisco ‘Laudato si’, publicada en mayo 2015, antes de la Cumbre del Clima de París de diciembre.
Para Moyano la Iglesia Católica siempre ha tenido una implicación política en las encíclicas, como demuestran textos como ‘Pacem in Terri’ (1963) del Papa Juan XXIII, que significó la aceptación por la institución de la Declaración Universal de Derechos Humanos. La ‘Laudato si’ no se dirige, por tanto, a todos los católicos, sino que está “abierta al diálogo entre creyentes y no creyentes” en torno al medio ambiente.
El ponente ha definido al Papa Francisco como una persona que, más allá de su condición de jesuita, ha mostrado admiración por la orden mendicante de San Francisco de Asís. De ahí que la expresión ‘Laudato si’ es la que inicia el ‘Cántico de las criaturas’ del santo de Asís, donde se habla de la naturaleza como “nuestra hermana y madre que nos sustenta y gobierna”. Y en la que se alerta sobre el daño que el ser humano provoca en ella.
Eduardo Moyano cree que la encíclica aporta información “para que la conciencia ambiental se desarrolle sobre bases científicas y objetivas”. Además, el texto de Francisco denuncia que “los esfuerzos técnicos y científicos” se pongan al servicio de las finanzas y el consumismo; y critica las políticas públicas, que se muestran ineficaces con una priorización de los intereses económicos.
Todo ello lleva a interpretar que en nuestra época hay “un exceso de antropocentrismo”, en el que ser humano asume “una postura autorrreferencial, centrada en sí mismo y en su poder”. Según está lógica se desarrollan problemas como “la explotación, infantil, el abandono de los ancianos, reducir a otros a la esclavitud, sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, prticar la trata de seres humanos…”.
La encíclica revela una crítica severa del Papa sobre las cumbres internacionales, donde “no se alcanzan acuerdos globales, significativos y eficaces”. Y plantea la necesidad de “nuevos sistemas de gobernanza global”, ya que “la protección ambiental no puede asegurar solo en base al cálculo financiero de costes y beneficios”. Por ello, el texto apuesta “por impulsar cambios en los hábitos y comportamientos cotidianos”.
El curso ’De la identidad de Europa a la Europa de las identidades. ¿Regreso al pasado?’ continúa el próximo 16 de enero con la sesión ‘El cine y los pliegues de la memoria europea (3). Totalitarismos: ‘La vida de los otros’ de Donnersmarck’, en la que participarán los profesores María Dolores Muñoz Duelas, Celia Fernández Prieto y Pedro Poyato.
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