La vicerrectora Rosario Mérida ha señalado que estos días se está “poniendo en valor” la lectura. “Hay que potenciar la lectura formativa y recreativa”, ha apostillado, al tiempo que ha recordado la importancia del Día del Libro. Mª Carmen Liñán ha presentado a la ponente y ha hecho referencia al reparto de obras científicas y literarias, y claveles rojos, con motivo de este 23 de abril.
Mercedes Monmany ha explicado que el holocausto judío es “la gran tragedia de la humanidad”, que no es una historia privada del pueblo hebreo, sino que compete a todos los seres humanos. No en vano, se trata de “un genocidio de seis millones de personas”, ha recordado. La autora ha indicado que escogió simbólicamente Auschwitz por tratarse de la cima del horror que perpetraron los nazis.
La escritora se dio cuenta de que tres escritoras habían fallecido en ese campo de concentración. “Tres mujeres deslumbrantes, cada una en su género. Nemirovsky era novelista; Gertrud Kolmar, poeta; y Etty Hillesum es una Anna Frank con diez años más”, ha declarado. Acerca de la vigencia de sus textos, Monmany ha comentado que “la venganza de estas personas” que perecieron a la masacre de los nazis, es que sus textos “están vivos y los seguimos leyendo”. Incluso siguen apareciendo nuevos textos de las víctimas del holocausto.
Monmany considera que la literatura de la shoah es profusa y tiene cabida para todas las perspectivas. Afortunadamente, el relato del pueblo judío, que iba siempre detrás del generalista de la Segunda Guerra Mundial, ha ido ocupando un lugar preeminente en el mundo. La escritora ha aludido también a un intelectual como Todorov para volver sobre el nazismo, un proyecto que el búlgaro tildó de “auténtico fracaso” porque, además, fue inevitablemente “muy bien documentado”, entre otras fuentes, por la literatura de la shoah.