En ese sentido, Salazar ha responsabilizado a muchos hombres por su “silencio cómplice” y por haber contribuido a la perpetuación del patriarcado “por acción u omisión”. En su opinión, los varones han monopolizado el poder, la autoridad y el prestigio, lo que los ha situado en una posición de dominio. Octavio Salazar ha admitido que nos encontramos en un proceso de regresión debido a dos factores concretos. Primero, porque las mujeres se han situado en un “espejismo de la igualdad”. Y segundo, porque los hombres tienen miedo a perder su rol tradicional. “El hombre tiene miedo a perder poder y privilegios”, ha dicho.
García Montero sostiene que la modernidad permitió superar la visión sacralizada del mundo, pero a la vez abrió una nueva construcción de la realidad articulada en un concepto de lo masculino relacionado con lo público y otro de lo femenino vinculado a lo privado. “Un paradigma en el que el hombre se cree portador de la razón y la mujer de los sentimientos”, ha explicado.
“A mí me preocupan los hombres que se creen más feministas que todas las mujeres juntas. Porque el problema de ponerte en el lugar del otro es dejar al otro sin lugar”, ha reflexionado García Montero. Y ha añadido: “No me gusta cuando se dice que hay que feminizar el mundo. Yo trabajo para democratizarlo. Creo en la igualdad”.
Benjamín Prado ha hecho un recorrido por las mujeres ocultadas en la historia oficial de la literatura, al tiempo que ha reivindicado la cultura de la República frente a la dictadura franquista, que encerró a las féminas en la cocina. “En la democracia no se ha hecho lo suficiente. La mayor parte de las obras de María Teresa León no se han publicado todavía en España. Y la obra de Josefina de la Torre no tuvo un hueco en la literatura y se tuvo que convertir en actriz”, declaró.
Para el poeta madrileño, “hay conceptos que se han sacralizado. Por ejemplo, la palabra negociación. Hay cosas que no pueden ser negociables nunca. No se puede ser machista y demócrata. No se puede ser racista y demócrata. No se puede ser homófobo y demócrata”. Y ha agregado: “No se puede ser tolerante con los insultos machistas. Se le hagan a Irene Montero o a Inés Arrimadas”.