“El uso conjunto de las técnicas empleadas nos permite, por un lado, caracterizar los compuestos de corrosión que se han formado a nivel superficial, así como determinar la profundidad de la corrosión en el material. En el caldero estudiado esta corrosión es total, no queda rastro de la aleación original”, afirma el catedrático de la UCO. El objeto fue encontrado junto a otros (ánforas, vasijas de cerámica, copas…) en uno de los edificios situados en la calle principal del poblado utilizado probablemente para almacenar grano. Muestra signos de reparaciones y se utilizaba para cocinar. El asentamiento, originario del siglo III a.C., era de tamaño medio y los edificios estaban hechos de piedras y adobe, con dos plantas y una terraza.
Pero el resultado más interesante de este exhaustivo análisis fue comprobar que la corrosión se produjo de forma distinta por cada una de las dos caras del caldero. Por un lado, una corrosión confirma que una de sus caras se encontraba en contacto con el suelo. Por otro, la presencia de malaquita muestra una corrosión diferente debido a que fue sepultado por las paredes que formaban la estancia en la que se encontraba, construidas a base de cal y adobe. “En resumen, el caldero se encontraba sobre el suelo cuando se produjo el derrumbe de la estancia como consecuencia del ataque que destruyó el poblado”, concluye el investigador.
La información extraída del estudio de la corrosión confirma los datos arqueológicos recabados hasta la fecha, según los cuales el poblado fue arrasado por tropas romanas al mando del general Serviliano durante las guerras lusitanas del siglo II a.C., en las que los pueblos del oeste de la península Ibérica se enfrentaron a la República romana. En el yacimiento arqueológico del Cerro de la Cruz se hallaron restos humanos mutilados e indicios de intensos fuegos que destruyeron los edificios. Diversos elementos del yacimiento como monedas y cerámicas permiten situar la fecha de la destrucción del poblado en el año 141 a.C., fecha en la que el cónsul Serviliano reanudó su campaña contra Viriato en la zona. El carbono 14 ha confirmado esta fecha.
“Este es un claro ejemplo de cómo las ciencias experimentales pueden soportar conclusiones arqueológicas”, subraya José Rafael Ruiz Arrebola. Es la primera vez que el grupo de investigación de la UCO emplea estas técnicas en objetos procedentes de este yacimiento situado en la localidad cordobesa de Almedinilla, declarado Bien de Interés Cultural. Ahora pretenden aplicar esta metodología a objetos de otros yacimientos, como monedas antiguas, pinturas murales romanas y árabes, morteros… A partir de su composición química se puede extraer mucha información. Si se aplica a la pintura mural, se puede saber qué técnica emplearon los artistas, se puede relacionar con el comercio de la época histórica o certificar la autenticidad de una pieza arqueológica, por ejemplo.
Referencias:
Cosano, D.; Esquivel, D; Mateos, L.D.; Quesada, F.; Jiménez-Sanchidrián, C.; Ruiz, J.R., “Spectroscopic analysis of corrosion products in a bronze cauldron from the Late Iberian Iron Age”, Spectrochimica Acta Part A: Molecular and Biomolecular Spectroscopy (2018) 489–496