Don Hernando de Acuña nació en Madrid, de
noble
y distinguida
familia
de Portugal y según se cree a principios de siglo, 1500. Fue
soldado
y
sirvió
al invicto emperador Carlos V, por donde se acredita que se halló en muchas de las gloriosas acciones de este príncipe, siendo generalmente estimado así en España como en los países extranjeros, y tenido en todos por valiente soldado y discreto cortesano; pero ignóranse con particularidad los hechos de su vida. Murió en
Granada
por los años 1580. Su
ingenio
fue uno de los más
sobresalientes
de su tiempo, no inferior al de su
contemporáneo
y grande
amigo
Garcilaso
de la Vega, y en algunos particulares le
aventajó,
como fueron las
traducciones
del latín, en que aquel no ejercitó su pluma, y en otras varias obras que se
imprimieron
en Salamanca en 1591. Asimismo publicó el libro intitulado
El caballero determinado,
traducido de Oliverio de la Marche en
excelentes
coplas
castellanas, que
dedicó
al emperador Carlos V en el año de 1552, mudando algunas alegorías e historias extranjeras en otras propias de la
nación,
y añadiendo el último libro de su
propio
ingenio;
y es tenido hoy por una de las obras más
exquisitas
de este autor y más
apreciables
de la lengua castellana. Muchos autores de su tiempo hacen grandes
elogios
de su valor y de su ingenio. Don Luis Zapata en su
Carlos Famoso,
entre otros ilustres poetas, hablando de él dice:
Nos dio también el Cielo don Fernando
de Acuña, que asaz honra aqueste
bando.
Y Lope de Vega en su
Laurel de Apolo:
Don Fernando de Acuña
ilustremente
bebió en la margen de la sacra
fuente,
cuando
escribió
para mayor trofeo
de la dificultad de su deseo;
que el más seguro golpe que acertase,
por darse con más fuerza suele errarse.