DON GONZALO PONCE DE LEÓN RIBERA
Sea el ejemplar de este caballero no solo
lustre
y ornamento de Sevilla en este discurso, sino juntamente tácita
acusación
de aquellos que, en hallándose con alguna calidad de nobleza aventajada, le parece que el estudio de las letras
desacredita
su caballería en seguir el camino que la gente llana sigue para ennoblecerse, pues en don Gonzalo Ponce de León Mariño y Ribera concurrió toda la calidad más
ilustre
de España, con que está dicho que ninguna del mundo, si le igualó, no puede llevarle
ventaja.
Nació don Gonzalo Ponce de León en Sevilla, por los años de 1530. No he podido averiguar esto con más precisión. Sus
padres
fueron don Pedro Ponce de León, hermano del
duque
de Arcos, y doña Catalina de Ribera, del hábito de Santiago; el
abuelo
paterno, don Luis Ponce de León, duque de Arcos; los maternos, duque de Medina-Sidonia y Alcalá de los Gazules; y en el concurso de estas casas, clara cosa es, se acumulan otras de igual grandeza de estado y de las mayores del reino.
Estudió
la lengua latina y griega con mucho cuidado, de modo que en ambas se mostró excelente, como lo testifican sus
obras.
La primera dignidad que tuvo fue
canónigo
de la santa Iglesia de Sevilla, donde concurrió con don Bernardo de
Rojas,
que después fue arzobispo de Toledo y cardenal de la santa Iglesia de Roma, y en este tiempo fueron muy amigos y
compañeros.
A esta corte le llamaban sus deseos y
estudios,
que fueron, así de su calidad como de sus méritos, grandes. Fue su profesión la sagrada
teología,
de que en Roma dio bastantes ejemplares; y, estando allí, fue
cubiculario
secreto de Pío V. Y, habiendo un hereje de Alemania escrito un libro contra la Iglesia romana y fe católica, el cual se llamaba Leonarto Waramundo, calvinista, le respondió
doctísimamente
a sus locuras y blasfemias, por lo cual en aquella corte tuvo
nombre
entre los primeros de ella. Fue particular amigo del eminentísimo cardenal César
Baronio
y hizo
epigramas
a dos tomos de sus grandes e ilustres obras, que entonces
sacó
a luz.
Dio también testimonio de la estimación en que tenía la lengua griega y lo mucho que estaba ejercitado en la continua
lección
de los
Padres,
pues
volvió
en lengua latina el
Fisiólogo
de san Epifanio, obispo de Constancia, en Chipre, y un
sermón
del mismo santo en la
Dominica Palmarum,
y a todos hizo notas, en las cuales muestra cuán
docto
y leído era no solo en las sagradas letras, sino en la humanidad y conocimiento de los autores griegos y latinos. A esta obra llamó
Ocio
bimestre,
porque en solo dos meses la acabó.
Imprimióse
en Amberes, con icones y figuras, en la oficina de Plantino, año de 1558.
Sacó
a luz las obras de Teófanes, patriarca de Constantinopla, que estaban escondidas en la Biblioteca Vaticana, y hizo otras
obras
de mucho nombre y
fama.
Así lo dice Andrés
Escoto
en la
Biblioteca Hispánica,
folio 469.
Ofreciéronle obispados de gruesa renta, y no los admitió, contentándose con lo que la santidad de Pío V le dio, que fue un
canonicato
y arcedianato de Talavera, en la santa Iglesia de Toledo. Y, viniéndose a España a entregarse al ocio de las
letras
y gozar de la renta que tenía, murió en el camino con mucha lástima de los que le conocían por la falta que hacía al
ejemplo
de todos y el daño que recibían las buenas letras, así
sagradas
como profanas.
Aunque tan
ilustre
caballero fue muy
humilde,
porque su
linaje
no le desvaneciese, traía en el círculo de sus armas aquel verso del sabio:
Quae utilitas in sanguine meo, dum descendo in corruptionem?
Por lo que yo estimé a este caballero, le hice este
epicedio
y, a la verdad, pocos ha habido en nuestro
siglo
de tan esclarecida sangre y tantas letras juntamente:
Consalve, aeternum salve, clarissima Pontii
progeniet, eheu! cur cadis ante diem?
Tartessi flevere Deae cum Romula Roman
destinat ire, licet tristius omen erat.
Maxima Roma videt, suspexit; sumus honorat
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Pastor, praedolens tunc pietate, Pius.
Inque Varamundum torsisti tela fidemque
et sedes Petri tuta tuo est calamo.
Pro meritis sacra spectabat te infula, sed tu
abnuis, in patriam iam remeare volens.
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Fata negant: iterum Deae flevere sub antris
Baetides, extinctum tam procul a patria.
Hispalis hoc unum gaudet, quod Fama superstes
gliscit et ora virum per populusque volat.
At Charites certant nomen quod clarius in te est;
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an studium, an virtus, an genus, an genius.