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Al excelentísimo señor don Juan Alfonso Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla
Apolo, excelentísimo señor, deseó laurear en
España
algún poeta, con justo sentimiento de que la Universidad de Alcalá hubiese olvidado este género de premio entre las diferencias de sus grados, pues le tenía con notables circunstancias y honores cuando yo estudiaba las
primeras
letras,
por cuyo olvido la
Academia
de Madrid y su protector don Félix Arias Girón laurearon con grande aplauso de señores y ingenios a Vicente Espinel,
único
poeta
latino y castellano de aquellos tiempos. Y así en este mandó a la Fama que publicase Cortes en el
Parnaso,
para que a ellas viniesen los pretendientes de mayores méritos. Celebráronse en el monte Helicona a veinte y nueve del mes de abril del año de veinte y ocho. Lo sucedido en ellas escribí en este discurso, y pareciéndome que no solo para mí, sino para tantos ingenios era
necesario
gran protector y mecenas, hice
elección
de vuestra excelencia, con aprobación de las Musas. Y así por voto se le consagró, pues ¿quién lo pudiera ser de tantos y tales, que cada uno es un libro de erudición inmensa, sino quien tiene derivada la grandeza y magnanimidad de tantos reyes que por hábito de su real naturaleza pudiera honrarlas, sin las heroicas virtudes que con tanto esplendor le constituyen sujeto de eternas y gloriosas alabanzas, y aumentadas para los que tratan de buenas letras con la honra que hace a los libros y a los ingenios la estimación de su raro
juicio?
Todos, y yo en su nombre, con la esclavitud debida y heredada por mis
padres
a la inmortal memoria del señor almirante don Luis, abuelo de vuestra excelencia, le ofrecen plumas para su alabanza y deseos para su vida, que con alta prosperidad Nuestro Señor aumente, etc. De Madrid, último de enero de 1630.
Capellán
y
criado
de vuestra excelencia,
frey Lope Félix de Vega Carpio.
Quid timeam hostili minantia spicula dextrae,
Si mihi tu clypeus, si mihi Caesar ades?