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A DON CRISTÓBAL DE PORTOCARRERO Y LUNA,
CONDE
DEL MONTIJO Y FUENTIDUEÑA, MARQUÉS DE VALDERRÁBANO, ESTADOS DE HUÉTOR, TAJAR, LADRADA, CARRASCAL Y CASTRO JIMENO, Y LAS VILLAS DE LA PUEBLA, DE LA CALZADA, CRESPA, CODESAL Y LOS PALACIOS, GENTILHOMBRE DE LA CÁMARA DE SU MAJESTAD Y SU CAPITÁN PRINCIPAL DE LOS CIEN CONTINUOS HIJOSDALGO DE CASTILLA, ALCAIDE PERPETUO Y PROPIETARIO DE LA FORTALEZA Y ALCAZABA DE LA CIUDAD DE GUADIX Y CORONEL DE INFANTERÍA ESPAÑOLA, ETCÉTERA
La introducción de las dedicatorias en las obras que se escriben es solo fundada en la significación de tres cosas. La primera, en la grandeza de la casa del sujeto a quien se dedica. La segunda, la excelencia de virtudes y partes personales. Y la última, la obligación y agradecimiento del autor. Y deseando acertar en esta parte, después de mucho desvelo, la mayor exageración que hallo a la ilustre sangre de vuestra señoría es decir que es Portocarrero y Luna, a la bizarría de sus acciones, que siendo la menor suya la que en mí ha obrado, le
debo
seguros la vida y aumentos de honra mi agradecimiento. Acredítelo esta osadía, pues la tengo de ofrecer a esos pies la
novela
de
El más desdichado amante,
vestida de un
sayal
estilo. Doy lo que puedo y, a ser lo que quisiera, yo quedara en menos empeño y vuestra señoría más servido. Suplícole la ampare con su grandeza, para que el gremio calumniador, viendo el sagrado a que me acojo, me
conceda
la inmunidad y se inhiba del conocimiento de mi causa, para que en todo y por todo, por hechura de Príncipe tan grande, vea el mundo el salvoconducto de que gozo, en cuyo conocimiento siempre pediré a Dios me le guarde y dé en el señor Marqués de Valderrábano la feliz sucesión que tal Casa merece y sus
criados
deseamos.
Madrid y enero 12 de 1641 años.
Criado de vuestra señoría, Don Jacinto Abad de Ayala.