Transcripción realizada sobre el ejemplar incluido en
Lecciones de literatura española para el uso de la clase de Elocuencia y Literatura del Ateneo español,
ed. Hans Juretschke,
Vida, obra y pensamiento de Alberto Lista,
Madrid, CSIC, 1912.
Lección IX
FRAY LUIS DE LEÓN
1
Vengamos ya a nuestros escritores
clásicos;
y demos entre ellos un lugar
preeminente
al
grande
Luis de León, genio felicísimo en la
poesía,
excelente escritor en
prosa,
grande imitador de los
griegos
y latinos y muy digno de ser
imitado
por cuantos cultiven la poesía española.
Ya sea
gracioso,
ya
sublime,
su elemento es la sencillez. Pocos han conocido como él los recursos del lenguaje y de la poesía. Pocos poetas castellanos han sido más
correctos
ni más clásicos.
Imitó
de Virgilio la ternura, de Horacio el arte de pintar con una sola palabra, de la lírica hebrea la riqueza y atrevimiento de las imágenes. No tomó por modelo a ningún poeta castellano; y él fue patriarca de la escuela de poesía castellana que podríamos llamar greco-latina, porque los que la siguieron se propusieron
imitar
el giro y locuciones de los antiguos; en cuanto lo permitiese la índole del idioma castellano. A esta
escuela
pertenecen San
Juan
de la Cruz, los Argensola, D. Esteban
Manuel
de Villegas y Quevedo cuando es bueno y no se deja arrastrar del
furor
de
conceptizar.
Entre sus composiciones
sagradas
la que le ha adquirido más celebridad, el breve canto a la
Ascensión del Señor
(Se lee). El plan es original. En lugar de cantar un himno de alegría al triunfo de la humanidad de J. C, sólo llora la aflicción de los discípulos, que se quedaban sin la presencia del Salvador. Este sentimiento tierno y justificado por el primer capítulo de los Hechos apostólicos llena toda la
oda,
y la llena él solo. Se anuncia desde la primera estanza.
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto?
¿Y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro? [5]
Desde la primera estanza se conoce que estamos ya en el país de la
perfección.
Armonía
correspondiente al sentimiento, versos flébiles y suaves, construcción
clara
y seguida, y sobre todo, ninguna palabra inútil.
Una de las cosas que más se han
celebrado
en Fray Luis de León es haber empezado esta oda por la conjunción y, que colocada en este sitio vale ella sola por una oda, porque da a entender el momento del cuadro que va a formar, que es el de subir el Salvador a los cielos. Y
tu
hace contraste con la
grey
que queda con
soledad
y
llanto.
La separación del adjetivo
puro
y del sustantivo
aire
se sufre rara vez en nuestra poesía, pero hase de advertir que Fray Luis de León quería
introducir
esta libertad en nuestra poesía, como la habían usado los
griegos
y latinos.
Seguro
sustantivo formado del adjetivo neutralizado a semejanza de los latinos y griegos.
Las estanzas siguientes expresan las razones del sentimiento: 1.ª, la ausencia del pastor querido; 2.ª, la imposibilidad de hallar nada agradable sin él; 3.ª, la falta de director que los guíe en la empresa que se les había encomendado.
La oda concluye por una
hermosa
apóstrofe a la nube, en que subía el Salvador, queriéndola detener con sus votos. Los últimos versos
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ¡ay!, nos dejas!
tienen una verdad de sentimiento y de expresión que no necesitan de ningún
adorno,
como en efecto no lo tienen. El
¡ay!
final es el argumento de toda la oda.
El poeta ha dicho lo que quería decir, lo ha dicho del mejor modo posible, y no ha dicho nada más, que es la perfección del
estilo.
Esta pequeñita
elegía
contiene bellezas de elocución muy relevantes. El verso de la segunda estanza,
a tus pechos criados,
hace alusión al pastor santo, que cría sus ovejuelas en su seno. También la hace al
apóstol
Juan, que estuvo en el seno del Salvador la noche de la Cena. Obsérvese la
propiedad
de los epítetos
desposeídos, bien hadados.
Obsérvese la
artificiosa
construcción de la tercera estanza, construcción transpositiva que permite variar el primer miembro de la estanza con respecto al segundo, y hace que puedan ambos tener diverso giro. Los dos últimos versos son de los más
perfectos
que hay en castellano.
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
¡Qué
propiedad
en el epíteto
sordo,
tomado aquí por lo que da un sonido bajo y destemplado!
Obsérvese la elipsis de la penúltima estanza, la
propiedad
y carácter descriptivo de las voces
freno, concierto, Norte
con respecto al
mar turbado,
al
fiero viento,
y al
viaje de la nave.
Y no hay que decir que la aglomeración de muchas metáforas sobre un mismo objeto es un defecto en poesía, porque realmente no hay más de una metáfora, que es la de la tempestad. Y no es culpa del poeta, que el asunto sea tan rico, que en una sola metáfora pueda presentar al Salvador como freno de los mares y de los vientos, y como norte seguro de la nave de la Iglesia.
En fin, obsérvese la cuerda constante de la armonía, que nunca se separa del tono flébil y lastimero. Obsérvense tantas
riquezas
de poesía y lenguaje, prodigadas con tanta discreción en un cuadro tan limitado. Obsérvese la
originalidad
del pensamiento y la facilidad y maestría de la ejecución; y nos convenceremos de que esta oda basta ella sola para colocar a Fray Luis de León entre nuestros poetas
clásicos.
Son clásicas, además de las poesías
sagradas,
que ya hemos leído, de Fray Luis de León, la que se intitula
Vida del cielo
en la colección de Fernández, en mi entender malamente (pág. 22)
2
.
La oda a todos los santos,
pág. 37
(La santiago,
pág. 42, no me parece tal) y menos la mayor parte de las
traducciones
de los salmos, excepto la del 45 (pág. 242), en estanzas de cuatro versos, la del 103 (pág. 266), que leímos en la lección pasada, y la del 26 (pág. 232). En cuanto al salmo 50, el título sólo de exposición basta para desacreditarla. En efecto, un poeta no expone, sino traduce.
La
traducción
de algunos fragmentos de Job contiene pedazos mejores que las traducciones de los Salmos; pero los pasajes
débiles
son demasiado frecuentes para que esta traducción pueda colocarse entre las poesías clásicas de Fray Luis de León.
Señor D. José Castillo, análisis de
la
Oda a todos los santos,
imitación
de Horacio.
Señor D. Juan Felipe Martínez, expondrá los pasajes de la traducción de Job, que merezcan conservarse como
modelos
clásicos de poesía.
1. El título no figura en el manuscrito. [Nota del editor]
2. Los números se refieren al vol. II de la Colección de trozos escogidos de Lista. [Nota del editor]