Título del texto editado:
“Concluyen las reflexiones sobre el Plan para una historia filosófica sobre la Poesía Española”
CONCLUYEN LAS REFLEXIONES SOBRE EL PLAN PARA UNA HISTORIA FILOSÓFICA DE LA
POESÍA
ESPAÑOLA
En la
escuela
española se colocan nuestros
cómicos
y
épicos.
Es verdad que la dramática española es enteramente de nuestra creación, pero ¿no son estos géneros distintísimos? ¿En qué se parece una comedia a una oda, ni en el plan, ni en las imágenes, ni en el estilo, ni en la dicción? Querrase decir que se llame española la secta de nuestros cómicos; que se llame enhorabuena española la de nuestros épicos; pero deberán colocarse aparte de los líricos, como quiera que son géneros muy diferentes. A esta clase cómica española pudiera agregarse como subalterna la de epigramatistas, que se pone como de segundo orden en el Plan, incluyendo en ella los poemas jocosos de la
Gatomaquía, Mosquea
y demás, los cuales son de un estilo cómico. Y, si agrada así, la tropa da nuestros comediógrafos pudiera distribuirse en varios órdenes distintos. Unos se han aventajado en las comedias que llamaban de capa y espada, otros en las heroicas, otros en las de figurón, &c. He aquí una división de escuelas sencillísima y notable, y de escuelas todas
españolas.
Después de haber dado idea del
Plan
que examinamos, pasa su autor a indicar las mezclas que pueden hacer los
secuaces
de cada escuela para perfeccionar su
estilo.
Este proyecto me parece demasiado abstracto y confuso, y capaz de embrollar la cabeza al que quiera proponerse tres o cuatro modelos que copiar a un tiempo. Quisiera yo de una vez arrancar este prurito de imitarse unos a otros, que ha reinado desde Homero hasta nuestros días, trabando el libre vuelo de los
ingenios.
La naturaleza es la que debe imitarse, la que debe estudiarse en si misma; y, ya que se nos quiera dar una guía acomodada a nuestro genio particular, para llegar más seguramente a la imitación de la naturaleza, ¿se hará bien en ofuscarnos en este camino con una multitud de conducidores, que cada uno sigue su rumbo diverso? En la imitación de Herrera convendrá variar su estilo uniforme y suavizar algún tanto su dicción. Esto lo entiende cualquiera que conozca el estilo y la dicción de Herrera; esto, dicho así, parece hacedero. ¡Pero cuánto no se confunden estas ideas queriéndolas medir a compás, y colocar simétricamente de este modo! ¿Convendrá templar la dicción de la escuela sevillana con la amenidad de la greco-hispana, o con la gallarda lozanía de la propiamente española? ,”A la de fray Luis de León (continua el autor del
Plan)
se le podrá añadir más sonoridad en el metro, algún poco de la greco-hispana, y poquísimo de la sevillana o española general”. O yo me alucino torpísimamente o estas mezclas forman un caos oscurísimo, capaz de cegar al más despierto principiante. Si algunos de mis lectores tienen su talento dispuesto a la manera que el mío, no necesitan pruebas de ello; solo de oír aquellas cláusulas se conoce por sentimiento esta confusión.
Dejando, pues, aparte estos reparos menores y las dudas que he suscitada sobre la pertenencia de algunos poetas a las escuelas que se les destinan; dejando aparte el número de estas cosas que no destruyen el pensamiento de la clasificación y que tal vez pudiera arreglar el que desempeñase el plan propuesto, recordemos solamente la primer dificultad que propuse y que toca más de cerca la substancia del
Plan.
La división de escuelas que él ofrece debería comprehender la muchedumbre de nuestros poetas; de lo contrario, no puede servir de cimiento para su historia. El inventor del
Plan
dice al fin que, si su pensamiento agradara, no le sería difícil reducir a las clases propuestas todos los poetas españoles. Del aprecio que debe el público a sus pensamientos puede bien esperarse este agrado; y, si así sucediese, debe esperarse también que el autor haga en cumplimiento de su oferta un breve ensayo de aquella reducción. En tanto, yo recelo mucho del éxito de esta tentativa. El carácter general de los poetas castellanos entrado el siglo
XVII
es haber escrito sin
estudio
y sin modelo, llevados de su genio e inclinación. ¿Y bastará esto para agregarlos a una escuela a quien nombremos propiamente española? En tal caso, casi todos pertenecerán a esta escuela, quedando los otros miembros de la división monstruosamente desiguales. ¿Y por qué Lope ha de ser el corifeo de esta escuela? Si la falta de artificio, si la naturaleza desnuda, que es la dote común a todos ellos, ha de ser la divisa de la escuela, esta desafectación y poco estudio se encuentra ya en los poetas anteriores a Lope. Si les superó este en riqueza y belleza, obra fue de su fecunda fantasía, la cual así como no aprendió de otro, así pudo mal enseñarla a sus discípulos.
Además, por eso mismo que han escrito nuestros poetas sin otra guía que su genio, son a veces muy diversos en sus
estilos,
cuanto han sido sus genios diferentes; así que no pueden colocarse en una escuela misma. Este, obrando por la naturaleza, muestra cierta lozanía de imaginación, otro manifiesta por la misma causa más vigor de fantasía, estotro más sutileza de ingenio, esotro más solidez y profundidad. ¿Quién ha de avenirlos y juntarlos en una clase? ¿Quién les señalará a su arbitrio los modelos que ellos nunca conocieron?
No es este negocio para decidirse en los cortos momentos que he dedicado yo a examinar el
Plan.
Puede ser que, visto de espacio, ofrezca otro aspecto distinto. Si así fuere, yo seré el primero en interesarme por su desempeño, y la
Nación
será deudora al autor del
Plan
de un hallazgo feliz, que fijará con la mayor exactitud el mérito de los poetas castellanos y trasladará su memoria venerable a los siglos futuros.