Título del texto editado:
“Aprobación del R. P. Jaime Rebullosa, del Orden de Predicadores”
[1]
APROBACIÓN DEL REVERENDO PADRE JAIME REBULLOSA, DEL ORDEN DE PREDICADORES
Son las
obras
de Lope de Vega tan
conocidas
por su
autor,
que bastará solo este sobrescrito por la mayor
aprobación
de
ingenio
y argumento de ningún
peligro
en materia de fe y buenas costumbres, si los santos concilios no dispusieran se hiciese esta cuidadosa diligencia para
imprimirlas.
Con ella he leído estos poemas de
La hermosura de Angélica,
Doscientos
sonetos
y
Dragontea,
por comisión y mandato del muy ilustre y reverendísimo señor Jerónimo de Vilana, doctor en ambos derechos, arcediano de Vallers y canónigo en la Santa Iglesia de Barcelona, oficial y vicario general por el muy ilustre cabildo de dicha iglesia, sede vacante. Y después de firmarme, como debo, en el voto de los varones tan graves, que por orden de los Consejos del rey nuestro señor los aprobaron en Castilla, diré que pluguiese a Dios emplease el autor la peregrina
habilidad,
felice
ingenio,
muchas
letras
y continuo
estudio
que por todas sus obras descubre en celebrar la belleza de las Angélicas del cielo, por no enterrar, mas granjear el talento que Dios le ha encomendado. Y tanta fe daría semejante sujeto tales cortes a su pluma, que veríamos en sus obras la diferencia. Muy buenos ingenios la celebran entre su
San
Isidro
y las demás, que echará de ver un ciego entre las de los más ilustres poetas de
Europa.
Y, si no, adviértase lo que va de las
Canticas de
amor
de Ausias March —catalán— a las
morales;
de los sonetos y canciones de Petrarca —toscano— a sus
Triunfos;
de la
Arcadia,
Églogas
y
Epigramas
de Sannazaro —napolitano— al
Parto de la
Virgen.
Y, por no decir de otros, de las
Rimas
con que Pierres Ronsard —francés— celebra a María de Stuard, a los demás versos, con que tan docto como pío llora las miserias de su siglo, descubre la fealdad de la herejía y se embravece contra los ministros que la enseñan. Esto he dicho, por no habérmelo querido perdonar el deseo; y aquello, por cumplir con mi comisión. Y así lo firmé de mi mano en Barcelona, en este Convento de Santa Catalina Mártir, de la Orden de Predicadores, l5 de febrero de 1604.
Fray Jaime Rebullosa