Información sobre el texto

Título del texto editado:
“El teatro a los lectores”
Autor del texto editado:
[Vega, Lope de (1562-1635)]
Título de la obra:
Parte catorce de las comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica y su notario descrito en el Archivio Romano y familiar del Santo Oficio de la Inquisición
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: Juan de la Cuesta/Miguel de Siles, 1620


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Fuentes
Información técnica





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El teatro a los lectores


No me canso de servir a vuesas mercedes, porque se han convertido en naturaleza mi deseo y mi oficio. Esta es la Parte catorce de las comedias que en mí se han representado, aunque en distintos tiempos, del autor cuyo es el título, y a quien debo, si no mis principios, mis aumentos en la lengua de España, facilitando el camino a los de más raros ingenios que me honran con sus escritos y le han seguido. Mayores cosas se pueden esperar de ellos, porque ya es tan fácil escribir una comedia de las que se usan fuera del arte que no se pueden librar los autores de la importunidad de los poetas.

Muchas parecen bien al vulgo junto que a cada uno de por sí desagradaran, culpa de los accidentes lo contrario, ya por las pasiones de los poderosos, ya por los defectos de la acción, de la memoria, de la destreza, del lugar, del calor, del frío, de la noche, de las voces, de los pechos y de la música; ya por venir los oyentes con disgustos, con divertimientos, con celos, con pérdidas, con pendencias, con determinada voluntad de que no han de alegrarse, o por otras diversas causas que por no cansar no digo y cada día se ven sobre mis bancos. Solían, no ha muchos años, irse de ellos tres a tres y cuatro a cuatro cuando no les agradaba la fábula, la poesía o los que la recitaban, y castigar con no volver a los dueños de la acción y de los versos. Agora, por desdichas mías, es vergüenza ver un barbado despedir un silbo como pudiera un pícaro en el coso, y otro pensar que es gracia tocar un instrumento con que pudiera en sus tiernos años haber solicitado cantar tiples.

Mísero yo, que veo desde mis tablas muchos hombres que para escribir una carta concertada no tienen entendimiento, y escarnecen y mofan de lo que algunos sabios agradecen, y sabiendo que son tan pocos los que escriben mis comedias, en lugar de animarlos con alabanzas los desmayan con vituperios. Teatro soy, pero en mi vida me reí de lo que no supe hacer, y cuando siento algún defeto y voy a decir algo, me reprehendo tácitamente y digo: «Yo soy maderos y tablas, anjeo y árboles, ¿quién me mete en juzgar de lo que los autores de estas fábulas estuvieron imaginando en sus estudios? Pues podría ser que alguno de estos me dijese alguna pesadumbre que me pesase, y en cifras o sin ellas diese ocasión a que me señalasen con el dedo en las notas que yo pienso que nadie sabe. Y pues no sé hacer otro tanto, más saben estos que yo. Si hoy no me dieren gusto, animados de mi cortesía, me la darán mañanas».

Con ser la virtud quien es, se burló Aristón Quío de su maestro Zenón porque dijo que no había cosa buena fuera de ella, ni mala fuera de su contraria, no dejando alguna para el medio —así lo refiere Tulio en una de sus Cuestiones— pues en cosas tan desiguales algo se ha de dejar de los estremos buenos y malos para el medio, y no condenarlo todo porque del todo no sea bueno, pues pocas cosas lo son ex omni parte —palabrita de latín es esta, perdonen, que los teatros y los pedantes tenemos licencia de encajar un latinito para conservar el crédito, aunque nos descuidemos de saber romance—.

Finalmente, si no admite Cicerón la opinión estoica que «summum bonum est, sine molestia uiuere», pasemos las que se ofrecen, ellos escribiendo y yo llamando a escucharlos, pues por lo menos de ellos y de mí se sacan tantos ejemplos con que venimos a ser de tan grande importancia a la República, sin apurar las historias, los tiempos, los reyes y los sucesos; pues como Aristóteles siente, «de exemplo non requiritur uerificatio, sed manifestatio», y lega a estado que podríamos decir lo que el mismo filósofo en su Poética: «ab exiguis fabulis et ab ridicula dictione, satyris exclussis, ad grauem habitum prouecta». Toda la poesía antigua es opinión de Ateneo que se dividía en escénica y lírica; luego digna de más estimación que algunos piensan, y no de ser tenida por nueva y de menos valor, en la parte ridícula, pues refiere Robortelio que esos tenían por mejores poetas «si iocos satyricos intermiscerent, quibus expectantium animi relaxarentur», de lo que se acuerda bien Horacio, cuando dijo: «tocum tentauit, etc.».

¡Sabrosa cosa es esto de latinizar! Ya me iba de uno en otro lugar aficionando a lo que reprehendo, pues pudiera haberlo dicho en mi lengua, tan noble, copiosa y rica como todas; aunque un cierto greguizante dijo que dejaba de romanzar un texto de Aristóteles porque hallaba para su declaración baja nuestra lengua, siendo certísimo que le leyó en la latina, que tan poco se diferencia de la nuestra, y al fin le declaró de suerte que se pudiera decir por él lo que Escalígero al que interpretaba aquel lugar de Catulo: «Marita tuum tamen», que más quisiera que le dejara depravado como estaba en la lección antigua «quam suum somnum nobis interpretaretur».

No hablo de lo que me deben los oyentes, pues siempre querría deberles cortesía, que las nuevas frases, locuciones, donaires y otras infinitas diversidades de exornaciones en nuestra lengua, de mí se saben primero que de los libros, a lo menos con la facilidad que la pintura muestra más presto en un lienzo una batalla que un coronista la refiere en muchas hojas. Soy estafeta brevísima de las sutiles y altas imaginaciones, que por la posta se las traigo al gusto por tan pequeño porte, y no contento de esto, también quiero que las gocen con más espacio, dándoselas impresas como las presento en esta parte. Dichoso yo, que no veré la cara que les ponen allá en sus aposentos como aquí en mis tablas, aunque quedo seguro que las defenderán, pues habiéndolas comprado ya son más suyas que mías, y los vaqueros también silban al toro después que le han vendido.





GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera