DISCURSO HECHO POR GONZALO DE ARGOTE Y DE MOLINA SOBRE LA POESÍA CASTELLANA CONTENIDA EN ESTE LIBRO
Aunque tenía acordado de poner las animadversiones siguientes en la poesía castellana en el libro que don Juan
Manuel
escribió en coplas y rimas de aquel tiempo, el cual placiendo a Dios sacaré después a luz, con todo me pareció tratar lo mesmo
aquí,
tomando ocasión de estos
versos,
que tienen alguna gracia por su antigüedad y por la
autoridad
del príncipe que los hizo.
COPLA CASTELLANA
REDONDILLA
Si por el vicio y holgura
la buena fama perdemos,
la vida muy poco dura,
denostados fincaremos.
De este lugar se puede averiguar cuán antiguo es el uso de las coplas
redondillas
castellanas, cuyos pies parecen conformes al verso trocaico que usan los poetas
líricos,
griegos y latinos.
Y cuanto más antigua sea que el verso español, vémoslo por la poesía de los griegos, los cuales las usaron guardando el mesmo número de sílabas que en nuestro castellano tienen, como hace el poeta
Anacreón
en muchas de sus
odas,
como en la segunda, cuarta y quinta, y en otras, y como también leemos en algunos versos de
Marciano
Capella en sus bodas mercuriales, y en algunos himnos de
Prudencio.
Los poetas cristianos más modernos dieron a este verso la consonancia que ya en la lengua vulgar tenía, como hizo santo
Tomás
al Himno del
sacramento.
Leemos algunas coplillas italianas antiguas en este
verso,
pero él es propio y natural de España, en cuya lengua se halla más antiguo que en alguna otra de las vulgares, y así en ella solamente tiene toda la gracia, lindeza y
agudez,
que es más propia del ingenio español que de otro alguno.
Los
poetas
franceses usan de esta composición con algo mejor garbo que los italianos, especialmente algunos modernos, y entre ellos el más excelente Ronsardo, el cual hizo algunas
odas
y canciones en este verso, pero aún no con aquella vivez que los muy vulgares nuestros.
En el cual género de verso al principio se celebraban en Castilla las
hazañas
y proezas antiguas de los reyes; y los trances y sucesos así de la paz como de la guerra; y los hechos notables de los condes, caballeros e infanzones, como son testimonio los
romances
antiguos castellanos, así como el del rey Ramiro, cuyo principio es:
Ya se asienta el rey Ramiro,
ya se asienta a sus yantares,
los tres de sus adalices
se le pararon deante:
mantenga vos Dios el rey; [5]
adalides, bien vengades.
Y algunos en vascuence como el
romance
de Esteban de Gariuay y Çamalloa trae en su historia que con gran diligencia y estudio compuso, donde se demuestra su mucha
lección
y notica de las cosas de España, que dice así:
Mila urte igarota
ura vede videan
guipuezcoarroc sartu dira:
gazteluco echean.
Nafarronquin batu dira: [5]
beotibaren pelean.
Es romance de una
batalla
que Gil López de Oña, señor de la casa de Larrea, dio a los navarros y a don Ponce de Morentana, su capitán, caballero francés, año de mil y trescientos y veinte y dos, cuya significación en castellano es que, aun pasados los mil años, va el agua su camino y que los guipuzcoanos habían entrado en la casa de Gaztelu, y habían rompido en batalla a los navarros en Beotibar. En los cuales
romances
hasta hoy día se perpetúa la memoria de los pasados y son una buena parte de las antiguas
historias
castellanas, de quien el rey don Alonso se aprovechó en su historia, y en ellos se conserva la antigüedad y propiedad de nuestra lengua.
La cual manera de cantar las
historias
públicas y la memoria de los siglos pasados pudiera decir que la heredamos de los
godos,
de los cuales fue costumbre, como escribe Ablavio y Juan Upsalense, celebrar sus hazañas en cantares, si no entendiera que esta fue costumbre de todas las gentes, y tales debían ser las
rapsodias
de los griegos, los areitos de los indios, las zambras de los moros y los cantares de los etíopes, los cuales hoy día vemos que se juntan los días de fiesta con sus atabalejos y vihuelas roncas a cantar las alabanzas de sus pasados, los cuales todos parece [sic] que no tuvieron otro misterio que este, pero esto terna más oportuno lugar en otro tratado que el presente.
Volviendo al propósito, los castellanos y catalanes guardaron en esta composición cierto número de pies ligados con cierta ley de consonantes, por la cual ligadura se llamó
“copla”,
compostura cierto graciosa,
dulce
y de agradable
facilidad
y capaz de todo el ornato que cualquier verso muy grande puede tener, si se les persuadiese esto a los poetas de este tiempo que cada día la van olvidando por la gravedad y
artificio
de las rimas italianas, a pesar del bueno de
Castillejo,
que de esto graciosamente se queja en sus coplas, el cual tiene en su favor y de su parte el ejemplo de este príncipe don Juan
Manuel
y de otros caballeros muy principales castellanos, que se pagaron mucho de esta composición, como fueron el rey don
Alonso
el sabio, el rey don Juan el segundo, el marqués de Santillana, don Enrique de Villena y otros, de los cuales leemos coplas y
canciones
de muy
gracioso
donaire.
A lo menos los ingenios devotos a las cosas de su nación y a la
dulzura
de nuestras coplas castellanas (de los cuales florecen muchos en esta ciudad) son en cargo a la buena memoria del reverendísimo don
Baltasar
del Río, obispo de Escalas, que mientras duraren sus
justas
literarias no dejaran las
coplas
castellanas su prez y reputación por los honrados premios que instituyó a los que en este género de habilidad más se aventajasen. Lo cual ha sido ocasión de que esta ciudad sea tan fértil de felices ingenios de
poetas
que han ganado muchas veces premios en estos nobles actos de poesía, como el buen caballero Pero
Mejía,
grande ornamento de su patria, que entre otras partes de buenas letras que tenía, como dan testimonio sus obras tan conocidas aun en las naciones y lenguas
extranjeras,
no se desdeñó de este apacible ejercicio. Y el ingenioso
Iranzo
y el terso Cetina, que de lo que escribieron tenemos buena muestra de lo que pudieran más hacer y lástima de lo que se perdió con su muerte, lo cual colmadamente se compensaba con el raro
ingenio
y felicísima gracia del buen
licenciado
Tamariz,
si sus
estudios
más graves y ocupaciones tan santas e importantes le dieran licencia a dejarnos algunas graciosas prendas de este género de habilidad, en que él solía deleitarse en las horas del extraordinario pasatiempo. Perdimos con su muerte un raro ejemplo de virtud y discreción y una grande facilidad de
ingenio
para todo lo que quería, con una riqueza de muchas facultades y artes que lo hacían más excelente, de todo lo cual lo menos será su agradable
poesía
latina y vulgar, que pudiera ser principal caudal de otros sujetos. Quédonos en lugar de esto la pena de su apresurada muerte, con un vivo deseo y perpetua memoria de su virtuoso nombre que nunca se acabara mientras vulere [sic] cortesía y gusto de buenas letras. No hago memoria de otros muchos valientes justadores que ahora viven, que no solamente en esta liza podían romper lanza, sino en todo trance de poesía ganar mucho nombre porque sus justas alabanzas merecen no resumirse en tan breve tratado.
VERSOS GRANDES
Non vos engañedes, nin creades que en donado
faze home por otro su daño de grado.
Usábase en los tiempos de este príncipe en España este género de
verso
largo, que es de doce o de trece y aun de catorce sílabas, porque hasta esto se extiende su licencia. Creo lo
tomaron
nuestros poetas de la poesía francesa, donde ha sido de antiguo muy usado, y hoy día los franceses lo usan haciendo consonancia de dos en dos o de tres en tres o de cuatro en cuatro pies, como los españoles lo usaron, como se parece en este ejemplo de una
historia
antigua en verso del conde Fernán González que yo tengo en mi museo, cuyo discurso dice así:
Entonces era Castilla un pequeño rincón,
era de castellanos Montedoca mojón
y de la otra parte Fitero fondón
moros tenien Carraço en aquella sazón.
Era toda Castilla solo un alcaldía, [5]
manguer era poca y de poca valía,
nunca de hombres buenos ella fue vacía:
de cuales ellos fueron, parece hoy en día.
Varones castellanos, fuera su cuidado
llegar su señor a más alto estado [10]
de un alcaldía pobre hiciéronla condado,
tornáronla después cabeza de reinado.
Hubo nombre Ferrando el conde primero,
nunca hubo en el mundo a tal caballero,
fue este para moros mortal omicero [15]
decíenle por las lides “el buitre carnicero”.
En algunos
romances
antiguos
italianos y en poetas heroicos se hallan estos versos, pero con la ley de consonantes que guardan las octavas rimas, pudo ser que todos los tomasen de la poesía bárbara de los árabes, los cuales le usan como vemos en este ejemplo que
Bartolomé
Georgie Viz peregrino, en el libro que escribe de las costumbres y religión de los turcos trae, que dice así:
Birechen bes ora eisledum derdumi
yaradandan istemiscen jardumi
terach eiledum zahmanumi gurdumi
neileim jeniemezum glun glumi.
Que
traducidos
en castellano dicen así:
De una de mis cuitas he hecho cincuenta
al criador acorro en esta sobrevienta
demandándole ayuda en tan gran tormenta
de regalo de mi patria no hago ya cuenta
que haré que no puedo vencerme en esta afrenta. [5]
Son versos turquescos amorosos dedicados a la diosa de los
amores
que los turcos en su lengua llaman Asich, y de esta cuantidad son algunos cantares lastimeros que oímos cantar a los moriscos del reino de Granada sobre la pérdida de su tierra a manera de
endechas,
como son:
Alhambra hanina gualcoçor taphqui
alamayarali, ia Muley Vuadveli
ati ni faraci, guadarga ti albayda
vix nansi nicatar, guanahod Alhambra
ati ni faraci, guadarga ti didi [5]
vix nansi nicatar, guanahod aulidi
aulidi fi Guadix, Vamarati fijol alfata
ha hati di noui, ya seti o Malfata
aulidi fi Guadix, guana fijol alfata
ha hati di noui, y a seti o Malfata. [10]
Esta canción lastimosa que Muley Vuabdeli, último rey Moro de Granada, hace sobre la pérdida de la real casa del Alhambra cuando los Católicos Reyes don Fernando y doña Isabel conquistaron aquel reino, la cual en
castellano
dice así:
Alhambra amorosa, lloran tus castillos,
¡oh, Muley Vuabdeli!, que se ven perdidos,
dadme mi caballo y mi blanca adarga
para pelear y ganar la Alhambra;
dadme mi caballo y mi adarga azul [5]
para pelear y librar mis hijos.
Guadix tiene mis hijos, Gibraltar, mi mujer;
Señora Malfata, hicísteme perder
en Guadix mis hijos y yo en Gibraltar,
señora Malfata, hicísteme errar. [10]
Quien quisiere saber la cuenta y razón de este
verso
lea la
Gramática española
del
maestro
Antonio de
Lebrija,
donde en particular se trata. Los ingenios de ahora como son algo
coléricos
no sufren la lerdez y espacio de esta compostura por parecer muy
flemática
y de poco donaire y arte, aunque en los antiguos autores da algún contento y debe ser por la antigüedad y extrañeza de la lengua más que por el artificio.
VERSO ITALIANO
Non aventures mucho tu riqueza
por consejo del hombre que ha pobreza.
Este género de
verso
es en la cantidad y número conforme al
italiano
usado en los sonetos y tercetos de donde parece esta composición no haberla aprendido los españoles de los poetas de Italia, pues en aquel tiempo, que ha casi trescientos años, era usado de los castellanos como aquí parece, no siendo aún en aquella edad nacidos el
Dante,
ni Petrarca, que después ilustraron este género de verso y le dieron la
suavidad
y ornato que ahora tiene. En estos mismos tiempos leemos haber florecido muchos poetas notables españoles, provenzales, que en él escribieron, cuya lengua de aquel tiempo se conformaba con la castellana muy antigua; y así, los versos y
poesía
fue [sic] semejante, como fue
Mossen
Iordi, caballero cortesano del rey don Jaime que ganó a Valencia y se halló con él en el pasaje de ultramar, año de mil y doscientos y cincuenta, poco más, a quien no solamente imitó el
Petrarca
en muchas cosas, pero aún se hallan algunos muy honrados
hurtos
entre sus obras, como dice Per
Antón
Beuther Valenciano, en el prólogo de la crónica que hizo de España.
Dice
Monsen
Iordi:
E non he pau, y non tinch quim guarreig;
vol sobrel cel, y non movi de terra;
e non estrench res, y tot lo mon abras
hoy he de mi, y vul altri gran be
sino amor dons aço que será. [5]
Dice
Petrarca:
Pace non trovo e non ho da far guerra,
e volo sopral cielo, e ghiaccio en terra,
e nulla stringo, e tuttol mondo abbraccio,
e ho in odio me stesso, e amo altrui
si amor non he, che dunque e quel que io sento.
También floreció en aquel tiempo otro caballero llamado
Monssen
Febrer que hizo unos
sonetos
describiendo una gran
tormenta
que desbarató la armada del dicho rey don Jaime en la expedición que hacía a la Tierra Santa, de más del muy famoso Ossías [sic]
March,
tan celebrado entre los poetas catalanes y de la Provenza.
Llaman endecasílabo a este
verso,
porque tiene once sílabas, si no cuando fenece en acento agudo, que entonces es de diez, como en este ejemplo de
Bneutroscán:
“aquella reina que en la mar nació”. O cuando acabare en dicción que tiene el acento en la antepenúltima, que entonces tiene doce sílabas, como en este lugar de
Garcilaso:
“el río le daba de ello gran noticia”.
Y como son todos los
versos
que llaman esdrújulos, que son semejantes a los que los
griegos
y latinos llaman coriámbicos, asclepiadeos, el cual esdrújulo es muy usado en las
Bucólicas
del
Sannazaro.
Los otros comunes son de la medida de los endecasílabos de
Catulo.
Las leyes de consonancia con que se combina este género de pies en los
sonetos,
rimas y canciones es cosa muy sabida y resérvase para otro tratado. Es verso grave, lleno, capaz de todo ornamento y figura, y, finalmente, entre todos géneros de versos le podemos llamar “heroico”. El cual, al cabo de algunos siglos que andaba desterrado de su naturaleza, ha vuelto a España, donde ha sido bien recibido y tratado como natural, y aun se puede decir que en nuestra lengua, por la elegancia y
dulzura
de ella, es más liso y sonoro que alguna vez parece en la italiana.
No fueron los primeros que lo restituyeron a España el
Boscán
y Garcilaso, como algunos creen, porque ya en tiempo del rey don Juan el segundo era usado, como vemos en el libro de los
sonetos
y canciones del marqués de
Santillana,
que yo tengo; aunque fueron los primeros que mejor lo trataron, particularmente
Garcilaso,
que la
dulzura
y lindeza de conceptos, y en el arte y
elegancia
no debe nada al
Petrarca,
ni a los demás excelentes poetas de Italia.
VERSOS MAYORES
Si Dios te guisare de haber seguranza,
pugna cumplida ganar buena andanza.
Llaman versos mayores a este género de
poesía
que fue muy usada en la memoria de nuestros padres por lo mucho que en aquellos tiempos agradaron las obras de Juan de Mena, las cuales, aunque ahora tengan tan poca reputación cerca de hombres doctos, pero quien considerare la poca noticia que en España había entonces de todo género de letras y que nuestro andaluz abrió el camino y alentó a los no cultivados ingenios de aquella edad con sus buenos trabajos, hallará que con muy justa causa España ha dado el nombre y
autoridad
a sus obras, que han tenido y es razón que siempre tengan, a cerca de los ingenios bien agradecidos. Este género de
poesía,
aunque ha declinado en España después que está tan recibida la que llamamos italiana, pero no hay duda si no que este verso tiene mucha gracia y buen orden y es capaz de cualquier cosa que en él se tratare, y es antiguo y propio castellano, y no sé por qué mereció ser tan olvidado siendo de número tan
suave
y fácil.