Título del texto editado:
Epístolas satisfactorias. Una, a las objeciones que opuso a los poemas de don Luis de Góngora el licenciado Francisco de Cascales, catedrático de Retórica de la santa Iglesia de Cartagena, en sus “Cartas filológicas”. Otra, a las proposiciones que, contra los mismos poemas, escribió cierto sujeto grave y docto,
Epístola I, capítulos 6 y 7.
Título de la obra:
Epístolas satisfactorias. Una, a las objeciones que opuso a los poemas de don Luis de Góngora el licenciado Francisco de Cascales, catedrático de Retórica de la santa Iglesia de Cartagena, en sus “Cartas filológicas”. Otra, a las proposiciones que, contra los mismos poemas, escribió cierto sujeto grave y docto.
Número
6.
*
*
La objeción quinta es que
"la oscuridad de estos poemas no nace de su recóndita doctrina."
Dificultosamente persuadirá esto vuestra merced, porque dijo antes que
"los entiende por los secretos de naturaleza, fábulas, historias, propiedades de plantas y animales y piedras, por los usos y ritos de varias naciones que tocan."
Si esta no es recóndita doctrina, suplico a vuestra merced me diga cuál es, que yo por tal la tengo y aprobado el usarla por vuestra merced, y se da a entender que
"sin la noticia de estas cosas no entendiera estos poemas."
Luego ¡oscuros serán para el que no las supiere! Con evidencia se prueba esta consecuencia de la primera causa que vuestra merced da de la oscuridad no viciosa, que es
"la que proviene de alguna doctrina exquisita."
Luego si los poemas de don Luis la tienen (como dice vuestra merced), son oscuros por ella, como por los
hipérbatos
y metáforas. Según la suya, parece que gusta que entendamos le aplace lo que dijo
Horacio:
O Laertiade, quidquid dicam, aut erit aut non:
diuinare etenim magnus mihi donat Apollo.
Probado, pues, que pueden ser oscuras estas
obras
por la doctrina y voces nuevas, probaré que con las voces y doctrina, con las transposiciones y metáforas, son claras, con sólo un entimema, cuyo antecedente es texto de vuestra merced, con atención trasladado, que dice:
"en este soneto"
(del referido habla)
"sólo el postrer verso es oscuro, para quien no supiere que Tíbur fue lugar sanísimo y Cerdeña, enferma y pestilente; sabido esto no tiene el verso oscuridad ninguna."
Este es el antecedente, y mi consecuencia esta: luego sabida la significación de las voces nuevas de los poemas de don Luis y su doctrina y virtudes poéticas, que es lo que la causa, no tienen oscuridad alguna. Luego ¡son claros! Parece que oigo decir a vuestra merced
"concedo consequentiam,"
aunque es totalmente opuesta
a diametro
a sus objeciones: ¿qué cosa hay más oscura al entendimiento que
aquella
que ignora? Ni ¿qué más clara que la que sabe? Y si dice vuestra merced que ha entendido estos poemas, luego ¿son inteligibles? Lo que es inteligible, entendido, queda claro. Pues si queda claro y son inteligibles, no pueden ser
"incomprehensibles enigmas ni poesía ciega ni ambagiosa,"
como ha dicho. Ni les comprehende la autoridad de
Quintiliano:
"pessima uero sunt quae uerbis aperta occultos sensus habent uel occulto sensu sunt,"
como leyó vuestra merced, ni otras de este mismo tenor que alega.
Número 7.
La sexta objeción, que llamé indiferente, opone vuestra merced diciendo que
"también queda confusa la frase con la falta de los artículos, que son forzosos en nuestra lengua, so pena de hablar vascongado."
Y lo ejemplifica con este verso:
En tablas dividida, rica nave.
Y lo construye:
En tablas dividida la rica nave,
añadido el artículo
la.
Pues construya:
"rica nave dividida en tablas besó la playa."
Y verá vuestra merced cómo es superfluo el artículo. Don Luis no los quita, sino los excusa donde no hacen falta. Veámoslo en el segundo ejemplo que alega vuestra merced por su parte:
Ninfa de Doris hija, la más bella,
adora, que vio el reino de la espuma.
Y construye:
Adora a la hija de Doris, la más bella
ninfa que vio el reino de la espuma,
añadiendo el artículo
la
y la preposición
a,
pues dice
"a la hija,"
anteponiendo el apósito, que es
"hija de Doris,"
al acusativo propio y principal, que es
"ninfa la más bella."
Pues construya vuestra merced:
"Polifemo"
(de quien habla y es la persona que hace)
"adora la más bella ninfa, hija de Doris, que vio el reino de la espuma."
Y sobrarán el
la
y el
a,
que añade, sin que la oración quede vascongada. Con ejemplos lo probaré. Bien decimos, claro y con elegancia,
"sigo virtudes, huyo daños,"
sin artículo ni preposición, diciendo
"sigo a las virtudes, huyo de los daños,"
porque sobran, pues sin ellos se habla claro; lo mismo es
"adora a la hija."
Demás de esto, don Luis puso al artículo en su lugar y dijo:
Adora la más bella ninfa,
que es el sustantivo con su epíteto,
"bella,"
y
"hija de Doris,"
su apósito. Probarelo, si vuestra merced no pierde el respeto a Quintiliano, que dice:
"necesse est semper ut id quod est appositum, si a proprio diuiseris, per se significet et faciat antonomasiam."
Así es en esta oración,
"hija de Doris,"
pues, dividido del acusativo propio, de quien es apósito (a diferencia del epíteto), sin ayuda de otra voz, significa por sí ‘alguna hija de Doris’, que es la condición primera del apósito, y hace antonomasia, que es la segunda, porque por ser la más hermosa hija se entiende a Galatea, entre las ciento que la da
Virgilio,
4,
Geórgicas,
Propercio, libro 3, elegía 7, Ovidio, 3,
Amores,
elegía 6, o entre las cincuenta que la da
Homero,
que, refiriendo sus nombres, a ella sola le da epíteto de hermosa:
Dorisque et Panope et formosa Galatea.
De lo mismo se precia ella por
Luciano:
"at ego"
(dice)
"omnium uisa sum formosissima."
Luego es apósito y no con poca erudición la llamó don Luis
"ninfa la más bella,"
la cual voz no significa por sí, porque como es específica, sin ayuda de otra que la haga numérica, no se puede entender quién es la
ninfa
ni significar por sí y por consiguiente, ni hacer antonomasia. Luego no es apósito y es preciso que lo sea
hija de Doris,
que guarda sus condiciones; y
"ninfa la más bella,"
no.
Supuesto, pues, que estas oraciones no tienen
"falta de artículos,"
como vemos, no queda oscura la frase ni don Luis los quita
"donde son forzosos."
Y es cosa muy distinta excusarlos donde no son precisos de añadirlos para mayor claridad en la oración: excúselos el que la compone, que su oficio hace, y también el que la construye en suplirlos, pero no donde estén superfluos, o le podrán decir lo que
Cicerón:
"uerum tamen, quoniam non Aristharcum te, sed Fallarim grammaticum habemus, qui non notam apponas ad malum uersum, sed poetam armis persequare, scire cupio quid tandem in isto uersu reprehendas."
Y porque vuestra merced no me alegue que excusar los artículos es
"ajeno de nuestro lenguaje,"
como dijo de las transposiciones, vea estos versos de
Garcilaso:
Gentes, costumbres, tierras he pasado.
Por:
"he pasado las tierras"
etc.
Y levantó del río espuma al cielo.
Por:
"levantó la espuma"
etc. Y otras muchas hay. Y don Luis no se atrevió tanto, pues no quitó el artículo, sino le excusó.
Cuanto al decir que se habla vascongado quitando los artículos y que lo fueran los poemas de don Luis, yo lo concedo, si se construyera
"adora hija de Doris,"
pero no se construye, sino
"adora la más bella ninfa,"
y aquí artículo tiene. Pero ¿qué lengua más vascongada que la del soneto referido de su amigo de vuestra merced? Donde, no supliéndole artículos, habla de esta suerte:
"la que a Dios alcanzó en disfraz humano"
(que es la muerte)
"quebranta escudo, quebranta cetro, quebranta maza."
Según lo cual, con la suposición de mi sospecha de que es de vuestra merced, porque lo dejó anónimo, o con la doctrina de que
"amicus est alter ego,"
pues reprueba en otros poemas lo que apenas ve y lo mismo que usa y aprueba tanto en los suyos, bien le aplicaré lo que dijo
Horacio:
Cum tua peruideas occulis mala lippus inunctis,
cur in amicorum uitiis tam cernis acutum?