Epístola a Montemayor
Señor
Montemayor,
esotro día,
antes de venir
vos,
vino a mi
mano
un
libro
que por
vuestro
se
vendía.
A do cumplistes como buen
cristiano
lo que dijo san
Juan
de vuestro nombre, [5]
pues de monte os tornastes valle y
llano.
Primero, con la fama y el renombre,
aguardaba una obra prima y lisa,
mayor, Montemayor; que el sobrenombre.
Después cumplió el refrán que
Horacio
avisa [10]
diciendo: “Parirá el monte preñado
y nascerá un ratón que cause
risa”.
Fue entonces
vuestro
libro
bien librado
solo por estar vos, señor,
ausente,
en cuyo amparo él fuese
amparado.
[15]
Desque vide que estáis, señor, presente,
quise escribir en suma lo que
siento,
o al menos lo que menos se
consiente.
Musas del sacro monte, dadme aliento
contra las deste monte, que yo os juro [20]
que piensan
de
hurtar
vuestro ornamento.
De la suerte que el ángel
triste
obscuro
por
engañarnos
transformarse suele
en un ángel de luz glorioso y puro,
es
vuestro
libro tal que me compele [25]
a que yo le
condene
y le dé pena,
y si juzgare
mal,
dezí que
apele;
que oxalá fuera tan perfecta y buena
la
sentençia
que trata, que sigura
fuera de la que agora le
condena.
[30]
Porque
ella
va sin orden, tosca,
obscura,
y venido a mirar qué es el
concepto,
sería menos mal a ser
locura.
Dijistes
que en saliendo el sol perfecto;
¿cuál imperfeto hay? Tampoco es bueno [35]
si acaso lo ponéis por
epíteto.
Tenéis también, señor, el libro
lleno
de vocablos
latinos,
que aquí enseño:
adjutorio, amicicia, audacia y pleno.
Hay
verso
del tamaño o más que un leño, [40]
que no miraréis
vos
de que se cobre
de allí para complir otro pequeño.
Pudiera yo
decir:
“No es bien que sobre
y se pierda el valor de aqueste
ungüento,
que mucho mejor fuera darlo al pobre”. [45]
Impropiedades
hay de ciento en ciento,
do se cometen
vicios
nunca oídos;
pues ya los asonantes son sin cuento.
Los bordones usados,
conoscidos,
a lo menos el muy, que este es tan
vuestro
[50]
que un
verso
tiene
dos
dellos asidos.
No os enojéis, señor, si en esto os muestro,
porque vos
no
sabéis
en esto tanto
que no hayáis menester algún
maestro.
Dirá
vuestro
cabildo
(y no me espanto) [55]
que sabéis más que
yo,
porque ante Mida
el dios Pan excedía a
Apolo
en canto.
Mas dejando esa
gente,
que es perdida,
toquemos en la
glosa
que hecistes
del
Alma,
do la vuestra fue
adormida.
[60]
No os espantéis que diga que os
dormistes,
que así Dios os dé vida, honra y fama
que
debistes
soñar lo que escrebistes.
Ved que para venir a decir dama
os trajo
fatigado
el consonante [65]
hasta que os acostastes en la cama.
De las farsas no digo, que un farsante
licencia
tiene para aquello y esto,
y aun para dezir vos al Rey delante
Ya me pareçe que os contemplo el
gesto
[70]
y os veo estar taxcando con la boca,
montés jabalí en estrecho puesto,
que si la aguda
lanza
bien le toca,
tras del diestro jinete que la tira
arremete con furia brava y loca. [75]
Aquí mi
carta
acabe y vuestra ira,
porque si me llamáis a
desafío,
no
pierdo
aunque no salga, si se mira.
Y si acaso en
aquesta
que os envío
os parece que voy
desvariado,
[80]
no os espantéis, señor, si desvarío,
pues tantos de los vuestros he
contado.