[Carta de Pedro de Valencia que escribió a don Luis]
Algunos
han venido a
mí
como a mancomunado con vuestra merced y
obligado
al saneamiento de esta obra, porque la he
loado
por escrito y de palabra y loo siempre. Yo salgo de buena gana a la
demanda,
y me muestro parte; y, después de haber respondido a lo que
oponen,
digo que, aunque concedemos algunas ligeras
culpas
de
oscuridad,
extrañeza o novedad, estas mismas culpas (si lo son en la
poesía)
son desengaños de valentía, de
ingenio
en todos los escritores excelentes, no solo en los poetas, Homero, Píndaro,
Arquíloco,
sino en los oradores y filósofos, Platón, Jenofonte, Heródoto, Tucídides. Porque los muy compostecicos y medidos con el
arte,
que no pasan del pie a la mano, son los ingenios
cortos,
que, como una tierra arenisca, no produce grandes mieses ni cardos crecidos, sino se cubre apenas de hierbecilla ordinaria y se engalana con unas florecillas viles de los ejidos. A la
oscuridad
digo que no comparen a vuestra merced con
Homero,
sino con Píndaro, el más grandílocuo de los poetas y casi
inimitable,
que, corriendo tan claro como cualquier arroyuelo, el raudal de su corriente y su profundidad lo oscurece y casi lo hace inaccesible, y que no se pudiera pasar sin la barca o puente de los
escolios
antiguos que han quedado sobre él.