Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo I. [Biografía de] Cristóbal de Mesa”
Cristóbal de Mesa, clérigo
presbítero,
nació en la villa de Zafra, provincia de Extremadura, aunque el año se ignora, pero del contexto de sus impresiones se infiere que fue a los fines del siglo XVI, pues tenemos su
poema
de
Las Navas de Tolosa
impreso
ya en 1598. Lo que de él se sabe es que estuvo en Roma, adonde conoció y
trató
con grande
familiaridad
al célebre Torcuato
Tasso
por espacio de cinco años, y que volvió después y murió en España (aunque no sabemos el lugar ni el año), perseguido siempre de la desgracia, suerte común de los
grandes
ingenios. El suyo fue de los buenos de su tiempo, y muy feliz en las
traducciones
de las
Églogas,
las
Geórgicas
y la
Eneida
de
Virgilio,
y en la
Ilíada
de Homero, que vio
manuscrita
don Tomás Tamayo, según asegura don Nicolás Antonio, como también en otras de Ovidio y Horacio. No fue menos en las obras
propias
particularmente en las
líricas,
donde hay cosas muy
estimables;
pero
no
lo fue tanto en la
epopeya,
a que más le inclinó su
genio,
escribiendo tres poemas heroicos que intituló:
La restauración de España,
Las Navas de Tolosa
y
El patrón de España,
aunque parece
debiera
haberse aprovechado más del largo
trato
y
comunicación
que tuvo con su grande amigo y maestro Tasso. Igual fortuna corrió la poesía
dramática,
cuando compuso su
Tragedia de Pompeyo,
que
publicó
al fin de las
Églogas,
Geórgicas y otras rimas.
Este es su elogio en el
Laurel de Apolo:
Y Cristóbal de Mesa,
trípoda de las
musas
y las gracias
(¡oh, letras, pocas veces sin desgracias!)
llama para ganar tan alta empresa:
que cuando mires tanta copia
impresa
y tan alta virtud sin
premio
mires,
imposible será que no suspires,
que sigue pocas veces o ninguna
a la
virtud
la próspera fortuna.