Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo V.[Biografía de] Alonso de Ledesma”
Alonso de Ledesma nació en la ciudad de Segovia, año de 1552. Se carece de todas las noticias acerca del nombre de sus
padres,
de la calidad de su
familia,
de sus estudios, estado y demás hechos civiles; solo que fue vecino de dicha ciudad hasta su muerte, acaecida en el año de 1623, a los
71
de su edad. Por esto se reducirá igualmente la noticia de este
poeta
a la del número y calidad de sus obras
impresas,
que son las siguientes:
Conceptos espirituales,
divididos en tres partes e impresos varias veces en distintas
ciudades
de España;
Juegos de Nochebuena;
El monstruo imaginado;
Epigramas y jeroglíficos a la vida de Cristo, festividades de Nuestra Señora,
Excelencias
de santos y grandezas de Segovia;
Epítome de la vida de Cristo en discursos metafóricos.
Todas estas obras son
poéticas
y reducidas a la clase mística y
sagrada,
según lo enuncian los títulos, y todas acomodadas a su
genio,
el cual le hizo fundarlas en una continuada y pura
metáfora,
que, aunque introducida con oportunidad y moderación, es una de las mejores galas del
estilo
poético, pero usadas con tal profusión,
fastidian
y empalagan el gusto menos delicado, fuera de que es imposible que salgan todas justas y proporcionadas. De este
abuso
procede por lo regular el que se experimenta con igual frecuencia en nuestro autor, tan común en su tiempo a todos los que sostenían el partido o secta de los conceptistas, y es fundar todo el mérito y primor de sus composiciones en conceptos
pueriles,
equívocos fríos, sentencias por lo común
falsas
y vacías de sentido, y juegos del vocablo, abusos menos disimulables en la seriedad que
piden
los asuntos místicos y sagrados. En medio de esto se hallan en dichas obras pensamientos muy
delicados,
muy devotos y muy felices que
acreditan
el
genio
poético y la piedad de nuestro autor, y su noble y castizo lenguaje. No se le ocultó su nombre a Lope de Vega en su
Laurel de Apolo
por el
elogio
siguiente, estimable por lo arreglado, conciso y feliz en los consonantes:
¡Oh, tú, que entre peñascos, blando Eresma,
parece que te agobia
el peso de la puente de Segovia!,
celebra
el claro nombre de Ledesma,
pues corres satisfecho
que no fue tu cristal más que su pecho.