Título del texto editado:
“Noticia de los poetas castellanos que componen el Parnaso español. Tomo IX.[Biografía de] don Baltasar Elisio de Medinilla”
Baltasar Elisio de Medinilla nació en la ciudad de Toledo, año de 1585, pero ignóranse las circunstancias de su calidad.
Estudió
con grande
aprovechamiento
y opinión, e inclinado al dulce comercio de las
musas
latinas
y
castellanas,
en las cuales siguió el estilo y
escuela
de Lope de
Vega,
su modelo, su
maestro
y su guía, solo consta su desgraciada y lastimosa muerte, sucedida en lo más florido de su
juventud,
e inocentemente, sin que se sepa el sitio, el tiempo y las demás circunstancias de este trágico acontecimiento, ni quedándonos más noticia que la de que aún vivía por los años de 1617, en que concluyó su
devoto
y
elegante
Poema de la Concepción de la Virgen Nuestra Señora,
y a los 32
años
de su edad. Lo que nos ha quedado son las pruebas de su
claro
e ilustre
ingenio,
con todos los requisitos y disposiciones necesarias para haber sido uno de los más
famosos
poetas de la nación, con lo que no solo hubiera competido, sino tal vez
aventajado
a su
contemporáneo
y
maestro,
ya que no en la abundancia de sus composiciones (que esto no ha sido superable a ninguno), en el
decoro,
erudición y artificio de ellas, pues por lo que hace a la
elegancia
de sus versos y a la
pureza
de su estilo, ya lo tenía conseguido desde los principios. Las obras que se conocen de este
gallardo
y
desgraciado
ingenio
son: el
Poema de la limpia Concepción de la
Virgen
nuestra señora,
en octavas,
impreso
en Madrid, 1618;
Rimas
y prosas,
1 tomo en 4º, que no se ha
publicado;
Discurso
del remedio de las cosas de Toledo,
1 tomo en folio, que también quedó
manuscrito.
De ningún otro poeta podremos insertar con más razón que de nuestro Elisio el
elogio
que le hace por tantas causas su apasionado y maestro Lope en su
Laurel de Apolo
en los términos siguientes, que por lo expresivo y dilatado, recompensará la escasez de sus noticias:
Mas ya las santas
musas
apercibe
aquel que muerto en mi memoria vive,
y siempre
vivirá
con dulce canto
que me deshace el alma en tierno llanto:
Elisio Medinilla,
a quien las verdes selvas lastimadas
diciendo están por una y otra orilla:
aquí por estas peñas enramadas
cantó la
Concepción
en
alto
estilo,
mientras que yo del parto de María
la noche felicísima escribía.
El
Tajo,
que a los dos nos escuchaba
y agora corre convertido en Nilo,
en vez de murmurar también cantaba
y, para más exagerar su pena,
aun le parece que es pequeño río,
y tristemente suena:
Elisio, Elisio mío,
pero pues no respondes,
y a mis voces y lágrimas te escondes,
descansa en paz, que por las verdes ramas
de este
laurel
hasta tu nombre ingrato
colgarán mis pastores epigramas
a tu
infeliz
retrato,
infamando la espada
de tu sangre y mis lágrimas bañada.