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Título del texto editado:
“Don Nicolás Antonio”
Autor del texto editado:
Sin firma
Título de la obra:
Álbum pintoresco universal. Adornado con exquisitas láminas intercaladas en el texto. Colección de artículos relativos a toda clase de ciencias y artes, parte recopiladas de las obras europeas más acreditadas, y parte originales escritos por los principales escritores, como son don Pedro de Madrazo, don Eugenio e Ochoa, don Pedro Pidal, don Patricio de la Escosura, don Antonio María Segovia, “el estudiante”, t. II
Autor de la obra:
Edición:
Barcelona: Imprenta de don Francisco de Oliva, editor, 1842


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DON NICOLÁS ANTONIO


Don Nicolas Antonio nació en Sevilla en 1617; fueron sus padres don Nicolás Antonio, administrador del Almirantazgo real de Andalucía, y doña María Nicolás Bernal. Estudió gramática latina, filosofía y teología en el colegio de santo Tomás de dicha ciudad, y un año de derecho canónico en la universidad de la misma. En 1636 pasó a Salamanca para continuar sus estudios de jurisprudencia, y fue discípulo del célebre don Francisco Ramos del Manzano. Graduose de bachiller en cánones en 1639. Y, en tanto que se perfeccionaba en uno y otro derecho, lejos de pasar el tiempo en blasonar erudición y zaherir obras literarias, como hacen comúnmente los jóvenes presumiendo saber más de aquello a que llegan sus méritos y desconociendo hasta donde alcanzan los ajenos, se ocupó en escribir un libro de los Nombres propios de las Pandectas. Había llegado casi hasta la tercera parte del Digesto cuando supo que ya estaba tratado aquel asunto por nuestro sabio don Antonio Agustín. Al ver entonces frustrada su útil tarea, le ocurrió formar un índice de todos cuantos españoles habían escrito hasta su tiempo desde el imperio de Augusto, proporcionando así a los hombres estudiosos no solamente el medio de saber quiénes, cuántos y de qué manera han escrito de cada cosa, sino también de elegir los mejores libros sobre cada asunto, y que aquellos que deseasen en fin componer alguno no perdiesen el tiempo y el sosiego en inventar como nuevo lo que ya otro había publicado. Para realizar este plan volvió a su patria, donde, viviendo en sumo retiro, encerrado casi siempre en el monasterio de san Benito, registrando la biblioteca de este y otras librerías particulares de Sevilla, escribió en esta ciudad gran parte de la Bibliotheca Hispana. Hizo después varios viajes a Madrid, donde en 1645 recibió el hábito de caballero de Santiago, y allí acabó los tres libros de Exilio, que no publicó hasta el año 1659. El rey don Felipe IV le nombró en 1654 su agente general en la corte de Roma; a poco de llegar allí, recibió el título de agente de la inquisición de España, y consecutivamente se le confiaron las agencias particulares de los reinos de Nápoles, Sicilia y ducado de Milán. Agraciole el papa Alejandro VII con una ración entera en la catedral de Sevilla, y permutó esta prebenda por un canonicato pensionado, cuyas rentas así como las obvenciones de sus agencias, excepto una corta cantidad que gastaba en su manutención, las invertía en libros, llegando así a formar una biblioteca de treinta mil volúmenes, biblioteca tan admirable con respecto a un particular como propia de un literato cual era don Nicolas Antonio. Tan infatigable era en sus tareas literarias, que, a pesar de las muchas y molestas ocupaciones de su destino, dio a luz en Roma en 1672 la segunda parte de la Bibliotheca Hispana, que comprende los autores que escribieron desde el año 1500 hasta el de 1670, parte que adicionó después don Ambrosio de la Cuesta, también canónigo de Sevilla, y a la que últimamente se añadieron algunos escritores en la edición hecha en Madrid en 1788. La circunstancia de haber publicado antes la segunda que la primera parte de esta grande obra fue la gran dificultad de escribir esta, pues el maduro juicio y el discernimiento de don Nicolás Antonio exigían que se detuviese a examinar documentos, registrar archivos y pesar razones, para que sus pareceres no fuesen una producción de la ligereza y precipitación, y sí de la reflexión y del criterio. Nombrole el rey don Carlos II fiscal del supremo tribunal de Cruzada a fines de 1678, y con este motivo volvió a Madrid, donde murió, de una vehemente epilepsia, en la primavera de 1684, siendo de edad de 77 años, con sentimiento universal de todos los hombres virtuosos y amantes de la literatura. Aunque no perfecta según su plan, dejó la Bibliotheca Vetus, que al cabo de algunos años se imprimió en Roma a expensas del cardenal Aguirre, honor de los benedictinos y gloria de los españoles; y después se reimprimió en Madrid, año 1783, con notas de don Gregorio Mayans y Siscar. No habiendo dejado don Nicolás Antonio más bienes que su inmensa librería para pagar algunas deudas que contrajo, sus herederos con fin de satisfacerlas enviaron a dicho cardenal la Bibliotheca Vetus, toda escrita de mano de su autor, y aquel insigne varón, apreciándola según su mérito, la publicó como queda dicho, dedicándola al papa Inocencio II, y se imprimió en dos tomos en folio. Los extranjeros, admirando esta producción literaria, confiesan que no hay nación alguna que tenga una Biblioteca tan crítica y perfectamente acabada como la nuestra. Don Nicolás Antonio hace mención de la Bibliotheca hispano rabínica en el lib. 7 cap. 1, núm. 1; pero solo se encontraron de ella algunas apuntaciones, que con otros manuscritos suyos se conservan en la Real Biblioteca de Madrid. Dejó otra obra medio compuesta bajo el título de Libertus seu libertatis tractatus, y varias empezadas, entre ellas una cuyo título es Series historicum tam Grecorum quam latinorum, qua omnes eorum Historiae secundum ætates rerum gestarum inibi contentarum chronologice recensentur, et quasi uno atque eodem Historia ex innumeris compaginatur. Hizo unos reparos a la Historia de Toledo del conde de Mora; y unas Advertencias sobre los errores de don Juan Tamayo en el segundo tomo del martirologio. Apuntó muchísimo distribuyéndolo en libros, de los cuales parte intituló Prontuarios y otra parte Musas. Pero cuidó tan poco de estas disposiciones el que hizo encuadernar estos manuscritos, que en el día se encuentran en 6 tomos en folio, de Adversarios y cuatro de Prontuarios. Su principal fin y estudio se dirigió a probar la suposición de los cronicones que inventó el padre Jerónimo Román de la Higuera, y que habían merecido un alto aprecio entre muchos sabios de nuestra nación. Don Nicolás Antonio, sin arredrarse por lo arduo de la empresa, pues debía entrar en disputa con tantos hombres venerables por su literatura, tomó por norte, como siempre, la verdad, que se hallaba de su parte, meditó con seriedad la materia, y a pesar de saber en fin que habían sido desechados los dictámenes de un Arias Montano, de don Juan Bautista Pérez, de Pedro de Valencia y otros, movió otra vez la controversia, patentizando la falsedad de dichos cronicones mediante una censura latina de ellos, la cual no se publicó, y otra en lengua vulgar, publicada en 1742 por el señor Mayans, quien puso al frente de la obra la vida del autor, y varias noticias que ilustran mucho para la mejor inteligencia de la censura. El estilo latino de don Nicolás Antonio es algo escabroso; pero al mismo tiempo muy puro, breve y suficientemente inteligible.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera