LA VIDA DE JUVENAL.
SACADA DE ALGUNOS LUGARES DE SUS OBRAS
Fue Junio Juvenal natural de Aquino, como se colige cuando, fingiendo que le habla Umbricio, dice:
Et quoties te
Roma tuo refici properantem reddet
Aquino (Sat. 3)
Estudió
retórica, lo cual se colige de la esplicación de este verso
Et nos consilium dedimus Sylla, privatus ut altum
Dormiret.
(Sat. 1)
También estudió filosofía, y de ella sacó la
dotrina
moral
que enseña en sus
Sátiras,
en que
escedió
a Horacio, a quien antes habían tenido por el más aventajado, pues ninguno podía
igualarse
con él, como dice Acrón:
"Nisi Iuvenalis scripsisset, Horacio nemo esset melior."
Y fue más libre, porque se atrevió
reprehender
al emperador Domiciano, en cuyo tiempo floreció, como se ve en la “Sátira segunda”, donde le reprehende de incesto, y en la “Cuarta” de glotón y comedor y cómo llamó a los de su Consejo para tratar qué se había de hacer de un pece que le habían presentado. En el modo de escribir no solamente se aventajó a todos los que antes habían escrito sátiras, pero su intención fue escribir una
política
con nombre de ellas, porque muy política y muy bien instruida y adornada será la república donde no hubiere los vicios que reprehende y florecieren las virtudes y dotrina que amonesta sin perdonar a nadie, pues se atrevió al mismo emperador, porque, si el rey, emperador o príncipe es vicioso, muy poca o ninguna política puede haber en la república, porque muchos los imitarán. Tuvo muy grande
amistad
con Marcial, con quien algunos procuraron ponerle
mal,
de donde tomó ocasión de reprehender a los maldicientes y murmuradores, diciéndoles:
Cum Iuvenale meo, quae me committere tentas,
Quid non audebis perfida lingua loqui?
(Lib. 7. Epig. 23)
Y, por ser tan grandes amigos, solía enviarle presentes y regalarle en las fiestas saturnales.
De nostro facunde tibi Iuvenalis agello
Saturnalitias mittinus ecce nuces
(Lib. 9 Epig. 90)
Donde con mucha razón le llama facundo, título bien merecido y que se debe a la muy gran
facundia
con que siguió los agudos pensamientos en sus
Sátiras,
estendiéndolos con la
dotrina
de diferentes filósofos. Vivió honestamente, porque en su presencia no se había de hacer deshonestidad alguna, como lo escribe a su
amigo
Persio convidándole a cenar, a quien dice no espere ver en su casa después de cena los bailes deshonestos de las mujeres de Cádiz ni otra cosa que le mueva a deshonestidad, porque no quiere que en ella haya ocasiones semejantes.
Forfitan expectes, ut Gaditana canoro
Incipias prurire choro, plausoque probatae,
Ad terram trémulo descendat clune puellae
Irritamentum Veneris languentis, et acres
Dibitis urticae.
(Sat. 1)
Añade poco más adelante que después de cena se leerá Homero o Virgilio en lugar de los bailes y saraos deshonestos que se usan en otros convites y cenas.
Haec eadem illis
Omnia cum fasciant, hilares, nitidique vocantur,
Nostra dabunt alios hobie convivia ludos,
Conditor Iliados contabitur, atque Maronis
Altisoni dubiam facientia carmina palmam.
(Ibidem)
Y, aunque usa de algunas palabras
lascivas
y deshonestas,
hácelo
por la gran cólera con que
reprehende
los vicios, torpezas y deshonestidades. Enojado Domiciano contra él por le haber reprehendido muy libre y ásperamente, le
desterró,
y no falta quien diga murió en el destierro, pero engañase, porque primero murió Domiciano, pues con su muerte acabó la “Sátira cuarta”:
Sed perijt, postquam cordonibus esse timendus
Coeperat, hoc nocuit Lamiarum caede madenti.
No se sabe si escribió otra obra, pero con esta se
aventajó
a todos los poetas de su
profesión,
porque fue el más
agudo,
sentencioso y grave reprehensor de vicios, y así fue el príncipe de los satíricos entre todos los latinos que escribieron sátiras. Yo no he hallado quien trate de su muerte, ni quien diga cómo, ni dónde murió.
FIN