Información sobre el texto
Título del texto editado:
Historia de la literatura española desde mediados del siglo XII hasta nuestros días. Tomo I. Lección tercera. Concluyen los poetas y prosadores del siglo XIV (I)
Autor del texto editado:
Sismondi, Jean Charles Léonard Simonde de (1773-1842) Figueroa, José Lorenzo
Título de la obra:
Historia de la literatura española desde mediados del siglo XII hasta nuestros días, tomo I
Autor de la obra:
Sismondi, Jean Charles Léonard Simonde de (1773-1842)
Edición:
Sevilla:
Imprenta de Álvarez y Compañía,
1841
Relación de todos los textos preliminares que se encuentran en esta obra:
* “Al Ateneo Español”, José Lorenzo Figueroa, Sevilla, 10 de febrero de 1841
* "Prólogo del traductor", José Lorenzo Figueroa, Sevilla, 10 de febrero de 1841
Transcripción realizada sobre el ejemplar de la Biblioteca Sainte-Geneviève, DELTA 53825 (1) FA. Digitalización disponible en
(texto completo)Encoding: Ioannis Mylonás Ojeda
Transcriptor: Carmen Calzada Borrallo
Sevilla, 25 julio 2022
*
El mejor y más célebre de todos los libros de
caballería
es obra de un
contemporáneo
del infante D. Juan Manuel. Vasco Lobeira era un portugués nacido en la mitad del siglo XIII y muerto en 1325. Escribió en
español
los cuatro primeros libros del
Amadís de Gaula,
pero sin que se sepa la causa no se conocieron hasta mediados del siglo décimo cuarto. Esta obra era una
imitación
de los libros
franceses
de caballería que en el siglo anterior gozaron de tanta reputación en toda Europa, teniendo gran influencia sobre la literatura. Los franceses pueden reclamar la gloria de la invención del
Amadís;
pero no por eso el libro de Lobeira es menos
nacional
para los españoles, puesto que se leyó en aquella época y aun en las sucesivas con grande
avidez
por todas las clases de la sociedad, produjo grande entusiasmo en todas ellas y contribuyó finalmente a formar el gusto de los castellanos. La absoluta
ignorancia
de la geografía y de la historia que se nota en el
Amadís de Gaula
pasaba inapercibida en aquel tiempo a los lectores que carecían de estos conocimientos. La manera difusa y
pesada
de narrar los sucesos en vez de desagradar, placía a todos, porque estaba conforme con las costumbres de la época y porque ofrecía un cuadro animado de las virtudes góticas y caballerescas que las guerras contra los moros mantuvieron por muchos siglos en España y que los castellanos se complacían en atribuir a sus antecesores.
El arte de encantamiento de los orientales a que el comercio con los
árabes
había preparado los ánimos de los españoles, agotaba en este libro todos sus recursos de un modo
original
y que sorprende la imaginación. Se describe en él la pasión del
amor
con un fuego, una ternura, y una voluptuosidad que hería los
ánimos
de los
españoles
mucho más profundamente, que los mismos sentimientos habrían conmovido los de los franceses. Este amor era tan sumiso, tan fiel y tan religioso, que parece más bien una virtud heroica que una debilidad, sin que por eso rehusara a sus héroes el autor del romance ninguno de los placeres naturales de esta pasión. De manera que cautivaba más fuertemente las almas fogosas, conmoviéndolas y exaltándolas, por lo mismo que confunde los incentivos de la voluptuosidad con la religión de los deberes caballerescos.
La celebridad del
Amadís de Gaula
juntamente con las numerosas
imitaciones
y
traducciones
de todos los romances franceses de caballería, dieron a la poesía
nacional
una índole más caballeresca y un movimiento más animado de que antes carecía. Pasaron estos de los libros de caballería a los romances populares, debiéndose atribuir principalmente al siglo XIV ese género de relaciones poéticas en que tanto han
sobresalido
los españoles. (C)
NOTAS DEL TRADUCTOR
(C) Dice
Sismondi
que los romances populares españoles deben atribuirse al siglo décimo cuarto. Pero este es un
error
en nuestro concepto, porque el lenguaje en que están escritos es muy diferente, del que usaron el infante D. Juan Manuel y el Arcipreste de Hita, que florecieron en aquel
siglo,
como observarán nuestros lectores, comparando los modelos que así de los romances como de aquellos poetas hemos insertado.
La opinión más probable y
autorizada
es que los romances, como hoy se leen, se escribieron en los últimos años del siglo décimo
quinto,
o por mejor decir, que en ese tiempo se han
alterado,
reformado y añadido los que de muy antiguo pudo conservar la tradición oral y la memoria, siendo los mismos que cantaban en las fiestas los copleros, trovadores y juglares, y que se compusieron poco tiempo después de Bernardo del Carpio, del conde Fernán González, del Cid y otros en loor suyo.
GRUPO PASO (HUM-241)
FFI2014-54367-C2-1-R
FFI2014-54367-C2-2-R
2018M Luisa Díez, Paloma Centenera