Sabiendo que don José Benegasi y Luján quería dar la mayor prueba de su amistad imprimiendo la Fama póstuma del expresado reverendísimo, escribía el mismo este
ROMANCE HEROICO
¿Adónde, fiel
amigo,
de tu afecto
las finezas, al uso tan extrañas
cuanto al heroico amor de un noble propias,
solicitan llegar con tristes ansias?
¿Adónde, adónde llevan tus gemidos [5]
el eco de la angustia que los causa?
¿O hasta dónde pretendes que se extienda
el luto sin alivio que tú arrastras?
Pero, ¿qué te pregunto si ya dije,
discreto Benegasi, que se estampa [10]
el carácter de fiel, amigo y noble
en tu bizarro pecho, que le guarda?
Faltó el
docto,
el
agudo,
el
elocuente,
en quien trato,
amistad
y gusto hallabas.
Perdido el cuerpo, trato y gusto expiran, [15]
mas vive la amistad, prenda del alma.
Indeciso, el discurso no supera
escollos de la duda en que naufraga.
Si contemplo el cadáver, a él me inclino;
si tu lealtad medito, ella me llama. [20]
Fue
fray
Juan un asombro tan
gigante
que cien lenguas, cien plumas no bastaran,
apurando retóricos
preceptos,
a tocar de su
mérito
la raya.
Es tu
amistad
tan fina, tan robusta, [25]
que, luciendo y luchando con desgracias,
ni al embate de penas se estremece,
ni de la muerte al golpe se quebranta.
Fue
fray
Juan el que
supo
de las ciencias
las regiones correr más ignoradas; [30]
de Minerva el alumno más querido,
el más claro raudal de la
Castalia.
Es tu
amistad
de aquellas peregrinas
que el sabio aplaude cuando nos declara
que el hermano en la angustia se comprueba [35]
y el que es amigo en todos tiempos ama.
Con amistad y
ciencia
me embarazo,
yo no sé a cuál dirija mi
alabanza
por ser más
singular,
y no te admire,
porque a fe que una y otra es cosa rara. [40]
Del difícil problema mi discurso
la gravedad conoce, y no le basta
todo su esmero a resolver la duda,
que tu
modestia
rompe y no desata.
Aplausos
de tu
amigo
solo anhelas, [45]
los tuyos ni los buscas, ni te agradan.
Guarde, pues, tus
encomios
el silencio,
y más se
admiren
cuanto más se callan.
Y tú, triste cadáver que algún día,
orgánico depósito de una alma, [50]
respiraste en alientos de
elocuencia
sublimes atractivos de palabras,
tú, que mientras estambres hila Cloto
que, diligente, Láquesis devana,
eslabonaste a impulsos de tu labio [55]
cadenas que el mayor
numen
forjaba,
no juzgues, no, que de Átropos el golpe,
si a la huesa te arroja, ya te acaba;
que si el hilo ha cortado de tu vida,
no ha de poder cortar el de tu
fama.
[60]
No te avergüences, no, de que te cubra
desconocida tierra, pues nombrada
será hoy, mas tan solo porque en ella
un
sabio
tan
famoso
en paz descansa.
¿Cómo del Ponto Euxino por el orbe [65]
corriera la noticia dilatada,
si en su bárbaro seno por acaso
las cenizas de Ovidio no guardara?
Si vuelvo a lo católico los ojos
–porque sin ello todo, todo es nada–, [70]
confío que a su tiempo te veremos
más
luciente
que el sol en otra patria.
En este infeliz valle de miserias
tu materia admiramos informada
de un religioso
espíritu
que, dócil, [75]
supo hacer cuanto supo
profesaba.
Yo supongo –y supongo con motivo–
que es
astro
ya brillante en la elevada
celeste del empíreo cumbre hermosa
que trepa la virtud y aun la arrebata. [80]
Con él te habrás de unir y por justicia,
pues fuiste
compañero
en la jornada;
para el
trabajo
y mérito del premio
entrarás a la parte que te aguarda.
Nadie imagine hipérboles las frases [85]
con que el héroe
mayor
mi pluma
ensalza;
espere a sus escritos, si se logra
que al público se expongan en la
estampa.
Verá un
sabio
profundo y muy ameno,
de erudición muy
sólida
y muy vasta, [90]
en las
divinas
letras consumado,
igualmente
fecundo
en las
humanas.
Si alguno juzga que estas con aquellas
en amistad constante no se enlazan,
locamente presume como necio: [95]
no solo son amigas, sino hermanas.
¡Cómo se dan la mano! ¡Qué sensible
es ver las bellas letras poco amadas!
Yo aseguro que muchos las quisieran
como de espacio muchos las trataran. [100]
Émulos tuvo grandes, no lo ignoro,
pero esto a la virtud, ¿qué embaraza?
Feliz fue por aplausos que tenía,
infeliz por envidias que causaban .
Sus huesos eligieron ya la muerte, [105]
por ser esta mejor que vida amarga,
y el día de su ocaso con buen nombre
al de su oriente mucho se aventaja.
Tú, grande Benegasi , tú le vengas
del olvido , que acaso se anhelaba, [110]
cuando en discretos giros de tu pluma
sus méritos consiguen nuevas alas.
Camine, corra, vuele entre los sabios
dichosa en todo póstuma su Fama,
añadiendo este honor a nuestra ilustre, [115]
esclarecida, docta, insigne patria.