Paloma torcaz (Columba palumbus) Linnaeus, 1758

Orden: Columbiformes

Familia: Columbidae

 

Características generales

Es la mayor de las palomas de amplia difusión. Su longitud es superior a los 40 cm y su envergadura alar es de 75 cm. Pesa hasta 500 g.

Es de coloración azul grisácea, con luminosas manchas blancas a ambos lados del cuello, pero no los jóvenes. La cola es más larga que en la paloma bravía y zurita. También tiene manchas alares blancas en forma de media luna, e irisaciones verdes y purpúreas en el cuello, que enmarcan la mancha blanca.

Son aves esquivas, de bosque, que también buscan su alimento sobre los campos. Fuera de la época de celo son prácticamente mudas.

Como aves forestales, las palomas torcaces encuentran su alimento (piñones) durante el año en las piñas colgadas o caídas en el suelo. En otoño comen también bellotas, que rompen de las ramas y tragan enteras. En invierno cogen yemas de las puntas de las ramas. En horas tempranas se desplazan a los campos y picotean semillas de gramíneas.

Donde se reúnen en bandadas resultan perjudiciales y son combatidas cada vez más por iniciativa de los labradores.

La paloma torcaz es una de las pocas aves que ha aumentado en casi toda Europa desde los años de la postguerra, junto con la tórtola turca, la gaviota reidora común, la focha común y otras especies. Todas ellas son aves de tamaño mediano, debiéndose atribuir su expansión a la desaparición de sus enemigos naturales, que son el azor, el halcón común y el zorro.

En el sur de Francia, donde la migración otoñal de palomas se concentra en un estrecho paso migratorio al sortear los Pirineos, las palomas torcaces se suelen cazar con redes.

En general, las palomas en las ciudades se están convirtiendo en una verdadera plaga. Transmiten enfermedades del aparato respiratorio a los humanos y sus heces son sumamente corrosivas, llegando a dañar edificios históricos. Dada su gran capacidad de reproducción en entornos humanizados, no deberían ser alimentadas por el hombre para evitar el desequilibrio ecológico a que dan lugar.

Hábitat y Distribución

Vive en oquedades, así como en sitios cerrados y bosques delimitados. En algunas ciudades la paloma torcaz se ha convertido en el ave más común y más confiada de los jardines, mientras que en otras falta por completo.

Como se puede observar en el mapa, se trata de una especie ampliamente distribuida por toda Europa, siendo residente en los países mediterráneos, Reino Unido, gran parte de Centroeuropa y zonas de Asia central (verde). Los países nórdicos y gran parte de Rusia son zona de nidificación (amarillo) y retira en época de invernada a latitudes más cálidas al norte de África y en las cosas del Mar Egeo (azul).

Reproducción

A lo largo de todo el verano se puede observar el vuelo de celo de la paloma torcaz: el palomo despega de la copa de un árbol, remonta el vuelo y a continuación se deja caer en un brusco planeo. Los vuelos ascendentes y descendentes se ordenan sucesivamente para cubrir el rodeo del territorio del nido, que acaba en las inmediaciones del árbol de despegue.

En las palomas de los jardines se puede observar también el reclamo sobre el suelo: el palomo da ágiles saltitos detrás de la paloma, inclinándose gravemente. Al mismo tiempo despliega su cola y murmura sordamente «ruuj» seguido de algunos brincos dados con ambas patas.

A primera vista, la multiplicacion de la paloma torcaz es escasa, dado que únicamente pone dos huevos. Pero crían varias veces, empezando en abril y terminando en agosto, disponiéndose fácilmente para otra puesta cuando ha perdido una nidada.

El nido es una bandeja plana de leña menuda, en lo alto o en la parte baja de un árbol, dispuesta tan dispersamente de forma que es transparente. Está ubicado normalmente en la zona de las copas de pinares espesos o de nuevas plantaciones.

La paloma hembra incuba a diario desde las 4 de la tarde hasta las 8 de la siguiente mañana, hora en que el palomo la releva con gran puntualidad. En realidad, el incubar supone para estas aves la liberación natural de una tendencia. Las palomas incuban y dan calor muy concienzudamente; si se les asusta en el nido, suelen abandonar la incubación. Es una precaución evidentemente eficaz, puesto que la puesta posterior tiene de nuevo todas las posibilidades de permanecer oculta y libre de problemas.

La incubación dura de 15 a 18 días. Los pollos permanecen en el nido durante 3 ó 4 semanas.

Los pichones son alimentados, como en el caso de las demás palomas, con leche del buche paterno y con semillas, por lo general dos veces al día, por la mañana y por la tarde.

Bibliografía

Marcela Plana Merino, Bióloga para http://www.faunaiberica.org/

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