Carpe diem - Recusatio (Selección de textos elaborados en el taller literario del Curso "La Tradición Clásica en la poesía española contemporána")
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CARPE DIEM
Estoy contigo, y no siento deseo
de cosechar el tiempo fugitivo,
ni deshojar la rosa caediza,
ni de hacer cábalas con días venideros.
No hay futuro contigo, ni pasado,
no tengo prisa, ni miedo ni esperanza,
estar contigo y ser dios es todo uno.
Vivir, un siempre eterno todavía.
Me iré, lo sé: ni busco ni rehúyo
dejar de ser, y cuando tenga
que abandonar esta sala de candelas de oro,
saldré como el comensal ahíto
que se marcha de un banquete tras los postres.
Y no me engaño recolectando días,
boniatos, edades, ajos, mocedades, zanahorias.
Mientras hablamos, sé muy bien
que habrá huido el tiempo, el muy cabrito.
Pues no me da la gana perseguirlo.
Gabriel Laguna Mariscal
temprana que atrae su mano a tus senos.
Deja que estallen sus ojos, tan llenos
de ganas de destrozar tu camisa
(tú, su pantalón) y hacedlo deprisa
de pie, en el sofá, con besos obscenos
e incoherentes a veces, nunca ajenos
al momento que el deseo improvisa.
Cólmate, pues por tu lengua indecisa
reptan mudos el tiempo y sus venenos,
ya se acercan sombreando la cornisa
de tu frente confiada. Serenos
limitarán la anchura de tu risa,
del aliento roto y venido a menos.
Textos de Recusatio
IN LIMINE
He escrito estos poemas para ti
con palabras que usamos a diario.
Late en ellos la calma de las horas
que en la hierba tendidos malgastamos.
No busque quien los lea otro sentido
que un fluir sinuoso hasta tu abrazo.
Juan Antonio Bernier Blanco
(juanantoniobernier@hotmail.com)
No quiero honores ni grandezas,
detesto famas no merecidas.
Prefiero la voz de mi princesa
gritando en mi lecho de alegría.
Encarnación Laguna Mariscal
PRO EPICIS CARMINIBUS
Esto es lo que afirman ellos.
Suspiros cortando el aire.
Promesas de amor eterno.
Una pasión que no mate.
Un cielo sin un infierno.
Dos habitantes de un mundo
ajeno, aislado, exento.
Únicos asuntos dignos
de llamarse poéticos.
Y esto es lo que yo creo.
Sígrid, ardiendo en la pira
de la traición y el anhelo.
Hágen, caído en batalla
sin miedo o remordimiento.
Walther, el que canta mientras
muere y mata con el hierro.
Y el hijo sordo del Mar
que nunca verá a Peleo.
Dadme el amor y la guerra,
la destrucción o el deseo.
Vosotros, que nunca seréis
poesía en estos tiempos.
Miryam Librán Moreno
No hay nada hoy que pueda recordarte.
Nadie viene a observar
tu cabeza de pluma, tu mirada marchita,
la crueldad del olvido.
Nadie quiere escuchar
tus recuerdos de fuego y primavera
de derrotas y el tacto
del presidio y la muerte.
Tú sabes de las voces
(tú, soldado maldito)
de los que volvían y lloraban.
Nadie se acerca, nadie,
ahora que te pudres
en la fugacidad de los objetos,
en la fragilidad de la memoria.
Yo te acompaño.
Hoy canto tu caída de soldado vencido
y la conversación amable y clara,
recupero tu edad y tu sabiduría,
la madurez insigne de tu conocimiento.
Antonio Martínez Cerezo
Sientes tu patria cuando estás lejos,
cuando recuerdas tus juegos
y añoras a la gente que un día
te vio partir.
Cuando recuerdas aquel batallón infantil
que jugaba a hundir los barcos
que hoy se han tornado en realidad;
y mientras escuchas el himno
que ha seguido fiel tu destino
creando ese camino de espinas
por el que un día defendías la libertad.
Pero a pesar de ello
sigues pensando en ella cada amanecer
y sigues comparando su cuerpo
al mástil de tu bandera;
sus ojos llevan a la defensa de tus ideas
y su risa canta el himno de la alegría.
Laura Martínez González
Me importa realmente un carajo
que los demás piensen que soy feliz
por tener coche, niños y un buen trabajo.
Sé que una buena y gran estabilidad
en nuestra sociedad es sinónimo de felicidad.
Tus besos y caricias, ni riman,
ni se asemejan al concepto "estabilidad"
porque superan con creces a la mera
FELICIDAD.
Manuel Murillo Córdoba
Llegaron de pronto. Llenaron las calles.
También los mercados, esquinas y plazas.
Los más insensatos ahogaron sus noches
con falsos fantasmas, migajas de gloria.
A mí me salvó tan solo tu nombre
haciendo su ronda frente a mi puerta.
Severino Nieto Barea
RECUSATIONES
No son tus cabellos espirales
los que un día me hicieron cautivo de tu sombra
o de tu falda, por más que insistas.
La verdad es que tu pelo rizado
mi invitó, sin duda, a mirarte,
a desnudarte la nuca para bajar la cremallera.
Sé que creíste que yo te amaba entonces,
que aquel beso sutil en tu cabeza
era como una reverencia a la magia de tus rizos.
Pero sólo lo hice para olerte,
más de cerca.
Fue así cómo, incauto de mí, te inhalé el alma
y, ya dentro, me mantuve preso hasta mañana.
En Córdoba, a 17 de Julio de 2003.
José Antonio Ortega Justicia
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