La competitividad entre centros escolares

 Los sistemas británico, norteamericano y español

 

 

Lidia CUESTAS TORRECILLAS

Mª Mar GARRIDO ARROYO

Fátima MARTÍNEZ BERNAL

Estíbaliz RODRÍGUEZ POZO


 

 

El presente artículo pretende discutir la competitividad como elemento dinamizador de la educación, cuestionando su posible idoneidad y las consecuencias que se derivan de su aceptación como pilar educativo. Para ello, vamos a analizar un modelo de descentralización comunal y académica (según la clasificación de Manuel de Puelles, 1992) basado en una competitividad moderada como es el británico; otro modelo de descentralización federal y comunal basado en la competitividad radical como es el norteamericano, y los compararemos con el sistema español (centralización intermedia o modelo autonómico).

 

 

EL SISTEMA BRITÁNICO

 

Se caracteriza por la localización de instancias decisorias en las comunidades locales y en los propios centros docentes. En el Reino Unido se han establecido pocos cambios desde la ley educativa de 1944. Tal ley establecía como responsables directos de la educación a los Consejos Locales de Educación (LEAs – Local Education Authorities), que son los que contratan directamente a los profesores. Estos, por lo general, suscriben un contrato a corto plazo con la LEA (por no más de tres años, no revisables automáticamente), aunque el sueldo se estipula en función de un baremo nacional dentro de los presupuestos nacionales. No faltan los profesionales que se quejan de ello, como Stephen J. Ball en su artículo Global Trends in Educational reform and the Strugle for the Soul of the teacher.

 

Encontramos aquí uno de los principales pilares de un sistema basado en la competitividad: la propia competitividad entre los profesionales de la enseñanza. No existe ningún impedimento para la LEA a la hora de rescindir el contrato de un profesor y, ni mucho menos, en el momento de contratarlo. Así, la LEA correspondiente luchará por tener en plantilla a los mejores profesionales, lo que repercute directamente en el nivel de la educación que recibe el alumno. Por otra parte, existe competitividad mercantil entre instituciones privadas y públicas. El sector privado domina totalmente la Educación Infantil, que en el Reino Unido llega hasta los cinco años. En cambio, tanto en Primaria como en Secundaria, los centros públicos son predominantes. Aquí, debemos llamar la atención sobre el hecho de que numerosas escuelas privadas son llamadas “public schools”, aunque esto no afecta a su estatus.

 

Como regla general, podemos afirmar que en estos centros privados tanto el nivel de notas altas como el de suspensos es comparativamente mayor al de la red pública. Aquí podemos observar una gráfica que muestra el resultado en los últimos cuatro años de una "public school", comparándola con los resultados medios de los centros administrados por la LEA y los de Inglaterra. (ver gráfico). En otro centro de las mismas características, pero en otra zona, apenas hay suspensos. Existe libertad por parte de los padres a la hora de elegir  el centro educativo de sus hijos, aunque esta elección, como veremos en el caso español, se ve limitada por restricciones económicas.

 

Tradicionalmente, existían dos tipos de centros escolares en Secundaria: la Grammar Schools, conducentes a la educación universitaria y las Secondary Modern Schools, que podían ser abandonadas a los dieciséis años con o sin certificación académica. El ingreso en uno u otro centro venía determinado por resultados de un examen realizado a los once años (llamado eleven-plus). Este sistema fue tachado de elitista, lo que hizo al gobierno replantearse uno de los dos mayores cambios que ha sufrido la educación británica desde el 44: el surgimiento de las Comprehensive Schools, que reúnen a alumnos de ambos perfiles. El otro gran cambio sería el establecimiento de un currículum nacional en 1988. Recientemente, se han añadido objetivos para aumentar la competitividad de los centros británicos. Peter Davis, uno de los impulsores del sistema de Objetivos Nacionales (National Targets) expone el sistema en su artículo Improving the UK’s competitiveness. Existe un gran debate acerca de qué hacer con las antiguas Grammar Schools. Al parecer, no hay suficientes padres que las apoyen, ya que la recogida de firmas para su conservación es escasa. Según estimaciones del Gobierno inglés, las Grammar Schools dejarán de existir en el 2011.

 

La independencia de las universidades sigue intacta, y los lazos de éstas con el gobierno no exceden lo meramente financiero. Cabe destacar que los estudiantes carecen de derecho a la educación universitaria; son las propias universidades las que escogen a sus alumnos por medio de pruebas de acceso, aunque en la práctica su nivel de exigencia mengua anualmente.

 

     

SISTEMA NORTEAMERICANO

 

Puede entenderse como una radicalización del sistema tradicional británico. Su principal motivación es la competitividad, entendida como búsqueda de la productividad. Este sistema carece de un currículum nacional, y las competencias educativas residen en cada uno de los estados federales, de ahí que su sistema reciba el nombre de descentralización federal y comunal. Su principal exponente en cuanto a la competitividad son las charter schools (colegios contratados, sujetos a un estatuto federal), que se financian con fondos públicos y han de rendir cuentas al gobierno federal. Prácticamente casi cualquier colectivo puede crear uno de estos centros, ya sea un grupo de profesores o padres, comunidad religiosa, empresa privada u ONG, de lo que se desprende que la competitividad mercantil es máxima en términos de economía liberal. El gráfico de la izquierda muestra la progresión de un curso de secundaria de una charter school en los últimos tres años; llama la atención el aumento de notas generalizado, tanto en Lengua como en Matemáticas. A la derecha, igualmente aumentan el número de aprobados aunque, paradójicamente, disminuye el de Lengua.

 

Figura 1.- Resultados del Iowa Test of Basic Skills

 en los últimos tres años

 

Figura 2.- Resultados del Georgia High School

Graduation Test comparados con los del 99

 

Si bien se entiende que, sobre el papel, son innegables los beneficios estructurales de tal propuesta liberalizadora, han de hacerse ciertas precisiones sobre este tipo de competitividad. En primer lugar, este sistema de distribución educativa lleva unido ineludiblemente un fuerte componente ideológico, cercano al grupo de personas que crean el centro.  En segundo lugar, los valores transmitidos por este tipo de centros se ven igualmente afectados por desequilibrios ideológicos inherentes al propio sistema competitivo, en el que la búsqueda de la productividad es el fin último.

   

 

SISTEMA ESPAÑOL

 

A simple vista, el sistema educativo español carece de los factores primarios de competitividad de los sistemas anteriormente analizados. Sin embargo, el auge de la educación privada en España ha sido importante en los últimos años. A la oferta tradicional de los centros vinculados a la Iglesia Católica se le ha unido, desde mediados de los noventa, la creación de nuevos centros concertados (en los que el gobierno paga una parte de los gastos educativos), no necesariamente de carácter religioso. En los últimos dos años, y debido al menor número de alumnos, se han producido bajas de centros en todos los niveles, pero es el sector público el que ha sufrido mayores pérdidas (ver estadística). Aunque el número de centros concertados y privados es un tercio del total de centros públicos, el nivel de competitividad entre ambos es, a juicio de la opinión pública, mayor que el que estas cifras arrojan. Sin embargo, y quizá debido a que ello se une a la idea infundada de que en esos centros concertados se recibe una educación de mayor calidad, y a la mayor disminución de centros públicos, se espera que en poco tiempo el número de centros públicos y privados o concertados se iguale.

 

Tampoco existe competitividad real entre unas comunidades autónomas y otras, o entre éstas y las que rige el Ministerio de Educación. Aunque las competencias educativas se hayan transferidas a algunas Comunidades Autónomas (Andalucía, Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana, Galicia, Canarias y Navarra), esto no se traduce en un aumento de la competitividad directa entre centros, ya que los últimos están sujetos al currículum que imponga la Comunidad o Ministerio y carecen de competencia para decidir los miembros de su plantilla, recursos, ratio, etc. Hemos de tener en cuenta que, a pesar de que puede parecer que al igual que en el sistema norteamericano o el en el sistema británico, los padres tienen opciones reales para elegir el colegio al que asistan sus hijos, no es éste el caso. Como muestra este exhaustivo estudio de la revista Consumer, en el que se han analizado más de doscientos colegios, de ambos sectores, el gasto medio familiar por hijo/a en centro concertado varía entre las doscientas y trescientas mil pesetas. Si se trata de un colegio privado la cifra oscila entre las cuatrocientas mil y más de un millón de pesetas. Si tenemos en cuenta que el salario medio oficial es de 211.000 ptas (y no digamos el salario mínimo interprofesional, de 932.820 ptas anuales), comprobaremos que tales opciones no son reales. La elección de centro se reduce, pues, al ámbito público y concertado (en este caso, a la espera de la adjudicación de una beca); el sector privado no es accesible debido a restricciones económicas.

 

Además, hay que poner en duda los juicios de valor acerca de la mayor calidad de los centros privados. Cuando hablamos de educación hemos de precisar a qué nos referimos con educar; si entendemos la educación como una mera transmisión de conocimientos o a estos les añadimos otras características a transmitir y formar. En el primer caso, es innegable que, potencialmente, los centros privados parten en ventaja con respecto a los públicos. Si bien en  los centros privados no sólo se transmiten conceptos, hemos de resaltar que el hecho de no atenerse a un currículum homogeneizado y la inherente búsqueda de la productividad (como consecuencia de la competitividad en el mercado) merman en gran medida la aplicación de aspectos no cuantificables como los valores y los procedimientos, que son jerarquizados en el sistema LOGSE en el mismo nivel que los propios conceptos. Creemos de gran valor el artículo escrito por Piia Hirvenoja: Families in the ‘Public-markets’, School Choice in the comprehensive school, que analiza la elección del centro y sus restricciones gubernamentales en centros europeos.

 

Para concluir, podemos decir que el Sistema Educativo Español tiene rasgos similares en lo referente a aspectos de competitividad que presentan, de manera más explícita, otros sistemas como son el británico o el norteamericano. Si bien esto es cierto, está muy lejos de llegar a los niveles de competitividad que presentan dichos sistemas.

 


BIBLIOGRAFÍA

BALL, S.J. (1999)  Global Trends in  Educational Reform and the Struggle for the Soul of the Teacher. British Educational Research Association Annual Conference (http://www.leeds.ac.uk/educol/documents/00001212.htm)

DAVIS, P. (1997) Improving the UK's Competitiveness. North of England Education Conference (http://www.leeds.ac.uk/educol/documents/000000088.htm)

HIRVENOJA, P. (2000) Families in the 'Public-markets': School choice in the comprehensive school. European Conference on Educational Research (http://www.leeds.ac.uk/educol/documents/00001670.htm)

PUELLES BENÍTEZ, M. de (1992) Informe sobre las experiencias de descentralización educativa en el mundo occidental. Revista de Educación, nº 299, 353-376.