. La competitividad entre centros escolares Los sistemas británico, norteamericano y español |
||
Lidia CUESTAS TORRECILLAS Mª Mar GARRIDO ARROYO Fátima MARTÍNEZ BERNAL Estíbaliz RODRÍGUEZ POZO |
||
El presente
artículo pretende discutir la competitividad como elemento dinamizador de la
educación, cuestionando su posible idoneidad y las consecuencias que se
derivan de su aceptación como pilar educativo. Para ello, vamos a analizar un
modelo de descentralización comunal y académica (según la clasificación de Manuel de Puelles, 1992) basado en una competitividad
moderada como es el británico; otro modelo de
descentralización federal y comunal basado en la competitividad radical como
es el norteamericano, y los compararemos con el sistema español (centralización intermedia o modelo
autonómico). Se caracteriza por la localización de
instancias decisorias en las comunidades locales y en los propios centros
docentes. Encontramos aquí uno de los principales
pilares de un sistema basado en la competitividad: la propia competitividad
entre los profesionales de la enseñanza. No existe ningún impedimento para la
LEA a la hora de rescindir el contrato de un profesor y, ni mucho menos, en
el momento de contratarlo. Así, la LEA correspondiente luchará por tener en
plantilla a los mejores profesionales, lo que repercute directamente en el
nivel de la educación que recibe el alumno. Como
regla general, podemos afirmar que en estos centros privados tanto el nivel
de notas altas como el de suspensos es comparativamente mayor al de la red
pública. Aquí podemos observar una gráfica que muestra el resultado en los
últimos cuatro años de una "public school", comparándola con los
resultados medios de los centros administrados por la LEA y los de
Inglaterra. (ver gráfico). En otro centro
de las mismas características, pero en otra zona, apenas hay suspensos. Existe libertad por parte de los
padres a la hora de elegir el centro
educativo de sus hijos, aunque esta elección, como veremos en el caso
español, se ve limitada por restricciones económicas. Tradicionalmente, existían dos tipos de
centros escolares en Secundaria: la Grammar Schools, conducentes a la
educación universitaria y las Secondary Modern Schools, que podían ser
abandonadas a los dieciséis años con o sin certificación académica. El
ingreso en uno u otro centro venía determinado por resultados de un examen
realizado a los once años (llamado eleven-plus). Este sistema fue
tachado de elitista, lo que hizo al gobierno replantearse uno de los dos
mayores cambios que ha sufrido la educación británica desde el 44: el
surgimiento de las Comprehensive Schools, que reúnen a alumnos de
ambos perfiles. El otro gran cambio sería el establecimiento de un currículum
nacional en 1988. Recientemente, se han añadido objetivos para aumentar la
competitividad de los centros británicos. Peter Davis, uno de los impulsores
del sistema de Objetivos Nacionales (National Targets) expone el
sistema en su artículo Improving
the UK’s competitiveness. Existe un gran debate acerca de qué hacer con
las antiguas Grammar Schools. Al parecer, no hay suficientes padres
que las apoyen, ya que la recogida de firmas para su conservación es escasa.
Según estimaciones del Gobierno inglés, las Grammar Schools dejarán de existir en el 2011. La independencia de las universidades sigue
intacta, y los lazos de éstas con el gobierno no exceden lo meramente
financiero. Cabe destacar que los estudiantes carecen de derecho a la
educación universitaria; son las propias universidades las que escogen a sus
alumnos por medio de pruebas de acceso, aunque en la práctica su nivel de
exigencia mengua anualmente. SISTEMA NORTEAMERICANO
Puede entenderse como una radicalización
del sistema tradicional británico. Su principal motivación es la
competitividad, entendida como búsqueda de la productividad. Este sistema
carece de un currículum nacional, y las competencias educativas residen en
cada uno de los estados federales, de ahí que su sistema reciba el nombre de
descentralización federal y comunal. Su principal exponente en cuanto a la
competitividad son las charter schools (colegios contratados, sujetos
a un estatuto federal), que se financian con fondos públicos y han de rendir
cuentas al gobierno federal. Prácticamente casi cualquier colectivo puede
crear uno de estos centros, ya sea un grupo de profesores o padres, comunidad
religiosa, empresa privada u ONG, de lo que se desprende que la
competitividad mercantil es máxima en términos de economía liberal.
Si bien se entiende que, sobre el papel,
son innegables los beneficios estructurales de tal propuesta liberalizadora,
han de hacerse ciertas precisiones sobre este tipo de competitividad. En
primer lugar, este sistema de distribución educativa lleva unido ineludiblemente
un fuerte componente ideológico, cercano al grupo de personas que crean el
centro. En segundo lugar, los valores
transmitidos por este tipo de centros se ven igualmente afectados por
desequilibrios ideológicos inherentes al propio sistema competitivo, en el
que la búsqueda de la productividad es el fin último. A simple vista, el sistema educativo
español carece de los factores primarios de competitividad de los sistemas
anteriormente analizados. Sin embargo, el auge de la educación privada en
España ha sido importante en los últimos años. A la oferta tradicional de los
centros vinculados a la Iglesia Católica se le ha unido, desde mediados de
los noventa, la creación de nuevos centros concertados (en los que el gobierno
paga una parte de los gastos educativos), no necesariamente de carácter
religioso. En los últimos dos años, y debido al menor número de alumnos, se
han producido bajas de centros en todos los niveles, pero es el sector
público el que ha sufrido mayores pérdidas (ver
estadística). Aunque el número
de centros concertados y privados es un tercio del total de centros
públicos, el nivel de competitividad entre ambos es, a juicio de la opinión
pública, mayor que el que estas cifras arrojan. Sin embargo, y quizá debido a
que ello se une a la idea infundada de que en esos centros concertados se
recibe una educación de mayor calidad, y a la mayor disminución de centros
públicos, se espera que en poco tiempo el número de centros públicos y
privados o concertados se iguale. Tampoco existe competitividad real entre
unas comunidades autónomas y otras, o entre éstas y las que rige el
Ministerio de Educación. Aunque las competencias educativas se hayan
transferidas a algunas Comunidades Autónomas (Andalucía, Cataluña, País
Vasco, Comunidad Valenciana, Galicia, Canarias y Navarra), esto no se traduce
en un aumento de la competitividad directa entre centros, ya que los últimos
están sujetos al currículum que imponga la Comunidad o Ministerio y carecen
de competencia para decidir los miembros de su plantilla, recursos, ratio,
etc. Además, hay que poner en duda los juicios
de valor acerca de la mayor calidad de los centros privados. Cuando hablamos
de educación hemos de precisar a qué nos referimos con educar; si entendemos
la educación como una mera transmisión de conocimientos o a estos les
añadimos otras características a transmitir y formar. En el primer caso, es
innegable que, potencialmente, los centros privados parten en ventaja con
respecto a los públicos. Si bien en
los centros privados no sólo se transmiten conceptos, hemos de
resaltar que el hecho de no atenerse a un currículum homogeneizado y la
inherente búsqueda de la productividad (como consecuencia de la
competitividad en el mercado) merman en gran medida la aplicación de aspectos
no cuantificables como los valores y los procedimientos, que son
jerarquizados en el sistema LOGSE en el mismo nivel que los propios
conceptos. Creemos de gran valor el artículo escrito por Piia
Hirvenoja: Families in the ‘Public-markets’, School Choice in the
comprehensive school, que analiza la elección del centro y sus
restricciones gubernamentales en centros europeos. Para concluir, podemos decir que el Sistema
Educativo Español tiene rasgos similares en lo referente a aspectos de
competitividad que presentan, de manera más explícita, otros sistemas como
son el británico o el norteamericano. Si bien esto es cierto, está muy lejos
de llegar a los niveles de competitividad que presentan dichos sistemas. |
||
BALL, S.J. (1999) Global
Trends in Educational Reform and the Struggle for the Soul of the
Teacher. British
Educational Research Association Annual Conference (http://www.leeds.ac.uk/educol/documents/00001212.htm) DAVIS, P. (1997) Improving the
UK's Competitiveness. North of England Education Conference (http://www.leeds.ac.uk/educol/documents/000000088.htm) HIRVENOJA, P. (2000) Families
in the 'Public-markets': School choice in the comprehensive school. European Conference on Educational
Research (http://www.leeds.ac.uk/educol/documents/00001670.htm) PUELLES BENÍTEZ, M. de (1992)
Informe sobre las experiencias de descentralización educativa en el mundo
occidental. Revista de Educación, nº 299, 353-376. |