La democratización en los sistemas educativos

 

Susana RODRÍGUEZ GALÁN

Valeriano ROSALES ESTEO

Rosa Mª URBANO RAYA

 

 

 

 

           

INTRODUCCIÓN

Cada uno de nosotros tiene una definición de democracia, siendo estas discrepancias más significativas cuando se desciende de las declaraciones abstractas hasta las prácticas cotidianas.

            La vida en democracia supone la renuncia a principios biológicos instintivos tan característicos como el egoísmo, la imposición por la fuerza, la venganza, la marginación de las diferencias, la explotación de los demás, etc. La educación puede oponer a tales tendencias valores surgidos como consecuencia de la  vida en sociedad (la generosidad, el diálogo, el respeto, la colaboración...), que implican renuncia a la simple perspectiva individual.

            Las reformas educativas llevadas a cabo desde la implantación de la democracia en nuestro país avanzan en dirección hacia la materialización de estos principios, con medidas como la gratuidad de la educación obligatoria, las ayudas económicas en etapas posteriores, el retraso en la incorporación al mundo laboral, la oferta educativa, así como la creación de programas específicos compensatorios, etc.

            El sistema político tendrá su incidencia en el sistema educativo, al igual que lo ejerce sobre el resto de los sistemas sociales. Con todo, la complejidad del sistema educativo permite siempre amplios márgenes de autonomía, que lo hacen difícilmente controlable en todas sus facetas. Dicho con otras palabras, si el nivel estructural es fácilmente controlable desde el poder político, no así el procesual, donde el profesorado puede actuar con mucha iniciativa propia. A su vez, la educación es garantía para la democracia, gracias a sus “productos” resultantes que se verán reflejados en todos los miembros de la sociedad. Proceso y sistema educativo en su conjunto deben preparar a los ciudadanos para hacer posible la democracia.

            La democracia es una forma de vida y no un mero sistema político. Esta idea todavía no ha arraigado con suficiente fuerza entre nosotros. Muchos ciudadanos de a pie siguen pensando que el derecho y el deber de votar “llenan” su compromiso de participación política para contribuir a la buena marcha del Estado. Los índices de abstención y de apatía en todos los aspectos de la vida asociativa son preocupantes. Esta creencia está presente en nuestros hábitos de comportamiento  e inciden también en el terreno educativo.

 

PAPEL DE LA EDUCACIÓN

Toda nuestra Constitución, y en especial el artículo 27, es el marco de referencia tanto del sistema político como del educativo español. La Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) supone la consagración global de la democratización del sistema educativo. En la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) aparece reflejada la educación como transmisora y ejercitadora de los valores que hacen posible la vida en sociedad, singularmente el respeto a todos los derechos y libertades fundamentales.

          Existe una estrecha relación entre educación y democracia: educar es sobre todo formar personas que viven en sociedad, que se constituyen como sujetos activos y participativos de su historia. Consolidar una sociedad democrática requiere hábitos de convivencia y de respeto,  unos comportamientos basados en el interés por las cuestiones públicas y colectivas que afectan a todos. En el ámbito educativo, esta implicación se concreta en tres aspectos fundamentales: la democratización de los contenidos de la enseñanza, la pedagogía de la democracia como formación de actitudes y la participación de todos los elementos que integran el sistema educativo.

          La finalidad de la escuela respecto a la democracia es la de “preparar” a los alumnos para ser ciudadanos demócratas. La escuela es una institución a la que como a otras la sociedad le ha asignado la tarea de conseguir un “producto” socializado (preparar para la vida en democracia). Si la formación democrática se adquiere observando y practicando modelos de actuación democrática, sólo una escuela democrática podrá ofrecer tales modelos.

          El sistema educativo se presenta como uno de los sistemas legitimadores y mantenedores del sistema político democrático:

Ø  Legitimador porque los principios que fundamentan el sistema político impregnan el conjunto del sistema educativo, a través de las directrices curriculares y organizativas.

Ø Mantenedor del sistema político porque es función de la educación el incorporar progresivamente a la sociedad las nuevas generaciones según los principios que rigen en ésta.

          Las escuelas democráticas se crean gracias a la acción de los educadores que materializan las disposiciones y oportunidades que harán realidad la democracia e implican dos líneas de trabajo:

Ø Crear estructuras y procesos democráticos que sustenten la vida en la escuela

Ø Crear un currículum que aporte experiencias democráticas al alumnado.

          Las notas más características de la democracia social (Sarramona, 1993) son: participación, pluralismo, libertad, respeto mutuo y justicia. Estas características están  encadenadas, es decir, su aplicación no puede efectuarse de manera aislada aunque sí se contemplan medidas específicas para su consecución en el proceso educativo y su presencia en el marco escolar. 

PRINCIPIO SOCIAL

PERSPECTIVA  PEDAGÓGICA

METODOLOGÍA

Participación

Ed. Pedagógica

Trabajo en grupo. Participación en la gestión escolar

Pluralismo

Ed. Participativa

Convivencia

Libertad

Ed. Crítica

Aprender a aprender

Respeto mutuo

Ed. para la paz

Diálogo. Apertura a otras opciones

Justicia

Ed. Moral

Disciplina. Toma de decisiones

         

          Las escuelas democráticas están marcadas por la participación general en cuestiones de gobierno y elaboración política. Los consejos escolares y otros grupos de toma de decisiones influyen no sólo  a los educadores profesionales sino también a los alumnos, padres y otros miembros de la comunidad escolar. La planificación democrática, tanto a nivel de la escuela como a nivel de aula, no es “gestión de consentimiento” de decisiones predeterminadas que con frecuencia ha creado ilusión de democracia, sino un intento de respetar el derecho de las personas a participar en la toma de decisiones que afectan a su vida. De este modo, la idea de una participación general en los asuntos escolares como característica de las escuelas democráticas, no es tan simple como solicitar la participación, ya que el derecho a la participación introduce preguntas sobre cómo encajar los diversos puntos de vista en la balanza entre los intereses particulares y “bien común” de toda la comunidad. La madurez de las sociedades se deriva de su capacidad para integrar  la dimensión individual y comunitaria a partir de la educación. En el proceso educativo se adquieren los hábitos de convivencia democrática y de respeto mutuo, se prepara para la participación  responsable en las distintas actividades sociales. Los educadores democráticos tratan no sólo de disminuir la severidad de las desigualdades sociales en la escuela, sino cambiar las condiciones que las crean.        

            A modo de conclusión, resaltamos que democratizar la educación no significa sólo extender indiscriminadamente los servicios educativos, sino que implica también consolidar una escuela que favorezca, por su organización y por las relaciones de poder una educación democrática.

 

BIBLIOGRAFÍA

Apple, M. W.(Comps.) Escuelas  democráticas. Morata. 1999. Madrid

Sarramona. J. Cómo entender y aplicar la democracia en la escuela. CEAC. 1993 Barcelona

Sánchez Torrado, S. Educar en democracia. Marsiega 1985 Madrid