¿Quién dijo que las subvenciones son cosa del pasado? Siguen existiendo, sólo que ahora están más escondidas. Si el 99% de la población escucha la expresión Fiware probablemente se quedará con cara de póker. Para un número creciente de emprendedores vinculados a Internet y las apps móviles, este acrónimo es sinónimo de dinero. Mucho dinero. Exactamente 600 millones de euros: 300 aportados por la Unión Europea y otros tantos por empresas privadas de todo el continente capitaneadas por Telefónica. Dinero que se está destinando al objetivo de construir y fomentar Fiware, una plataforma abierta para el alojamiento de contenidos digitales con la que la UE pretende plantar cara a la hegemonía de multinacionales como Google, Amazon o Microsoft.
La clave que determinará el éxito o fracaso de Fiware es muy sencilla: que las empresas se animen a usarla para desarrollar aplicaciones. Si no es así, quedará como una más de tantas iniciativas impulsadas desde las instituciones públicas en las que se gasta mucho dinero para nada. Y la UE lo sabe. Por eso decidió no andarse con remilgos y recurrió al reclamo más goloso: las subvenciones a fondo perdido. 100 millones de euros está gastándose el gobierno europeo en incentivar con hasta 100.000 euros a las startups y pymes que desarrollen aplicaciones construidas sobre arquitectura Fiware. Estas empresas no tendrán que devolver ese dinero ni dedicarlo a un fin determinado: sólo demostrar que su web o su app funciona. Los fondos no los reparte directamente Bruselas, sino 16 aceleradoras financiadas por la UE que seleccionan los mejores proyectos según su plan de negocio y su equipo. Además del dinero, les proporcionan mentorización, soporte tecnológico y networking.
Parece un chollo. ¿Lo es en realidad? Lo cierto es que al menos seis pequeñas compañías de Málaga ya han conseguido jugosas subvenciones arrimándose al calor de la tecnología Fiware. Es el caso de Shopping Leeks, una aplicación móvil dedicada a facilitar los pedidos de los restaurantes a proveedores, que se presentó a la primera convocatoria de la aceleradora Impact y se llevó el gato al agua, o lo que es lo mismo, 100.000 euros a fondo perdido.
No es la única. En el coworking municipal de Tabacalera hay varias startups que han conseguido un trozo del pastel FI-Ware. Como Wiim, una jovencísima empresa que ha desarrollado un reloj inteligente que ayuda a desenvolverse en la vida cotidiana a las personas sordas. Tras recibir 108.000 euros de dinero europeo, ya tiene diseñado un prototipo que pretende comercializar a partir de octubre. Otra compañía, eViti, ha recibido 40.000 euros para su app, que está pensada para ayudar a los viticultores a gestionar los viñedos. La misma cantidad ha conseguido Talky Car, que ha desarrollado un hardware que convierte a coches de cierta antigüedad en vehículos inteligentes, ya que incluye sensores que informan de averías al usuario a través del móvil y avisan a emergencias de forma automática en caso de accidente. Finalmente Speaky, una empresa fundada por dos jóvenes belgas y afincada ahora en Málaga, cuenta con 86.000 euros para lanzar su original método de aprendizaje de idiomas a distancia.
La propia aceleradora malagueña Bolt, que es la que ha acompañado a a todas estas empresas durante su lanzamiento, ha conseguido también un pellizco de fondos europeos tras ser elegida como uno de los 13 primeros hubs o polos europeos (y el primero de España) encargados de fomentar el desarrollo de la tecnología Fiware. Para ello la UE le ha concedido una subvención de 50.000 euros. Su nombramiento ha servido, además, para que los próximos días 20 y 21 de abril, coincidiendo con la reunión del Club Málaga Valley, se vaya a celebrar en Málaga una reunión de representantes de los 13 nodos que coordinan el proyecto.
Las cuestiones que algunos se preguntan son: ¿tiene lógica entrar de nuevo en la tan criticada cultura de la subvención?, ¿por qué es malo dar ayudas a fondo perdido a los agricultores y es bueno dárselas a los emprendedores? ¿es posible cambiar el rumbo del mercado a golpe de incentivos? Para las voces críticas con la iniciativa Fiware, existe un elevado riesgo de que se estén fabricando proyectos a medida para captar las ayudas públicas; proyectos que, una vez que el dinero se agote, también lo harán. El fundador de Virustotal, Bernardo Quintero, es una de esas voces y opina que es un error intentar impulsar un estándar tecnológico basándose en subvenciones. «Las empresas deberían decidir en qué plataforma quieren alojar sus contenidos por criterios técnicos, no porque vayan a recibir una recompensa económica», afirma.
Quienes están participando en la iniciativa no lo ven así: Rafael Aguado, el responsable de Bolt, percibe las subvenciones como un «premio» con el que se pretende «atraer talento para ir llenando de contenido Fiware en su arranque». Aguado considera que la plataforma europea de código abierto plantea ventajas «reales» para los emprendedores frente a las «cerradas» de Google o Amazon, que acaban haciendo «cautivos» a sus usuarios.