Cual mutante del rock y la música popular, Enrique Bunbury abría su “Mutaciones tour” con una adaptación del hit “Iberia sumergida”, para delirio de los más fanáticos de Héroes del silencio. Ataviado de riguroso negro, chaleco y chaqueta, Enrique enloquecía y hacía vibrar a un Teatro de la Axerquía repleto, aguantando estoicamente las altísimas temperaturas de la noche cordobesa.
Con una banda de lujo -“Los Santos Inocentes”- y un sonido espectacular, el zaragozano afincado en Los Ángeles desgranaba su reciente álbum (MTV unplugged) haciendo un recorrido por toda su trayectoria musical. Desde “Mar adentro”, “Sirena Varada” hasta “Ahora”, “Despierta” o su reciente sencillo “Dos clavos a mis alas”, canción interpretada por Raphael en 2003 (álbum: “Raphael de vuelta”). Importante destacar la diferencia entre esta última canción y sus clásicos como “Lady Blue” o “El hombre delgado que no flaqueará jamás” (y por supuesto los hits de Héroes del Silencio) en cuanto a la cantidad de personas que coreaban los temas. Y es que, cada vez cuesta más crear éxitos en este país, incluso al mismísimo Enrique Bunbury.
Una puesta en escena arrolladora, de un icono del rock patrio que además de ser un gran compositor, sigue manteniendo la pasión intacta para renovarse y reinventarse en cada disco, con dosis moderadas de riesgo que no todo artista asume en su status. Un frontman, animal de escenario e intérprete de altísimo calado que junto con Álvaro Suite (guitarra), Jordi Mena (guitarra), Jorge Rebenaque (teclados), Quino Béjar (percusión) y su mano derecha Ramón Gacías (batería) conformaban una maquinaria sonora perfectamente engrasada para celebrar sus 35 años de carrera.
Cerraba el show con “… y al final”, vals perteneciente a su disco “Flamingos” de 2002 despidiéndose del público cordobés hasta nueva orden. Una noche inolvidable donde espero que los fans más cerrados de Héroes del Silencio, disfrutasen con las grandes canciones de su carrera en solitario, una etapa ecléctica y de búsqueda sonora muy valiosa. No dejen de escuchar a Enrique: lo antiguo, lo nuevo y lo próximo.