Por inforock el 22 julio, 2018
Con una puntualidad que hacía entrever que no estarían más allá de una correcta hora y media en el escenario, aparecieron los suecos en el escenario de una abarrotada Axerquía, en una extraña mezcla de padres y madres con sus vástagos y heavies de los ochenta más o menos bien envejecidos o evolucionados. Un sonido correctísimo, una presencia avasalladora y un estado físico de Tempest envidiable: en lo vocal, sin desafinar, y en lo pulmonar, corriendo arriba y abajo prácticamente durante medio concierto. Jugueteando con el micro todo el tiempo y con el pie del mismo en aquella maniobra de levantamiento que tan bien dominara Jon Bon Jovi en su momento, Tempest fue honesto con lo que vino a ofrecer: hasta cinco temas del disco que les hizo universalmente famosos y que les llevara a declarar que serían el primer grupo en tocar en la luna. Demostraron que lo suyo es más la Tierra, por ello quizás tocaron algún tema de su álbum Walk The Earth y la homónima de su Prisoners in Pardise, entre otras. Incluso un atisbo de versión que se quedó en sampler del marleyniano No Woman No cry. Arropado por un espectacular Ian Haughland a las baquetas, un excelso John Norum a las seis cuerdas (que por momentos distrajo al personal del frontman Tempest), Levén al bajo y el dueño del teclado más famoso de la época de los cardados, Mic Michaeli.
Si con Carrie los otrora mecheros ochenteros se tornaron pantallas de smartphones, con The Final Countdown la Axerquía viajaba al ’86 durante escasos 5 minutos. Un viaje sin más estaciones – ¿qué bis vas a tocar después de la cuenta atrás final?