La dehesa es un paisaje cultural singular, importante a escala local, regional, nacional e internacional y de productividad moderada a baja (debido a sus limitantes ambientales, geomorfológicos y orográficos) que intenta dar respuesta a las múltiples necesidades de la población (producción, protección, recreación, etc.).
Actualmente, el sistema productivo de la dehesa está en crisis, al no poder ofrecer una adecuada sostenibilidad económica, y en su intento de corrección de esta situación, está afectando al mantenimiento del ecosistema y su biodiversidad.
La problemática o hiperproblema que afecta a la dehesa es de naturaleza compleja. En primer lugar, en los territorios de dehesa existe un importante déficit en el desarrollo tecnológico en aspectos tales como tecnoestructura, control de la carga ganadera, podas, control de plagas y enfermedades, regeneración del encinar, etc. En segundo lugar, el proceso de intensificación como respuesta a alcanzar umbrales de rentabilidad económica sostenibles ha provocado numerosos problemas relacionados con la sostenibilidad ecológica de la dehesa: simplificación de la vegetación, pérdida de diversidad faunística, carga ganadera del sistema superior a su capacidad sustentadora, exceso de artificialización, laboreo excesivo, desmonte, acumulación de purines, enfermedades del arbolado y sobre todo envejecimiento del encinar. Por otro lado, la insuficiente remuneración económica del trabajo, unida a la falta de valoración social, a las características propias del trabajo a realizar en las dehesas y a la desconexión con el sistema externo, hacen que el relevo generacional sea un aspecto preocupante y que no se avance hacia la necesaria profesionalización de los gestores de estos sistemas adehesados. Además, aspectos globales como el cambio climático.
Aspectos singulares de los sistemas de dehesa como el sistema de producción con estilo naturalista, paisaje, biodiversidad, secuestración de carbono, productos de calidad, vigilancia del territorio, etc., no se perciben como una oportunidad para la sostenibilidad de la dehesa, particularmente en aspectos económicos, sino más bien se perciben como inconvenientes y restricciones artificiales.
La participación del sector en la toma de decisiones hacia la construcción del futuro es testimonial, más bien se ve arrastrado por los escenarios que propician las administraciones, normativas, ayudas, etc. que a veces son percibidas negativamente por la dificultad que presentan para avanzar hacia la sostenibilidad de estos sistemas. Además, el mercado condiciona los aspectos diarios de la gestión. Esos condicionantes externos del sistema, pero también distintas actitudes y acciones, hacen que los territorios de dehesa tengan una capacidad de respuesta poco ágil, donde se producen asimetrías de desarrollo.
Este panorama hace plantear que los sistemas de dehesa necesitan de una importante evolución y ajustes progresivos para poder aprovechar su potencial y proveer de diversos servicios: ambientales, alimentarios, turísticos, mantenimiento de la diversidad, paisaje, tradiciones, etc. La búsqueda de complementariedades y sinergias entre ellas y con otros sectores es todavía una tarea pendiente para la sostenibilidad económica, ecológica, social y cultural de estos ecosistemas. En este sentido, los potenciales retos que se deben plantear son: