A la altura de 1612, Góngora -con su apuesta decidida por el dominio de un territorio propio para lo poético- cambiará radicalmente el rumbo de la poesía escrita en español en su tiempo y ahora. Escribirá el Polifemo -el más perfecto epilio de la literatura española, el máximo ejemplo de cómo la poesía se relaciona con la música, mejor dicho, cómo es, en sí misma, música- y poco después las Soledades, poema innovador, sublime, enigmático y donde la estética de la variedad inagotable afecta a todos los niveles, desde el estilístico al temático, pasando por el compositivo, tonal, enunciativo, genérico y cotextual.
Ninguna lectura de Góngora es completa y cabal sin las Soledades. He dedicado a ellas la mayor parte de mi investigación sobre Góngora y no deja de sorprenderme. El texto es tan desconcertante que puede provocar opiniones contradictorias entre los lectores y críticos, desde las que exhiben ignorancia y planicie intelectual hasta las que lo sitúan como el poema más sublime de la poesía española.
En las Soledades, el alto grado de ornato poético que, casi milagrosamente, se mantiene constante en un espacio textual de más de dos mil versos propicia que esa cornucopia diversa contenga tesoros textuales de seis versos o de mayor dimensión, como en un caleidoscopio de belleza inagotable. Para nombrar a los objetos, para definir la vastedad del mundo desde la mirada del peregrino (intenta olvidar un amor, y casi no habla, sólo mira: su mirada es la medida del mundo), Góngora va más allá de las designaciones y de los tópicos, y abre su cofre de imaginación e inteligencia descriptivas.
Francisco Fernández de Córdoba, Abad de Rute, amigo y defensor de Góngora, veía las Soledades como un vago lienzo de Flandes, unas pinturas caracterizadas por la variedad en sus múltiples formas: exuberancia, acumulación, abundancia, detallismo. De ello se deduce que la variedad expositiva que Góngora alcanza en su poema tiene como base, en sus contenidos, el número de criaturas humanas y animales que desfilan por sus versos; un ejemplo significativo de la Soledad primeraes el pasaje en que los aldeanos acuden a la boda con sus regalos (terneras, gallinas, cabritos, conejos, perdices, miel). Porque otra de las características de su poesía es la dignificación de lo humilde, tanto que una de las grandes líneas directrices de las Soledades consiste en la dignificación de lo sencillo (que no simple) mediante la utilización de un lenguaje poético muy elaborado sólo dedicado hasta entonces a los grandes (que no hondos) asuntos.
Su autor era plenamente consciente de su genio, como explicaba en su carta en defensa de las Soledades cuando dijo que gracias a su trabajo la lengua castellana había llegado a la perfección y alteza de la latina. Acertó. Tras sus grandes obras el español ya no sería el mismo.