GÓNGORA DESPUÉS DE GÓNGORA

Su influencia afectó incluso a los que lo envidiaban por su originalidad y perfección, como sucedió con Lope de Vega y Quevedo. Pero, aparte de esta influencia menos estudiada, puede hablarse de todo un grupo de poetas en la órbita de Góngora: el Conde de Villamediana, Soto de Rojas y otros muchos entre los poetas peninsulares del XVII y el XVIII. Y luego tenemos la influencia en América: la poesía escrita en esos territorios en los siglos XVII y XVIII no puede entenderse sin Góngora, como demuestran los casos de Sor Juana Inés de la Cruz o Domínguez Camargo.

En cuanto al siglo XX, sería muy difícil reconstruir las múltiples corrientes de la lírica española e hispanoamericana del siglo XX sin contar con la vertiente gongorina. Más aun: es erróneo desgajar al poeta cordobés de las principales tendencias que han constituido la tradición moderna, empezando por su origen en la segunda mitad del siglo XIX. Los textos y la poética de don Luis constituyen un pilar ineludible para la conformación de las grandes trayectorias creativas del XX (Darío, Lorca, Alberti, Diego, Vallejo, Neruda, Lezama, Paz, Sarduy). Góngora ha sido, en diverso grado (desde la adhesión superficial hasta la asunción profunda de sus postulados), bandera y modelo para simbolistas, modernistas, puristas, herméticos, culturalistas y hasta silenciosos. 

Entre los poetas vivos que han sido cautivados por Góngora podemos citar a Pablo García Baena, Pere Gimferrer, Carlos Clementson o José Manuel Caballero Bonald. Eso entre los españoles, porque la lista es interminable en el caso de los autores latinoamericanos. Y era tan proteico y poderoso que su influencia afecta a la oratoria sagrada desde el siglo XVII, a la prosa narrativa, e incluso llega a la novela del siglo XX, como demuestran las obras de Lezama Lima, Alejo Carpentier, Severo Sarduy o Gonzalo Torrente Ballester.