Clausurado el IV Congreso “Córdoba, ciudad de encuentro y diálogo”
Córdoba, 27 de marzo de 2019. La noche del 18 de abril de 2015, un viejo pesquero atestado de inmigrantes chocó contra un carguero chino a 77 millas de las costas libias. Veintiocho personas pudieron ser rescatadas con vida y otros 24 cadáveres fueron recuperados. Hoy se sabe que más de un millar de personas viajaban en la embarcación antes de hundirse en las negras aguas del Mediterráneo. El barco fue reflotado en 2016, en un hecho sin precedentes de la crisis migratoria, y un forense peruano dirige desde entonces las operaciones para tratar de ponerle nombre y memoria a cada uno de los seres humanos rescatados del olvido. Ese especialista, cuyo nombre es José Pablo Baraybar, desgranó esta mañana su reto humanitario en la clausura del IV Congreso “Córdoba, ciudad de encuentro y diálogo”, organizado por la Cátedra Unesco de la UCO y la UNIA.
“La gente tiene derecho a saber qué pasó y dónde están sus seres queridos”, manifestó a modo de preámbulo ante la sala del Teatro Góngora de Córdoba. Y precisó: “El término desaparecido es un eufemismo. Nadie desaparece. Está en algún lado. Vivo o muerto”. La Cruz Roja Internacional, para cuya organización trabaja Baraybar, recibió 27 peticiones de búsqueda relacionadas con el naufragio. Muchas familias fueron entrevistadas por Cruz Roja y esa información generó nuevas vías de información y más contactos personales.
En ese proceso, se identificaron testigos directos que no pudieron embarcar en la nave accidentada pero que vieron a la gente que sí se subió a ella. Paralelamente, se contactó con 28 supervivientes, la mayoría residentes en Europa, y se intentó reconstruir la lista de pasajeros. “Cada persona tiene nombre y familia”, puntualizó Baraybar, en un intento de quebrar la percepción de anonimato de las víctimas.
Las pesquisas pudieron identificar a un grupo de 67 personas directamente vinculadas con la embarcación. Y, entre ellos, se contactó con el contador de personas de la nave, que fue quien suministró datos suficientes para documentar que, al menos, 1.050 personas viajaban aquella noche en el viejo pesquero, y no 800 como inicialmente se pensaba. Al parecer, unos 300 somalíes y eritreos se subieron al barco a última hora, según corroboró el testigo. La Cruz Roja está a la espera de que las autoridades italianas faciliten los perfiles genéticos, que permitan avanzar en las investigaciones. “Para Europa, el mejor migrante es el migrante muerto. No da problemas”, lamentó crudamente José Pablo Baraybar.
La mañana del congreso ha contado también con una mesa de reflexión sobre el papel de los medios de comunicación y el uso del lenguaje como arma perversa para la generación de un sentimiento de rechazo ante el fenómeno migratorio. “El periodismo no debe de estar muy contento con su contribución al relato dominante”, declaró José Naranjo, corresponsal de El País en el África occidental. “Si las migraciones son positivas, ¿por qué se perciben como un problema?”, se preguntó.
“Hemos levantado muros físicos, pero sobre todo mentales”, dijo. Y advirtió: “Hemos construido los cimientos más poderosos: el miedo al otro. Y el miedo es rentable políticamente. Hay a quien le interesa que existan sociedades con miedo”. En la misma línea, intervino Miguel Doña, director del programa “Espacio de encuentro”, de la Cadena Ser, que desde hace 13 años aborda cuestiones relacionadas con el proceso migratorio y sus protagonistas.
“Tenemos la responsabilidad de que la xenofobia y el racismo no proliferen”, manifestó. Doña detalló en qué consiste el espacio que dirige y cuál es la labor humanitaria que prestan en la comunidad autónoma andaluza. “No abrimos informativos, pero somos imprescindibles”, señaló. Mamadou Diouma, profesor de Comunicación de la Universidad Gaston Berger, alertó sobre el uso del lenguaje distorsionador y el auge de los extremismos xenófobos, mientras que Charles Autheman previno contra la “simplificación” y el “sensacionalismo” de la información.
El IV Congreso “Córdoba, ciudad de encuentro y diálogo” puso esta mañana punto final a tres días de debates y conferencias sobre “Migraciones y migrantes en un mundo global”. Manuel Torres, director de la Cátedra Unesco, agradeció la participación del público y elogió la aportación de los ponentes en el acto de clausura.