La obra del suizo Jacob Burckhardt Die Kultur der Renaissance in Italien (1860) aportó a la historiografía posterior el convencimiento general de que los logros culturales de los italianos en el Renacimiento constituirían el modelo de los valores occidentales para los siglos venideros. Pero Burckhadt distaba mucho de ser un historiador neutral y sus páginas están repletas de afirmaciones culturales basadas en sus propias convicciones éticas y estéticas. Tal es el caso de los españoles a quienes no reconoce virtud militar alguna, ni nobleza, ni gallardía, ni honor; y ello a pesar de haber dominado militarmente desde las postrimerías de la Edad Media hasta bien entrado el siglo XVII.
Sin embargo, desde finales del siglo XX y comienzos del XXI la historiografía parece haber cambiado de rumbo y los estudios hispánicos han comenzado a florecer como nunca antes, resaltándose las conexiones entre España y el resto del continente europeo – particularmente la península itálica y Flandes –, así como la proyección americana y paneuropea de las reflexiones de los maestros hispánicos y su incidencia en la redefinición del poder político, del espacio, del Derecho y de la vida religiosa. No debe sorprender, entonces, que los aspectos más relevantes del periodo renacentista y que anticipan la aparición de la modernidad como pueden ser la consolidación de la monarquía dinástica, la aparición del derecho internacional, la inestabilidad de la Iglesia y el desarrollo de nuevas actitudes espirituales; hayan tenido su particular recepción en el pensamiento castellano de los siglos XV y XVI.
En efecto, todos estos factores son conocidos para los pensadores hispánicos y, no obstante, lo que convierte en originales sus reflexiones es la singularidad geográfica, cultural y política de la península hispánica en el Renacimiento. Esto hace necesario la contextualización histórica de cada maestro en una miríada de acontecimientos políticos y religiosos que son clave para la asimilación y evaluación de sus propuestas tanto teóricas como prácticas. Así, para la comprensión de la llamada primera escuela de Salamanca (Madrigal, Osma y Roa) resulta esencial su inserción en el proyecto reformista y reunificador de los reyes católicos y para el estudio de la segunda escuela de Salamanca (Vitoria, Cano y Soto) es imprescindible su contextualización en el marco de la política imperial de Carlos V. Entre tanto, no debe descuidarse el efecto que la Reforma luterana tuvo sobre los cimientos religiosos y espirituales de la República Cristiana, lo que hizo necesario la redefinición de las relaciones entre la Iglesia y el imperio, pero también las propias relaciones en la comunidad eclesiástica. En este sentido, volverían a ser protagonistas los pensadores españoles, ya fuera defendiendo la primacía del Papado frente al conciliarismo (Vitoria), abrazando el nuevo espíritu erasmiano (Vives) o rechazándolo abiertamente (Sepúlveda).
Conviene precisar que la consolidación de la monarquía dinástica y la racionalización del poder político presenta en la España renacentista unas notas características que la diferencian profundamente de las experiencias francesa o inglesa. Esta singularidad deriva de su particular organización “administrativa” heredera del reinado gótico, celosa de las libertades colectivas de los municipios y guardiana de los intereses colectivos de clase o estamentales. Ni el parlamentarismo inglés, ni el absolutismo francés encontraron en España las condiciones para su desarrollo en este periodo; en cambio, el reinado de Isabel y Fernando – y en menor medida el de Carlos V – conservaron en la península un modelo político representativo que de facto suponía la sujeción del poder monárquico a las constituciones locales y a las corporaciones gremiales o estamentales. En este contexto, es de enorme importancia el análisis de las obras de Fernando de Roa, Francisco de Vitoria, Juan Ginés Sepúlveda y Francisco de Suárez; porque cronológicamente ordenados son un reflejo fiel del cambio de paradigma en la teorización del poder político y del nacimiento de la filosofía política moderna.
La Reconquista y la restauración del reino visigótico, la unificación de Castilla y Aragón, la estructuración de un poder regio sobre la base de un orden político plural y localista, la expansión mediterránea, el Descubrimiento del Nuevo Mundo, el dominio imperial y las relaciones internacionales, el declive de la Respublica Christiana y el surgimiento de los Estado nación modernos. Acontecimientos que tienen una importancia decisiva para comprender la realidad espiritual de España, pero, también, para el estudio de la modernidad europea. No se comprenderá bien la modernidad sin la ayuda de los maestros españoles del derecho natural.
En el ámbito del derecho internacional no cabe duda de la importancia que tuvieron los magni hispani en su formación y desarrollo posterior. Una relevancia que no sólo es útil para comprender la historia del derecho internacional; sino, que conserva actualidad y es sumamente pertinente para comprender debates aún hoy vigentes: el cosmopolitismo entendido como sociedad de naciones o comunidad de las naciones; o bien, entre el modelo imperial o imperialismo.