Cada idioma otorga una visión diferente de la vida

Cada idioma otorga una visión diferente de la vida

Según Federico Fellini cada idioma otorga una visión diferente de la vida. Las lenguas son entes vivos, cambiantes que se adaptan a la realidad y al contexto socio-cultural de la comunidad de hablantes. Es importante resaltar que las lenguas cambian, porque eso implica que no siempre han sido iguales. Pero, ¿es útil saber cómo han cambiado y por qué? ¿Qué nos puede aportar ese conocimiento?

Desde mi humilde opinión la respuesta a la primera pregunta es un sí; creo que conocer cómo han evolucionado las lenguas nos convierte en personas más empáticas, abiertas y tolerantes y ahora expongo el porqué con un sencillo ejemplo. Hoy en mi camino a Córdoba he observado el Castillo del Almodóvar a través de la ventana del coche y mi imaginación comenzó a volar imaginando las batallas, las historias de amor, las aventuras y las desventuras que hayan podido ser presenciadas por esas bellas almenas. Mientras mis ojos se fijaban en la gran ventana que cada mañana es testigo de todo lo que acaece en la campiña cordobesa, el desbordante ejercicio imaginativo de mi mente se vio interrumpido por el sonido que hizo mi libro de El Principito al caerse de la mochila. “Lo esencial es invisible a los ojos” se podía ver subrayado con lápiz en la página por la que el libro se abrió tras caer desde la mochila al suelo del coche. Mi mente comenzó a atar cabos y llegó a una conclusión, había algo esencial que era invisible a mis ojos y lo tenía justo delante: el castillo. La palabra castillo, ¿cuántas veces la habría usado en mi vida? ¿Cuántas veces presté atención a lo que de su significado me resultaba invisible a los ojos? Ese castillo contemplaba desde la distancia a la ciudad en la que se mezclaron las tres culturas. Comentaré a continuación la reflexión a la que llegué. Pero por un momento sería conveniente pensar en su origen, intentado descubrir significados y vínculos ocultos en esa serie de letras que dan lugar a esta bella palabra.

Castillo viene de la palabra “castrum”. La terminación “-um” hace que nos venga rápidamente a la mente el latín. Efectivamente, “castrum” fue una palabra que se usaba para designar edificios cuya misión era proteger a los soldados romanos. “Castrum” derivó en “castellum”, siendo esta última realmente un diminutivo que se incorporó al léxico de la lengua latina posteriormente… Un momento, ¿no se parece “castellum” a “castillo” (español)? ¡Comparten la misma raíz! Pero no solo eso, en francés la palabra derivó en “châteaux” (el acento circunflejo sobre la â puede indicar la desaparición de una “s”…?). En otras lenguas romances podemos encontrar “castell”(catalán), “castelo” (gallego), “castiellu” (asturiano). Parece normal puesto que todas estas lenguas son románicas.

Sin embargo, ¿qué ocurre con  “kastala” (islandés moderno),  “kastell” (alemán) y “castle” (inglés medio y moderno)? Probablemente en inglés antiguo tardío esta palabra tendría la forma “ceaster”, aunque su evolución al inglés medio es dudosa, porque puede ser una evolución de “ceaster” o puede que se tratase de un préstamo del francés debido a la influencia del francés normando. Este se introdujo en las islas debido a la victoria normanda en Batalla de Hastings. Las lenguas que se han mencionado anteriormente son todas germánicas, mientras que las mencionadas en el párrafo anterior eran lenguas romances. Posiblemente hubo contactos culturales, y por ende lingüísticos, que permitieron préstamos léxicos haciendo posible que esta palabra tan cotidiana tenga un origen común en tantas lenguas. Es conveniente recordar que en Inglés con Fines Específicos (ESP), particularmente en inglés jurídico y en inglés científico, se pueden encontrar términos latinos y de origen francés en abundancia debido a que los hechos históricos promovieron contactos culturales.

 

Esto implica que si dedicásemos al menos unos segundos a mirar cada palabra descubriríamos lazos con otras culturas que a priori parecen estar a años luz de la nuestra. La lingüística histórica, o estudio diacrónico de las lenguas, es como esa ventana del castillo. Permite ver desde otra perspectiva y nos hace crecer como personas puesto que al descubrir lazos comunes, tendemos a mostrar empatía y a mostrar una mayor apertura a otras culturas y a otras lenguas cuando nos nutrimos del conocimiento que nos aporta. Es decir, desarrollamos paulatinamente una “consciencia panlingüística” que nos hace tomar actitudes positivas hacia otras lenguas y culturas, promoviendo una convivencia enriquecedora.

En definitiva, es conveniente tener presente que las lenguas muertas como el latín, el griego clásico, el inglés antiguo, el inglés medio, el castellano antiguo, etc. son parte de la cultura viva y que quizá deberíamos abrir los ojos mirando al pasado para entender un futuro de unión y fraternidad de toda la humanidad. Como diría Antoine de Saint Éxupery “lo esencial es invisible a los ojos, solo con el corazón se puede ver bien”. Así, cada vez que aprendamos algo acerca de otras lenguas tendremos más facilidad para ver lo invisible y para tomar una perspectiva diferente del mundo en el que vivimos.

¡Feliz día de las lenguas!

Autor: Antonio Jesús Tinedo Rodríguez, alumno de 4º curso de Grado de Educación Primaria mención en Lenguas Extranjeras.