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Dedicando al marqués de Guadalcázar las Obras póstumas de don Luis de Góngora
Éstos son, oh marqués esclarecido,
los rayos de aquel sol casi eclipsado,
que, a no estar de su luz tan amparado,
nuestro error su occidente hubiera sido.
La ceguedad le tuvo oscurecido
entre sus sombras, pero no apagado,
bien que ya de la envidia el vil cuidado
de la ignorancia quiso hacer olvido.
Hoy, pues, que tanto sol eficaz luces,
por que no turbe a lo eficaz lo breve,
busca el día inmortal de vuestro amparo,
envolviendo los rayos que produce
entre aquella porción de luz que debe
al esplendor de vuestro nombre claro.
Antonio de Solís