Vida de S. Pedro Arbues Inquisidor apostólico primero de el Reino de Aragón y Tribunal de la Ciudad de Zaragoza.

Texto Revisado

Autor

Fernández de Marmanillo, Francisco

Editor

Título completo

Vida de S. Pedro Arbues Inquisidor apostólico primero de el Reino de Aragón y Tribunal de la Ciudad de Zaragoza. Escribela primero en verso heroico latino y luego en Octavas sacada al pie de la letra de su historia...Así mismo describe las fiestas que este Tribunal del Reino de Navarra, hizo a su beatificación en la Ciudad de Logroño, año de 1664

Notas y observaciones

Impresor

Lugar

Logroño

Fecha

1665

Librero

Tomos

Páginas o folios

15 hs.+ pp. 7-64

Formato

Cuarto

Pliego

Grabados

Paratextos

Frontis, con el título: S. Pedro Arbues. Sol de Inquisidores.

Port.

Censura de Fr. Francisco de la Cuesta.

Ded. a D. Diego de Arce Reynoso, Inquisidor General, etc.

Ocho poesías latinas del Autor.

Al discreto y curioso lector.

Soneto de Ignacio Felix de Marmanillo. ("Mientras que sales oy a buscar fama...").

Soneto de Pedro Cavallero Marín ("Marmanillo, en la impressa que tomaste...").

Vita S. Petri de Arbues, en versos latinos.

Cinco poesías latinas del autor.

Soneto al Santo Pedro arbues ("O Tu Pedro de Arbues que festejada...")

Localización

BNE R/11454, 3/19637(2)

Repertorios

Simón Díaz, BLH, X, nº 949, p.140.

Salvá, I, nº 607.

CCPB000052111-6.

Ediciones modernas

Octosílabo

Moldes petrarquistas

Moldes barrocos

Moldes neoclásicos

Espiritual

Didáctica

Épica

Tradicional

Romancero

Discurre el autor en el Teatro de la vida humana
ESTACIÓN PRIMERA, DE LA AURORA.
DISCURSO PRIMERO.
SILVA I

El alba hermosa y fría,
que bien puede ser fría y hermosa,
como mujer casera y hacendosa,
con la primera luz del claro día
se levantó aliñando paralelos,
barriendo nubes y fregando cielos.
Salía con las crenchas destrenzadas,
el jaque descompuesto,
y echada por los hombros la basquiña,
solo un zarcillo puesto,
que porque el sol, que viene, no la riña,
y regarle el salón del mundo presto,
dejó prendido el otro en la almohada;
la saya arremangada,
y el manteo de vuelta solo bajo,
dejando el estropajo
que del cielo lavó los azulejos. (...)

Agustín de Salazar y Torres