El femenino de las profesiones y su uso. El poder del lenguaje

Texto de Carmen Expósito Castro

No está de más recordar que en el pasado y no un lejano pasado sino más bien un pasado reciente, ha habido profesiones que al estar reservadas a los hombres se nombraban en masculino, el femenino no existía porque no existía la necesidad de denominar ese ejercicio profesional si la mujer no lo ejercía. No hablaremos aquí del momento en el que la mujer accede a puestos que antes estaban reservados a los hombres ni de los porcentajes tan dispares en la ocupación de esos puestos. No nos vamos a detener tampoco en la evolución de la ocupación de cargos importantes por mujeres, vamos a centrarnos en el lenguaje y en el poder implícito de su uso y frecuencia.

Es necesaria una teoría para el uso de un lenguaje inclusivo y, en este sentido, se han publicado diferentes Guías y artículos muy útiles; quiero incidir aquí, no obstante, en el hecho de las preferencias de uso y las connotaciones que las palabras tienen en función de su género. Así, no transmite la misma información «asistente» que «asistenta».

Las palabras no pueden cambiar las actitudes ni las percepciones de un día para otro, pero un uso continuo de términos que nombren profesiones en femenino ayuda a las personas a cambiar su visión de la realidad con el paso del tiempo. El uso de las palabras es lo que permitirá que se admitan y «suenen bien»; no sería la primera vez que escuchamos que el uso de tal o cual femenino «no suena bien». ¿Por qué nos choca oír «generala» o «fiscala»? Por falta de uso y de práctica y quizá igualmente, porque hay muchas menos mujeres que hombres que desempeñan esas funciones. Pero no es una razón para no utilizar el femenino. ¿Suena muy bien «matrón»?; y sin embargo, este masculino sí ha entrado rápidamente. Es lo que demuestra que en los usos lingüísticos no solo interviene la lengua y la norma, está mucho más presente la aceptación sociocultural.

Para formar el femenino, hay que acudir a la norma lingüística y a las reglas dictadas por la Real Academia Española desde un punto de vista prescriptivo y por la Fundéu desde otro descriptivo. Pero la regla gramatical para la formación del femenino de las profesiones está plagada de excepciones y, además, al uso de algunos femeninos de profesiones se interpone la preferencia social o personal por el masculino. En el caso de «médica» quedó demostrado en una encuesta realizada por Redacción médica* a sus lectores. A la pregunta ¿cómo preferís que os llamen: «médico» o «médica»? un 64,68 % de las participantes en la encuesta se decanta por la primera opción y un 35,32 % elige que las designen como médicas. Esos resultados se han extraído de los datos correspondientes únicamente a mujeres.

Tal y como expresa Judith González Ferrán, filóloga de la Fundéu, desde la Fundación del Español Urgente se trabaja «por ofrecer una forma en femenino, una alternativa válida para quien la quiera porque es tarea de todos normalizar estos términos, usándolos con confianza en la lengua y con respeto por las personas que hay detrás». Añade que nombrar a las mujeres con las formas masculinas de las profesiones y cargos configura en la mente del receptor un panorama que no siempre es el más ajustado a la realidad.

Vamos a dejar, por tanto, de lado el uso de: la médico, la juez, la concejal y a utilizar sus femeninos: médica, jueza y concejala, totalmente aceptables en el lenguaje y en la sociedad. Y para los femeninos de profesiones en las que las mujeres son aún minoría, usémoslos, para que el uso del vocablo las vulgarice: pilota, obispa, edila, presidente…

Pero sobre todo, esperemos que desaparezca la acepción «la esposa de», que sigue apareciendo para muchos femeninos.

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*https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/medico-o-medica-como-prefieren-ellas-que-las-llamen–3772

Sobre la autora de este post:

Carmen Expósito Castro es docente en el grado de Traducción e Interpretación de la UCO. Ha ejercido como traductora e intérprete desde 1992 hasta 2000 en Estrasburgo, y desde 2002 hasta 2010, como traductora e intérprete de negocios en organismos públicos y con empresas de los sectores industrial y cultural en Andalucía.

Es una de las colaboradoras del proyecto TradAV.

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