Texto de Belén Cornejo Daza
En este post vamos a abordar una de esas tareas que, a menudo, se encomiendan al traductor más allá del transvase de un texto de una lengua a otra. Bien es sabido que el traductor no es solo traductor, sino que ha de responder también a labores de revisión, programación, maquetación, diseño, etc. En este caso, hablaremos sobre la audiodescripción, una vertiente de la traducción donde el texto visual juega un papel fundamental. Y, para ello, tomaremos como referente de nuestro análisis el corto publicitario de la película Disney más exitosa de los últimos años: Frozen.
La labor de audiodescripción resulta un tanto particular para el traductor, ya que en ella no se enfrenta a una traducción desde una lengua origen a otra meta, sino que el transvase de información sucede en la misma lengua. La audiodescripción surge como alternativa para aquellas personas ciegas o con dificultades de visión que pueden acceder al contenido sonoro de un documento audiovisual, pero para los que es imposible (o dificultoso) apreciar la información visual. La audiodescripción les permite, así, recibir el guion original (o doblado) con una breve explicación adicional que se ofrece de forma oral y en la que se describe esa parte de la narración que se expone de forma visual.
Como en todos los encargos de traducción, es esencial una labor previa de documentación. Sin embargo, en la audiodescripción, la fase de documentación goza de una especial importancia. Para poder describir los movimientos y comportamientos de los personajes, el traductor ha de informarse sobre su personalidad, su forma de ser, sus actuaciones habituales o su forma de expresarse. Además, es importante que, al inicio de la grabación, se ofrezca una breve descripción de los personajes presentando su nombre y sus rasgos físicos más característicos. Por ejemplo, en el caso del corto de Frozen, convendría comenzar la narración especificando que Olaf es un muñeco de nieve, de esta manera: “El muñeco de nieve Olaf”.
Aunque esto se aplique más concretamente al ámbito del doblaje, también es importante que, en una tarea de audiodescripción, nos aseguremos de que el texto se transmite con «un perfecto dominio de la pronunciación estándar del idioma español» y con una «neutralidad total […] sin ningún tipo de acento», tal y como apunta María Rubio, responsable de Escuela de Doblaje.
Si atendemos a las dificultades que pueden acechar al traductor en una tarea de audiodescripción, una de las más comunes es, sin duda, que las acciones y eventos que se muestran en pantalla sucedan a una gran velocidad y de forma sucesiva, suponiendo una gran carga de información. Un ejemplo de ello sería la secuencia en que Olaf y el reno Sven compiten por la zanahoria sobre el hielo. En estos casos se recomienda no tratar de explicar cada uno de los movimientos de forma individual, sino localizar algún aspecto que todas esas acciones guarden en común y ofrecer una descripción general de lo que está sucediendo. Esta habilidad para la concisión es, además, fundamental en documentos como este, dirigido al público infantil, pues en estos casos se desaconseja caer en un excesivo detalle que pueda aburrir al espectador. Nuestro objetivo ha de fijarse en proporcionar una visión general del documento que logre provocar en el público con discapacidad visual el mismo efecto que en el resto de espectadores.
Otra gran dificultad en la audiodescripición surge a la hora de transmitir verbalmente la postura, los gestos y los movimientos personales de cada personaje. Estos comportamientos no están estandarizados ni son generalizados, es decir, se trata de la respuesta física natural y particular de un determinado personaje ante un determinado estímulo o situación. La cuestión es aún más complicada en el caso de dibujos animados programados digitalmente y dirigidos al público infantil, como sucede con el corto de Frozen. En este tipo de documentos, existe una libertad total en cuanto a la creatividad, la imaginación y la ficcionalidad, de forma que los personajes reproducen movimientos que serían imposibles e inconcebibles en la realidad, por lo que resulta muy complicado describirlos de forma oral. Hablamos por ejemplo de que Olaf puede dividir su cuerpo en bolas y crear una catapulta con él, o que un reno, Sven, puede nadar estilo braza sobre una placa de hielo, una imagen que definitivamente no podemos conocer ni llegar a imaginar en la realidad.
Aunque, en un primer momento, la traducción convencional y la audiodescripción puedan resultar tareas muy dispares, nuestro consejo es que las problemáticas enumeradas anteriormente y otras que puedan surgir en una tarea de audiodescripción se aborden de la misma forma que en una tarea convencional de traducción: buscando la naturalidad en el texto final, y preservando siempre el mensaje del original y el efecto que se busca provocar en el espectador.
Aquí os proporciono mi propuesta de audiodescripción personal para el corto de Frozen elegido para la práctica.
También adjunto la versión de audiodescripción que se ofreció en el mercado anglosajón para que podáis comparar ambas perspectivas.