Catecismo de la Doctrina cristiana. Escrito en prosa por el P. Geronimo de Ripalda, en la Compañía de Jesús. Y compuesto en verso, para más suave instrucción de los niños, por el P. Juan de Almarza, de la misma Compañía.
Discurre el autor en el Teatro de la vida humana
ESTACIÓN PRIMERA, DE LA AURORA.
DISCURSO PRIMERO.
SILVA I
El alba hermosa y fría,
que bien puede ser fría y hermosa,
como mujer casera y hacendosa,
con la primera luz del claro día
se levantó aliñando paralelos,
barriendo nubes y fregando cielos.
Salía con las crenchas destrenzadas,
el jaque descompuesto,
y echada por los hombros la basquiña,
solo un zarcillo puesto,
que porque el sol, que viene, no la riña,
y regarle el salón del mundo presto,
dejó prendido el otro en la almohada;
la saya arremangada,
y el manteo de vuelta solo bajo,
dejando el estropajo
que del cielo lavó los azulejos. (...)
Agustín de Salazar y Torres