Las películas entretienen, sorprenden, emocionan y, también, educan. Esa idea la tiene clara Octavio Salazar, investigador de la Universidad de Córdoba y amante del cine, que ha explicado en un artículo publicado en la revista Historia de la Educación cómo el cine funciona para reflejar los objetivos del sistema educativo en una especie de diálogo entre valores, educación y películas.
Como explica Salazar “la escuela debe ser transmisora no solo de conocimiento, sino también de valores democráticos, de hábitos de convivencia, de valores relacionados con el respeto a los demás y que tengan que ver, en definitiva, con la convivencia democrática”. La educación, por tanto, es una pieza clave en la forja de la ciudadanía y es, precisamente, el tema de muchas películas, sobre todo realizadas en Francia, que también abordan los retos del siglo XXI como la multiculturalidad, la igualdad de género, la diversidad sexual o las nuevas tecnologías. Retos que tienen que afrontar cómo la sociedad se hace cada vez más heterogénea y en donde las identidades particulares de cada persona deben integrarse en un espacio común de derechos, obligaciones y valores constitucionales.
Además, el cine también sirve para construir la memoria democrática. Salazar hace referencia en su artículo a tres películas españolas (‘La lengua de las mariposas’, ‘La mala educación’ y ‘Las Niñas’) que reflejan los valores y formas educativas en tres etapas diferentes: la educación laica republicana, la católica franquista que transmitió unos roles de género muy definidos, o la educación en la democracia de los años 90 donde las alumnas se van abriendo a otras realidades y contextos fuera de la escuela religiosa. “Se usa el cine para contarnos de dónde venimos y cómo en otros momentos históricos hemos tenido otras herramientas y eso también nos ha condicionado”, afirma.
De esta forma, el lenguaje audiovisual, un lenguaje con el que conviven continuamente las nuevas generaciones, sirve para transmitir derechos humanos, valores constitucionales y principios democráticos, lo que lo convierte en una herramienta útil en las aulas. “Antes que un discurso o el desarrollo meramente teórico de la materia, podemos usar una película que dé pie a una reflexión, a un debate y a una transmisión ya no de contenido, sino de valores, algo que desde el punto de vista pedagógico es complicado transmitir”, defiende Salazar.
Diferentes caminos y un solo mensaje
Dentro del papel que tiene el cine para abordar los retos actuales o la historia pasada, las películas pueden afrontar tres caminos diferentes: bien reflejar la realidad y ser casi una película documental, como ocurre en muchas películas francesa (‘La profesora de historia’ es un ejemplo de ello); bien aportar un toque más romántico a la educación y al contexto escolar como hace ‘El club de los poetas muertos’ con una imagen idealizada del profesor; o bien recurrir a roles muy marcados y personajes prototípicos poco realistas como ocurre en las series españolas ‘Merlí’ o ‘Hit’.
En cualquier caso, películas y series que buscan transmitir unos valores fundamentales para la ciudadanía y que, sobre todo, son los ejes centrales de la educación pública, que no tiene que preocuparse del rendimiento económico como sí ocurre en la educación privada.
Referencia:
Salazar Benítez, O. (2024). La educación para la ciudadanía a través del cine. Igualdad e inclusión como objetivos del sistema educativo. Historia De La Educación, 42(1), 227–250. https://doi.org/10.14201/hedu2023227250